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-La piedra tiene que estar dentro del castillo.

-¿Cómo estás tan seguro que el Rey Dominik no querrá cambiarla por su hija? Es decir... ¡Es su hija!

-No lo hará, Chris, estoy seguro de eso.

-¿Cómo lo sabes? -pregunté.

Papá me miro por unos instantes, como dejando la duda en el aire denso de nuestro camarote. Luego levantó ligeramente una de las comisuras de sus labios.

-Porque lo sé, Lauren, dejen de preocuparse por eso.

-Pero entonces necesitamos de un mejor plan -Taylor tomó el mapa del centro de la mesa. -Es casi imposible que no vayan a detenernos.

-Además, ¿qué haremos con la princesa hasta entonces? -me crucé de brazos ya molesta. El simple hecho de hablar sobre esa chica me irritaba.

Odiaba a la realeza. Y siempre lo haría.

Papá suspiró, asintiendo con la cabeza. -Bueno, creo que no he pensado bien eso.

-¡Claro que no lo has pensado bien! -exclamé. -No te ofendas, padre, pero si lo hubieras pensado bien ella no estaría en la nave.

-¿Se te ocurre un plan mejor? -preguntó papá irguiéndose por completo.

-Déjame pensar -hice una pequeña pausa. -Claro, ya lo sé, enviemos a la chica a la hoguera y reclamemos la piedra a cambio de su vida. Simple.

-Por ideas tan estúpidas como las tuyas es que algunas personas aún piensan que somos malos -Taylor salió de camarote con los brazos cruzados... y molesta.

Volteé a ver a los dos hombres restantes, quienes me miraban atentamente. Estaba segura que ellos compartían la opinión con Taylor. Pero yo no, y nunca lo haría. Nunca.

-Saben que tengo la razón, la realeza no sirve para nada, son más despiadados que nosotros, incluso más ladrones que lo que somos nosotros.

-Eramos...

-Eramos, somos, ¡da lo mismo! -exclamé agitando mi cabello, empezaba a sentirme desesperada. -Si la mantenemos más tiempo en el barco no va a servir de nada ese plan de la piedra sagrada a cambio de ella, porque se darán cuenta que no le haremos ningún daño, saben que necesitamos esa maldita piedra de mierda...

-Cuida tu vocabulario, Lauren -papá me miraba con una ceja levantada.

Negué con la cabeza, era increíble que un hombre como él no viera la realidad en todo esto. Salí del lugar sin más, no necesitaba sus estúpidos sermones de que no éramos asesinos, ni ladrones, ni bla bla bla. Todo el tiempo era lo mismo.

Todos en el barco estaban haciendo sus quehaceres habituales. Muchos podrán decir que somos sucios y lo que sea, pero la realidad era otra, todos los días limpiaba el barco, tratábamos de tener todo lo más ordenado y organizado posible; y ese era un gran reto para mi, tendía a ser muy desordenada. Recosté ambos brazos en la cerca del segundo piso, justo delante del volante.

-¿Es cierto que iremos a BrookNash?

Camila yacía a mi lado, rodeando su brazo por mi cintura. Traté de no ser para nada... mala, solo quité su brazo de encima, dejándolo a un lado suyo.

-Eso creo, debemos descansar después del increíble viaje que hemos tenido.

Camila sonrió. -¡Al fin! ¡Volveré a ver a Sofi!

Le sonreí de vuelta, pero mi sonrisa se esfumó al ver a la princesa discutiendo con Brutus. Esa chica no se cansaba de meterse en problemas, y su voz era... tan desesperante.

Pirates (Lauren Jauregui y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora