Han
—¿Llego en mal momento Hannie? —la voz de Jina me sobresalta.
—No... —me volteo en su dirección—. estaba arregland... ¿Qué te importa? ¿Qué quieres?
Ella me mira con una ceja arqueada y toma asiento frente a mí. Su cabello hoy luce diferente, el rojo de sus puntas ahora está sustituido por un negro azulado y sus ojos... Sus ojos no tienen la misma chispa de diversión de su rostro.
—Sí, no te preocupes. También es un gusto volver a verte —me responde a cambio.
—¿Para qué vienes? —me inclino en su dirección—. A desquitar tus inseguridades, ¿otra vez?
—Muy gracioso, Hannie —ella comienza a buscar algo en su mochila—. Pero vengo por otra cuestión —frunce sus labios al dar con solo ropa de baile.
—¿Qué es Jina? Tengo mejores cosas que hacer.
Mentira.
—Espera —me indica levantando su dedo índice y sigue rebuscando—. ¡Bingo! —tiende un sobre en mi dirección.
—¿Qué es? —pregunto tomándolo.
—Ábrelo, es un regalo.
Yo me quedo fijamente viendo al sobre cuyo grosor me indica que solo contiene un par de papeles. Al alzar mi vista ella ya no se encuentra sentada, sino que va rumbo a la puerta.
—¿Te vas?
—Prefiero que lo abras a solas.
Cuando sale de la oficina, rasgo una de las orillas del sobre. En efecto, dentro de él solo hay papeles. Los saco y comienzo a leer, más no entiendo nada.
¿Qué diablos es esto?
Conforme voy leyendo todo se torna aún más confuso y no me doy cuenta hasta que termino de leer que de mis ojos brotan pequeñas lágrimas de impotencia.
Aprieto mis puños reprimiendo un grito de mera frustración.
Con que fue eso.
Un idiota. Solo como un idiota me puedo catalogar. ¿Cómo no lo supuse antes?
Mis manos toman el montón de papeles y los lanzan al otro lado de la habitación. Para mi sorpresa, del sobre sale despavorido un USB que levanto y conecto a mi ordenador.
No quiero más mentiras.
Aunque no es ningún otro secreto. O al menos no para mí. Al pasar la última foto por la pantalla, me levanto frustrado. No puede ser cierto. No.
¿Qué te hice Jina?
Limpio mis lágrimas y tomo mi teléfono para hacer una llamada, pero alguien me interrumpe azotando la puerta. Provocándome otro sobresalto.
—¡QUIERO QUE ME DIGAS QUÉ CARAJOS ES ESTO, JISUNG! —mi manager lanza sobre el escritorio las fotos que ví hace un momento en el ordenador.
Le miro incrédulo y lleno de enojo.
—¡TÚ CÓMO CARAJOS TE ATREVISTE A TANTO! —camino donde minutos antes lancé el inútil sobre con la copia del contrato de confidencialidad y se lo lanzo en la cara.
Atónito ante mi comportamiento se agacha a levantar los papeles. Culpable. Se siente culpable, lo puedo ver en su rostro.
DE QUÉ SIRVE LA MALDITA CULPABILIDAD.
—Yo... Puedo explicarlo.
—EXPLICAR QUÉ, TE ORDENÉ QUE NO TE METIERAS CON ELLA.
—Es que la empresa...
—LA EMPRESA NADA —le interrumpo, dejando salir otra vez mis lágrimas—. Tú sabes lo que pasó con ella. No tenías el derecho...
Al recordar mi corazón se hace pequeño. Le prometí no dejarla. Todo este tiempo la culpé de mi infelicidad, ¿por qué fui tan cobarde?
*Flashback*
Junio 2018.
Mis ojos se posan en la pequeña pelinegra que llora bajito en una de las bancas del parque. Mis pies me guían en su dirección y mi mente me ruega sentarme a su lado y eso hago.
Así pasan los minutos, una hora y después, cuando sus ojos están secos me levanto de su lado para continuar con mi camino.
—¿Tu pretexto para irte será que luzco patética? —me pregunta.
—Umm... —en realidad no sé qué decir, ni siquiera sé porqué ví llorar a alguien durante una hora—. Tú, ¿Estás bien?
—Pff —para mi sorpresa la pelinegra sonríe con tristeza—. ¿Solo eso dirás?
—¿Qué debería decir?
—¿Por qué te quedaste ahí sentado si tus amigos te esperaban del otro lado.
Oh. Eso.
—Te veías triste.
—Eso no explica nada, Jisung.
—No lo sé, quizás se me hizo más entretenido ver a alguien patético llorar —le explico sonriendo, volviendo a sentarme a su lado.
Ella por su parte parece triste por mi comentario.
—Vete.
—Me iré después. Y para tu información no luces patética —digo dando un toquesito a su bolsa—. Te ví allá. Lo haces increíble.
—No necesito tu lástima.
—Bromeas si me dices que tú no te das cuenta.
—¿Tus amigos te mandaron a hacerle una broma a la marginada? Eso explicaría porqué el mismísimo Han Jisung me está dirigiendo la palabra.
—Tú no eres menos popular que yo.
—Y Einstein no era un genio.
—Bailas demasiado bien, cantas precioso, pintas hermoso y eres muy linda.
—Sí, pero también soy dramática, ansiosa y llorona. A todo el mundo le fastidia mi presencia y eso no es nada que alguien no sepa.
—Buen punto. Supongo que es envidia.
Sus ojos oscuros me ven buscando no sé qué y yo me pierdo en los suyos intentando adivinar porqué se siente tan poca cosa si es todo lo que yo deseo ser. Yo ni siquiera puedo decirle a mis padres que quiero ser artista.
—Ya... Entonces...
—¿Podemos ser amigos? —pregunto interrumpiendo su terrible tartamudeo.
—¿No me dejarás?
—No.
—¿Lo prometes? —pregunta alzando su meñique.
—Lo prometo —uno nuestros meñiques en una promesa.
—¿Puedes moverte? Eres demasiado lindo y no me dejas pensar.
—¿Puedes dejar de preguntar? Solo dime que lo haga y ya está.
—Abrázame.
—¿Qué?
—¿Te puedo abrazar?
—Adelante.
Sus manos enrollaron mi cintura y pequeños sollozos y espasmos comenzaron a brotar de su cuerpo.
—Gracias.
*Fin del flashback*
Para ese entonces no sabía a qué se refería con ese gracias, con el tiempo lo entendí. Por ello no dudo al decir las palabras que pudieron arreglar todo:
—...no querías perder tu maldito dinero. Te pago doblemente, pero quiero rescindir mi contrato.
![](https://img.wattpad.com/cover/307399095-288-k713330.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Cisne Sin T De Te Quiero
ContoÉl solo quería entrar a clases. Ella solo le llevó su tarjeta de acceso. El otro solo existía. Pero por cuestiones del destino los tres terminaron rogando por sus vidas en el juego de patito feo a cisne... Bueno, la cuestión fue un gato. ¿Sobrevivir...