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Papá siempre me había dicho que los reyes de Kelna nos habían robado.

Nunca había creído en sus palabras, hasta que cumplí edad suficiente para comprender de lo que hablaba. Mi madre había muerto en manos de la realeza, fue ahí donde mis hermanos y yo decidimos unirnos a la tripulación, en busca de venganza. No solo por mi madre, sino por nuestras vidas.

Yo había querido ir con ellos, pero no me lo permitieron, debía quedarme a cargo de la demás tripulación. Acepté sin más, sabía que dentro de unos cuantos años yo sería la capitana de la nave. Del perla negra.

Había visto como todos se preparaban con disfraces de circo para escabullirse en el maldito pueblo de Kelna. Pensé que los descubrirían tan rápido que antes de que siquiera pusieran un pie dentro ya estarían en el calabozo, pero me equivoqué. Los guardias de ese pueblo eran realmente estúpidos.

Podía escuchar los gritos, escuchaba los disparos, pero mi padre volvería. Siempre lo hacía.

-¿No crees que se están tardando de más?

Volteé a ver a Normani, tomando un trago de una botella de ron.

Sacudí la cabeza. -Ya vendrá, él sabe lo que hace.

-¿Qué tan segura estás?

Coloqué ambas manos en el timón del barco. La vi directo a los ojos, completamente seria.

-Tan segura como me llamo Lauren Jauregui.

🩸

Había pasado demasiado tiempo. Los tripulantes estaban desesperados. Algunos ya habían vuelto con comida y más cosas. Pero mi padre aún no regresaba, y sinceramente eso me tenía bastante preocupada.

-¡Bajen la rampa! -gritó mi hermano Chris.

Fruncí el ceño hacia Mani que seguía a mi lado, nos asomamos a una de las orillas del barco; papá venía guiando a los demás, pero faltaban. Supuse que perdieron la vida en la batalla.

Entrecerré los ojos al ver algo... anormal. Brutus traía en brazos a una mujer rubia con uniforme, pataleaba como loca y gritaba como bestia. Tras él venía William con otra mujer en brazos, pero esta venia dormida, con un vestido azul. ¿Acaso era...?

Papá subió al barco, encaminándose directamente al timón.

-¡Alzen las velas! -gritó.

Rápidamente me puse a su lado. -¡¿Trajiste a la princesa?!

Me miró. -Sí, cambio de planes.

-¡Papá! ¡Se suponía que ibas a robar la piedra sagrada y listo!

-Ya te lo dije, cambio de planes -respondió seco. -Ahora ve y pon a los demás a hacer sus labores.

Sacudí la cabeza, colocándome bien el sombrero. Esto no tenía sentido, habíamos acordado apegarnos por completo al plan. El hecho de que cambie los planes de una manera tan... improvisada, me molestaba, profundamente. Yo era la segunda al mando y se supone que debe consultarme los planes y los cambios de los mismo.

¿Qué mierda?

-Vamos, dejen de holgazanear y empiecen a guardar la comida -ordené a todos.

El barco empezó a andar, adentrándonos de nuevo al mar Oscuro. Habían decido llamarlo así porque, fuera de día o de noche, el agua parecía negra, pero era solo por la temibles piedras puntiagudas al fondo del mismo.

-¿Se puede saber por qué una mujer con tan buen sentido de la moda está durmiendo en uno de los camarotes?

-Papá la trajo.

Pirates (Lauren Jauregui y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora