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El Old Trafford nos recibe con un estruendoso ambiente. Hacen falta mas de sesenta minutos para que de inicio el partido entre Manchester FC y el Leicester City. Pedí permiso desde que Liam me entrego los boletos, mi fiel acompañante es Lenny y Emma se quedo en casa con mi cuñada y dos sobrinos.
Los gritos eufóricos de la afición hacen eco en todo el estadio, rojo, blanco, negro y los colores del equipo contrario se mezclan entre los mas de 50,000 aficionados.
Se nos hace agua la boca por los hotdogs y las hamburguesas. Con la camisa de número 7 puesta y mi amiga tomándome de la mano, nos mezclamos para llegar a nuestros lugares. Revisamos todo a nuestro alrededor, anonadadas por la cantidad de aficionados que entran y minutos después de que no reconocemos a nadie Lenny decide ir por cerveza para ella.
—No tardo. ¿Segura que no quieres algo más? Podemos buscar un taxi en la salida— baja la voz— o pedirle a tu guapísimo proveedor de boletos que nos envíe a casa.
Ruedo los ojos. —Estará con sus papás al final. Y no dijimos nada de encontrarnos al terminar el partido.
—Llámame por si te arrepientes— levanta la vista a todo alrededor—, aunque no sé si haya señal. Ya vuelvo.
Tenía años de no poner un pie en este lugar, de no volver a tomar un respiro y recordar porque amaba tanto el fútbol. Mi pasión por ello no es tan desbordante como la de mi padre pero si está presente.
Rogué al cielo que las entradas no fueran para el área VIP, o un palco donde se encuentran los familiares de los jugadores, no soy quién para intentar mezclarme con las wags del equipo o peor aun encontrarme con los padres de Liam que sé que están presentes.
Y gracias al cielo no lo fue, estamos metros mas debajo de ellos en lo que considero la mejor área del estadio para ver el partido.
Lenny llega con dos hot dogs, una cerveza para ella y un refresco para mí. Me entrega lo mío y nos acomodamos en nuestro asiento.
—¿Qué me perdí? ¿Ya salio mi amorsote Tom?—cuestiona con la mejilla manchada de mostaza.
—No, aun no—le ayudo a limpiarla y miramos al frente con el revuelo de las personas. Los jugadores pisan la cancha para calentar. No todos salen, faltan los que son más importantes para mí.
Personas de todas las edades animas por que empezara el partido.
—¿Crees que le puedas pedir el contacto del 10 a Li, de ese hombre?
—Omitamos su nombre cuando estemos rodeadas de tantas personas— susurro y dejo mi hotdog en el aire y frunzo el ceño —. No sabía que te gustaba.
—Me gusta, es de los pocos solteros que quedan. Tú ya separaste a uno. Y no me interesa el mejor amigo casanova. No, no, no estoy vacunada contra esos tipos— me río por la referencia hacia Zack.
