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-Lo siento, papá, soy un monstruo -dije saltando a sus brazos, mientras él reía a carcajadas.

-¡Eres el monstruo más temible, cariño!

Mi disfraz de frankenstein, perfectamente confeccionado por mamá, me había hecho ilusión todo el mes de octubre para Halloween. A papá y a mi nos encantaba disfrazarnos, era como una pequeña costumbre. Solo él y yo.

Era nuestra festividad favorita, siempre nos disfrazábamos de algo. Pero papá tenía una sola regla: no disfrazarnos de piratas. Nunca entendí por qué.

Aún sentía sus brazos alrededor de mi cuerpo, sosteniéndome fuerte mientras dábamos vueltas. No podía parar de reír, provocando que mi padre riera aún más.

Mamá nos miraba risueña desde la cama con el libro de cuentos en mano, tratando de terminar de redactar la historia, mientras que a su lado se hallaba mi pequeña hermana Seraphina, acurrucada como una bebé.

-¡Ayúdame, Clarion! -gritó papá tirándose a la cama conmigo sobre él.

-Van a despertar a Seraphina -dijo ella, con esa voz capaz de calmar huracanes.

Tan pronto como dijo eso, me bajé de la cama.

-Tiene 3 años, ya es bastante mayor para que la cuides como una bebé -protesté cruzándome de brazos.

-Creo que _______ tiene razón, Clarion -secundó papá, poniéndose de pie para luego cargarme en brazos. -Y es que nuestra pequeña princesa ya es toda una adulta, 7 años es demasiado.

-¡SOY UNA ADULTAAAAA! -grité con las manos extendidas, provocando de Seraphina se revolviera en su lugar.

Mamá le acarició la barriga, haciendo que mi pequeña hermana volviera a dormir.

-Lo siento -susurré entre risas, acompañada de papá.

-Creo que es hora de que nuestra pequeña adulta se vaya a la cama -dictó mamá, cerrando el libro y colocándolo en la pequeña mesa de noche.

-Pero mamá...

-Pero Clarion...

-Nada de peros -volteó hacia Seraphina para taparla con las sábanas. Luego se levantó y caminó hacia nosotros. -La pequeña adulta tiene clases de violín por la mañana, es mejor que estés fresca -dijo poniendo su dedo en mi nariz, cosa que me hizo reír.

Papá me llevó en brazos hacia mi dormitorio, con mamá siguiéndonos. Ni siquiera se molestaron en decirme que me quitara el disfraz, sabían que yo no iba a ceder. Papá me acurrucó, dejando un beso en mi frente. Mamá lo imitó con una sonrisa en su rostro.

-Descansa, cariño -dijo, con la luz de la luna su cabello rubio se miraba castaño, y sus ojos ámbar tenían un brillo especial. Mamá era preciosa.

Se giró para encontrarse con papá, quién la abrazó por los hombros, depositando un beso en su cabeza. No me molestaba que mis padres se demostraran cariño frente a mi; me encantaba que lo hicieran, porque yo quería tener un amor así de grande cuando creciera...

-Descansa, pequeña adulta.

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Papá bebió mucho aquella noche.

Fue la primera vez que vi a mi padre golpear a mi madre.

Yo tenía 13 años, papá había salido del pueblo a visitar a un viejo amigo a Buntercarg. A mamá no le había agradado la idea, pero aún así se fue por lo menos una semana.

Pirates (Lauren Jauregui y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora