Capítulo 11:

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Oaxaca suspiró, ese día le tocaba ser el cocinero personal de todos los estados, era demasiado molesto cocinar para esa bola de idiotas.

No faltaba decir que ese día se levantó de malas, iniciando mal su día: Veracruz no estaba, había salido la noche anterior para resolver algo, no llego a dormir, la segunda, tenía que resolver algo en su estado pero sorpresa, no llevaba los días mínimos para estar presente en la hacienda Mexicana por lo que todavía no podía irse, claro que podía hacerlo si quería una advertencia. Esa situación lo estresó pero logró resolverlo, para finalizar, durmió muy tarde, el estrés y el insomnio lo atacaron, su descaso de cuatro horas fue el más jodido de todos.

No sería nada malo si se sintiera descansado como otras noches, pero se notaba que ese no sería el día
Se sentía tan agotado que en cualquier momento podría caer dormido, desmayado o ya por pura suerte, muerto. Aunque si se moría dejaría de ver a Vera por lo que no sonaba a buena idea en ese momento, Y por qué le tocó ser el cocinero? Por qué todos estaban pedos, solo fue una pequeña fiesta, el faltó porque andaba con Vera antes de que se fuera y ahora era el único consiente o por lo menos la única persona que podía ponerse de pie sin sentir como todo a su alrededor se movía o tener unas ganas inmensas por vomitar.

Amaba cocinar pero no para un montón de borrachos que no iban apreciar lo deliciosa que es su comida.

— Al primer wey que haga un comentario me lo madreo — comentó al aire mientras removía la salsa para los chilaquiles de esa mañana, los haría demasiado picantes, tanto que ni siquiera ellos pudieran soportarlo.

— Dudo que lo hagan, tu haces la mejor comida — La voz de Veracruz se escuchó por toda la cocina, o mejor dicho, Oaxaca la escucho muy bien debido a que Veracruz lo abrazó de repente antes de decirle eso.

— No me espantes así, culero — no se quejó del abrazo como "normalmente" lo haría, se sentía bien y calmaba un poco su enojo aunque segundos antes sintiera como el alma se salía de su cuerpo— ¿Y tu por qué estás aquí? — interrogó completamente curioso pero simulando su curiosidad.

— Oh bueno... — Veracruz por fin se dio cuenta de algo, abrazó aún más a Oax por la cintura y colocó su cabeza en su hombro — El asunto se arregló muy rápido, así que pude regresar cuánto antes — dijo cómo si fuera lo más común del mundo viajar en un ratito de un estado a otro.

Oaxaca movió sus ojos en la dirección de Vera, no podía ver bien su rostro pero al sentir su respiración era más que suficiente.

— Debiste quedarte más tiempo — ahora se concentro en el caldito de pollo que se estaba terminando de cocinar, cuando cocinaba daba opciones.

— Auch... ¿No me quieres ver cerca? — hizo un tono de voz dolido lo cual le causó gracia a Oaxaca.

Oaxaca volteo a verlo de nuevo, su expresión decía un claro "¿Hablas en serio?" Lo cual le pareció un tanto divertido a Veracruz.

— Síguele pendejo — fue lo único que dijo.

— Ya me calmo, no te enojes — Vera termino la conversación.

Se quedaron un rato en silencio, un silencio cómodo, no había necesidad de decir nada, solo eran ellos dos disfrutando de la compañía y calidez que el contrario les brindaba.

Los minutos pasaron con aquella escena tan hogareña y típica de una pareja, más ninguno de los dos la quiso romper, claro, la atmósfera en vez de ser más de una amistad muy buena y un "joteo" se sentía demasiado romántica.

— Huele muy bien — Veracruz decidió romper el silencio.

— Claro, si yo soy el que está cocinando — una de las cosas que le hacían sentir más orgullo no solo de si mismo sino también de sus tierras, la gastronomía.

ᵃⁿᵈᵃʳ ᶜᵒⁿᵐⁱᵍᵒ - ᵛᵉʳᵃᵒᵃˣ - Donde viven las historias. Descúbrelo ahora