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CAPÍTULO DIECISIETE.

Todos estaban preocupados por la reacción de la joven, quién aún no había despertado, pero también sabían que cualquier humano normal reaccionaria igual o peor que ella.

Carlisle la había llevado a su pequeño consultorio, sabían que estaba bien, porque podían escuchar su corazón latir con normalidad, pero el impacto de tal confección hizo que la pelirroja perdiera el conocimiento.

Alice caminaba de un lado a otro, ella tenía miedo de que la pelirroja le tuviera miedo ahora. No sabían que le esperaba cuando ella despierte, si saldría corriendo, si se volvería a desmayar.

El más preocupado era Carlisle, le dolió tanto cuando vio el miedo en los ojos de la pelirroja, el podía sentir que ella quiso salir corriendo, pero no pudo.

Pasaron unos minutos, toda miraban fijamente a la pelirroja, unos minutos más y Adara fue abriendo sus ojos lentamente, pero los cerro por la molesta luz que le cegó al instante. Al acostumbrarse a la luz abrió los ojos, entonces recordó lo que había pasado y se sentó rápidamente en la cama con su pulso acelerado.

Miró para todos lados para darse cuenta que se encontraban prácticamente todos allí. Esto hizo que su corazón latiera con más rapidez.

Carlisle intentó acercarse a ella, pero el grito de la pelirroja lo hizo parar en seco.

— ¡No! No te acerques — gritó trémula pegándose a la pared rápidamente.

Sin darse cuenta el dolor que causó en el rubio, pero nadie podía culparla. Era normal.

— Yo nunca te haría daño, ningunos de nosotros te haríamos daño. —  murmuró Carlisle con fingida calma, cuando por dentro sentía un leve dolor en su pecho.

Adara también sitio aquella molestia en su pecho, pero no le dio mayor importancia. Jamás había sentido tanto miedo, sabía que ellos eran raros, pero nunca se le pasó por la cabeza que eran vampiros, bueno, si, lo sospechó, pero que ellos lo confirme era totalmente diferente.

— Me voy a levantar de está cama, iré a mi habitación, y ninguno se me acercará, ¿bien? — habló cómo si estuviese recitando cada palabras e ignorando las palabras dichas por el rubio.

Su corazón latía fuertemente contra su pecho, tenía miedo, ¿y si ellos le chupaban la sangre? Y si Alice y Jasper se habían vuelto cercanos a ellos para después drenarla.

Carlisle la miraba fijamente, en esos momentos es cuando deseaba tener el mismo don de Edward para poder saber lo que estaba pasando por la mente de la joven, pero él sabía que ni siquiera Edward podía leer su mente.

Adara miro fijamente los ojos de cada uno de ellos, pero no sabía porque ellos tenían los ojos dorados, había leído algunos libros de fantasía, donde decía que los vampiros tenían ojos rojos.

Se levantó de la cama mirando con desconfianza a cada uno, como si en cualquier momento fueran a saltar sobre ella.

— Quítate de la puerta. — ordenó antes de acercarse a la puerta.

Sabía que era ridículo, si ellos quisieran ya estarían juntos a ella en menos de lo que imaginaba, pero era Adara. Jhon que estaba en la puerta se apartó rápidamente, no queriendo alterarla ni asustarla más. Ningunos de los Cullen se movió de su lugar para no asustarla.

— Déjanos explicarte por favor — suplicó su padre, ella lo miró con el ceño fruncido.

Sin hacerle caso a su padre cruzó la puerta con rapidez, para luego comenzar a correr escaleras arriba como nunca lo había hecho, Carlisle soltó un suspiro innecesario, lo que se ganó una mirada incrédula de Jhon.

❥︎𝐒𝐎𝐔𝐋𝐌𝐀𝐓𝐄𝐒; Carlisle Cullen. (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora