Es difícil seguir cargando las secuelas del pasado...
Lunes, bendito lunes, como los detesto.
Quiero dormir, me remuevo en la cama una y otra vez. Abro los ojos y volteo a la cuna que yace a mi costado, Emma está profundamente dormida boca bajo, una de sus tantas formas extrañas para dormir. Siento los rayos de sol tratando de entrar por la ventana, busco mi celular debajo de mi almohada.
7:06 AM. No quiero llegar tarde al trabajo. Sigo recostada en mi cama, debo alistarme antes que la pequeña mounstrito se despierte.
Salto de la cama, la alisto un poco y corro al baño, para una ducha express, al costado de la cama ya tengo todo preparado para el día me vuelvo a acercar a la cuna enredada en una toalla, sigue dormida por lo que tengo tiempo para preparar el almuerzo.
—¡Ánimo!— me echo porras en voz baja.
El trabajo no me exige una cierta vestimenta, pero como amo la moda aprovecho para sacar todo tipo de combinaciones de mi armario. Medias negras y botas combat, una falda negra con un sweter de punto, para finalizar con un abrigo. Seco mi cabello con una toalla y maquillo solo mis ojos.
Voy directo a la cocina, mi parte favorita de este departamento. Es muy grande y amplia, quisiera que fuera mía, pero no puede ser. Llevo rentando este lugar 4 meses, es cómodo y bonito, su costo de renta es bajo y me queda céntrico para ir a todo lugar; a casa de mis padres, de mis trabajos.
Suspiro y sonrío tontamente como una adolescente al recordar como pude conocer a mi personaje favorito del fútbol, cosa bella cosa hermosa, cosa bien hecha.
Alisto la cafetera y preparo un omelette con pan integral, por último preparo las cosas que me faltan de Emma como su vaso y cubiertos para el desayuno, un poco de avena con fruta y cereales.
Escucho el ruido de mi pequeña, corro a la habitación. Apoyo mis manos en la baranda de la cuna.
—Bueeenos días, mi vida— Recostada sobre su espalda se gira para encontrarme, sonriéndome. La tomo en brazos de su cuna, cuna que poco a utilizado, la mayoría de las veces duerme en mi regazo, en mi estómago o en mi cara.
—Ma-ma — preciosos los ojos que me observan, cachetes regordetes, cabello rizado miel, lleva una pijama de Plaza Sésamo, un estuche de monerías, mi pequeña Emma. La alisto para irnos a la cocina y poder desayunar.
Ayer Emma paso la tarde en casa de mis padres, tuvo visita de parte de los padres de mi ex. No quise quedarme porque no quería verlos a la cara, aún siento mucha impotencia el encontrarlos.
Suena el timbre y me dirijo a la puerta, mi madre como siempre tan puntual, los lunes viene a casa a cuidarla, otros días yo paso a dejarla a su casa, lo hacemos así, porque son los días más pesados, y tiendo a que se me haga tarde.
—¡Buenos días! — Grita al cruzar la puerta, se deshace de su abrigo y arroja su bolso al sofá, camina directo a la cocina —¿Cómo amaneció la princesita de abuelita? — le habla con ternura a Emma, mientras yo me río detrás de ella, la pequeña balbucea embarrada de avena, y le extiende sus brazos —, ahorita mi amor, primero a comer—. Deja un beso en la coronilla y se sienta a su lado.
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CHAMPION (EN PAUSA)
RomanceCuando somos capaces de conocernos a nosotros mismos, rara vez nos equivocamos sobre nuestro destino. ©Todos los derechos reservados