Capítulo 7: Estás invitado

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Minho

Ahg me duelen hasta las uñas.

Que no la llames.

Tiene que saberlo.

Escucho unas voces demasiado lejos, voces que me causan un dolor de cabeza tan intenso que suelto un quejido.

Shhh... Está despertando.

¿Qué me pasó?

Solo recuerdo haber ido rumbo a las duchas, para ir con Jina y Félix a recoger nuestros vestuarios para nuestra presentación, después todo se...

LA PRESENTACIÓN.

Abro los ojos de golpe y me siento como puedo ignorando el gran dolor de cuerpo y mareos que siento.

—Ey, tranquilo.

—¡La presentación! —digo intentando quitar las sábanas de encima.

Estoy sobre una camilla, con suero. Al verlo me lleno de miedo y mantengo la compostura, analizando bien mi alrededor me encuentro con la mirada preocupada de Félix, quien se encuentra junto a la puerta de la habitación.

Si Félix está ahí, ¿Quién me está inmovilizando?

Cuando alzo mi rostro me topo con unos ojos color café demasiado hechizantes para mi propio bien.

—¿Tú... qué haces... aquí? —pregunto o al menos eso intento.

Han me mira de la forma que Félix.

Preocupado.

Solo preocupación es lo que puedo ver en toda la habitación.

—Yo... —dice soltándome y llevando una mano a su nuca— Deberías agradecer que te traje, iluso.

¿Y éste qué se fumó?

Miro incrédulo a Félix y le pregunto con la mirada. Él solo suelta un sonoro suspiro.

—Fefi, debemos irnos —hago el ademán de levantarme y Han vuelve a sujetarme—, tenemos la presentación.

—Descuida, Minho —se acerca mientras Han retrocede—. Deberías descansar.

—Pero...

—Nada de peros -el pelinegro me interrumpe—. Escucha a Félix, además solo estuviste inconsciente unas horas —oír eso me da tranquilidad y relajo los músculos que sin darme cuenta había tensado.

—¿Qué me pasó? —pregunto.

—Eres un tonto trabajólico, eso te pasó.

—¡HAN!

—¿Qué? ¿Prefieres que le diga "te descompensaste porque te exiges demasiado, cielito"? —la última palabra provoca que algo electrizante recorra mi espalda—. Félix por primera vez no seas tan suave —Y cuando sus ojos me recorren de pies a cabeza mi respiración se torna pesada—, acepta que es un irresponsable.

Es extraño, no debería sentirme así. Técnicamente me está insultando y ni siquiera me importa, de alguna u otra forma me emociona que esté aquí.

Han

Félix se fue hace un rato, fue a tomar una ducha y a traer ropa limpia para Minho. Dijo que volvía pronto, pero que no confiaba en el adicto al trabajo que tengo enfrente, así que tuve que quedarme.

—Sí, Jinnie. Estoy bien, debería dormir... Nos vemos mañana.

Minho cuelga el teléfono mientras suelta un suspiro y me voltea a ver.

—Gracias —dice para mi sorpresa—. De no ser por tí, Félix aún estuviera esperando a Jinnie.

—¿Eh? —respondo algo contrariado—. ¿Por qué esperando a Jinnie?

—Ella vive ocupada. No iba a responder tan pronto...

Ahí comprendo el porqué Félix no quería llamarla. No era para tenerla en la ignorancia, sino que no iba a responder.

—Entiendo, igual no deberías agradecerme —me levanto para ir a su lado—. A quien le debes las gracias es a Félix, él te encontró y hasta vino descalzo hasta aquí —al sentarme en una de las esquinas continúo—. Yo solo pasaba por ahí.

—Pudiste pasar de largo. Además, ya haces bastante cuidando a Pardito.

Y ahí lo recuerdo. Es un irresponsable.

—Sí, más aún porque cierta persona ha olvidado sus obligaciones.

Él se revuelve en la camilla al escuchar la indirecta. Sus ojos se pierden en un punto medio de la habitación.

—Yo... Yo lo siento —dice con sus ojos cristalizados, haciendo que me arrepienta de haber dicho eso.

Me levanto y me hinco junto a él, pero sigue perdido en su propia mente. Tomo su mano e ignoro que se sobresalta.

—No lo sientas, sé que es complicado ordenar tus tiempos —cuando voltea me topo con sus ojos enrojecidos y limpio con mi pulgar la lágrima que cayó sobre su mejilla—. No llores, cariño.

—Yo solo quería sorprender al público, no era mi intención abandonarle —dice soltando más lágrimas.

—Ey, seguro lo harás —tomo su otra mano y me siento en la camilla, él solo sigue inmóvil y quizás le incomode. No me importa nada, solo quiero abrazarlo—. Yo lo cuidaré por ti, solo encárgate de no exigirte tanto.

Él alza su rostro y no puedo más, lo estrecho en un abrazo temiendo que pueda escuchar mis latidos acelerados cuando él sin previo aviso recuesta su cabeza en mi pecho y enrolla sus brazos en mi cintura.

—Deberías ir —su voz suena amortiguada por mi camisa.

—¿A dónde?

No sé a qué se refiere, ahora mismo solo puedo pensar en que al fin sé qué se siente estar entre sus brazos.

—Al evento —responde separándose y secando sus lágrimas con sus manos—. Ven a verme, tú dirás si realmente sorprendí al público.

Soy un idol, tendría que estar invitado. De lo contrario se harían ciertas especulaciones que prefiero evitar. No es fácil vivir así, mi vida es controlada por mis fans. Ni siquiera parece mía, no puedo sentir... Es más, ni siquiera debería estar aquí.

Cuando me doy cuenta de mi descuido, me levanto y camino rumbo a la salida, pero Minho me detiene al decir.

—Estás invitado. Mañana solicito tu invitación.

Y yo sonrío.

—Ahí estaré.

Mi sistema nervioso colapsa en ese instante, lo hace aún más cuando cierro la puerta y él deja de verme. Enamorarme está mal, sin embargo, ya es demasiado tarde para pensarlo de esa manera.  

Cisne Sin T De Te QuieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora