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CAPÍTULO ONCE.

Era un nuevo día en el pequeño pueblo de Forks, lo primero que escucho la pelirroja al despertar fue el sonido de su teléfono. Con pereza la joven extendió su mano hacia la mesita de noche al lado de la cama. Ni siquiera miró el nombre, la luz del móvil le molestaba.

- Esperó que quien sea que esté llamando sea para algo importante, para despertarme de mi hermoso sueño. - refunfuño soltando un bostezó.

Sophia del otro lado soltó una pequeña risa al escuchar a su sobrina con voz adormilada. Sabía que ella odiaba que la despierten temprano.

- Claro que sí jovencita, te has olvidado de tu tía favorita - dijo la rubia, sacándole sonrisa a la adolescente. - ¿Porque no me habías llamado? ¿Estás molesta conmigo? - cuestionó la rubia con un poco de tristeza.

Extrañaba mucho a su pequeña sobrina. No era lo mismo sin ella en casa.

Adara borró su sonrisa, siempre era su tía quien la llamaba, pero todo la tenía muy estresada que ni siquiera pensó en llamarla.

- Lo siento tanto tita, sabes que te amo, pero estos días se me había olvidado llamarte. Te prometo que la próxima vez seré yo quien te llamará. - la rubia sonrió ante el apodo que su sobrina le había puesto desde que era pequeña.

- Eso espero cariño, se que es muy difícil todo está situación para ti, pero no te olvides de mí - intentó que sonará como una broma, pero fue todo lo contrario.

Ella tenía miedo de que la pelirroja ya no necesitara de ella. Porque Adara aparte de ser su sobrina, era como la hija que nunca tuvo. Siempre fueron ellas día durante estos años.

- Sabes que eso nunca pasará, eres una de las personas que más amó y lo sabes - confesó mientras se deshacía de las sábanas comenzando a quitarse la ropa, tenía que darse una ducha.

Sophia del otro lado sonrió con los ojos cristalizado, Adara también era lo que más amaba en su vida, no sabía que haría sin ella.

Fue una dura despedida, la casa se sentía vacía sin la chica presente.

-Ay pequeña, también eres lo más importante para mí, pero dejando el sentimentalismo de lado. ¿Estás comiendo bien? Sabes lo que te dijo el doctor, ¿Verdad? -Adara suspiro profundamente mientras entraba al baño, puso el teléfono en el lavamanos, con el altavoz.

- A ti no te puedo mentir, pero es que no tengo apetito de nada, mi estómago se cierra desde que veo comida. - admitió en un susurro.

Abrió la ducha dejando que el agua relajará su cuerpo. Sophia suspiró con preocupación, tendría que hacerle una visita pronto a su sobrina, pero no le diría nada.

- Trata de comer cariño, no quiero que pase lo de la última vez. - dijo con preocupación en su voz.

Adara soltó un suspiro profundo. Entendía la preocupación de su tía, ni ella misma quisiera volver a tener que pasar por eso. Fue una tiempo muy díficil para ambas. Aún recuerda aquel día que el doctor dijo que tenía comienzo de anorexia.

- Te prometo que no volverá a suceder, solo es el estrés. - intento tranquilzar a su tía, era cierto. Se prometió a si misma no volver a provocarse el vomito para deshacerse de la comida.

- Eso espero. Sabes que tienes los genes de tu madre. - Adara sonrió por la firma que tenía su tía para hacerla sentir bien. - Te dejo cariño. Tengo que trabajar y tú tienes que ir a la escuela. Agradece que te desperté, si no hubieses estado dormida. - la pelirroja rodo los ojos, pero sabía que era cierto. - Te amo, cuídate mucho princesa. - Adara sonrió y colgó, no sin antes murmuran un "yo también".

❥︎𝐒𝐎𝐔𝐋𝐌𝐀𝐓𝐄𝐒; Carlisle Cullen. (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora