Jisung
Mis manos temblorosas no me permiten manejar y mis ojos llorosos solo hacen un plus, por tanto Minho me ha pedido que me quede solo hasta tranquilizarme.
Honestamente, siento que nuevamente estoy siendo un maldito egoísta. Comienzo a sentirlo cuando lo veo de perfil con la mirada perdida en la ventana: sonriendo.
Es irreal.
Es Lee Minho.
—Parece que no te afecta mucho la situación actual —interrumpo su tranquilidad con mi balbuceo—. ¿Sabes que no tardan en llegar los reporteros para ver qué logran obtener?
Él no dice nada, borra la sonrisa de su rostro y se tira en el sillón.
—¿Debería preocuparme de algo completamente falso?
Auch.
—Me refiero a que... Te molestarán hasta que hables.
—Dijiste que te encargarías —encoge sus hombros y voltea a verme—. No tengo porqué preocuparme. Deberías hacerlo tú, tu carrera está en juego.
—¿A la que acabo de renunciar? —pregunto entrecerrando mis ojos.
—Sí, a la que acabas de renunciar por un maldito orgullo —responde moviendo las manos como restándole importancia—. Te dije, no puedes rendirte tan fácil.
—Para tí lo es, no tienes que vivir todo el tiempo con un flash en la cara...
—Pero igual te gusta.
—Sí, pero...
—Ningún pero, tú solo estás evadiendo tus problemas —se levanta del sillón acercándose de frente para tomarme de los hombros y mirarme detenidamente—; no les des ese gusto. Demuestra que eres Han Jisung.
Yo no puedo responder nada gracias a su cercanía, solo me quedo observando su rostro más de cerca y trazo una diminuta sonrisa cuando él desvía sus ojos a mis labios para después alejarse abruptamente.
—¿Sabes algo?
—¿Q...ué?
—Luces adorable cuando te sonrojas.
—¿Eh? No. Yo... —toca sus mejillas, para después señalarme con el dedo—. Es que no puedo concentrarme cuando sé que te gusto. ¡Es tu culpa!
Mi cuerpo en ese instante se paraliza y volteo a otro para que no note que ahora el sonrojado soy yo. ¿Cómo es que lo sabe?
—¿Qué? —ahora soy yo quien intenta no tartamudear— ¿Cuándo dije eso?
Debería recordarlo ¿cierto?
—Cuando estabas ebrio... —responde muy bajito.
Volteo a ver su rostro recargado en uno de los cojines. Luce desilucionado, no sé, quizás ver eso hace que tome el valor suficiente para decirle:
—Es verdad. Me gustas...
No admitirlo causaría más problemas ¿cierto? Igual, si me rechaza puedo decir que es una broma y salir huyendo.
Para mi suerte, su mirada cambia totalmente; es oscura y brillante como si fuese una noche estrellada. Parpadeo más de la cuenta cuando se acerca peligrosamente tomando mis muslos en cada mano.
—He de admitir que luces aún más hermoso, cuando te sonrojas —sus dedos tocan una de mis mejillas y su rostro, dios, su rostro comienza a acercarlo lentamente.
Estoy incrédulo, no puedo moverme. Su respiración se siente cálida sobre mi mejilla, mi pulso se acelera cuando de un jalón me sube sobre sus piernas y abraza mi cintura.
—¿Sabes? Desde esa noche, siempre quise hacer esto.
—Pero, tú ¿No estás molesto?
—¿Por qué lo estaría?
—Me gustas, ¿No estas molesto por e...
No me deja terminar.
Sus labios se unen con los míos en un delicado beso que arde todo a su paso. Mis manos algo entorpecidas, toman su cuello y entre mis dedos dejo colar su cabello morado. La gravedad hace de las suyas tirándolo en el respaldo del sillón haciendo que él otra vez baje sus manos a mis muslos para así poder acortar la poca distancia que nos queda.
Al separarnos por falta de aire, el mundo deja de existir a mi alrededor cuando posa sus hermosos ojos sobre los míos y me sonríe.
Me le quedo viendo unos segundos esperando guardar en mi cabeza cada detalle del momento. Quiero recordar siempre sus labios enrojecidos, junto a sus chispeantes ojos negros y sonrisa traviesa.
—¿Crees que estoy molesto?
—Creo que no —respondo con una sonrisa tímida, volviendo a cortar la distancia.
Felix
Sonrío después de ver a Changbin acostarse agotado en el piso de la sala de prácticas.
—¿Cómo logras hacer esto a diario? —pregunta exhausto.
—No lo sé...
Desde la cena compartida, después de tremenda desilusión que me llevé, mi relación con Changbin se ha vuelto más cercana. Ahora hacemos casi todo juntos —incluyendo las prácticas— y creo que me ha ayudado a superar a Jina.
¿Cómo no superarla con este gritón fortachón? Me la vivo completamente ocupado gracias a sus hábitos de niño fitness. De un niño fitness que no aguanta dos horas de baile seguidas.
—¿Fefi?
—¿Sí?
—Pregunté si podríamos terminar... Solo por hoy ¿si?
Le lanzo una toalla y me levanto de donde estoy.
—Está bien, ¿Quieres ir a comer?
—Vamos —me responde con una sonrisa y toma mi mano para jalarme hacia los vestidores.
Ya en la calle, verlo tan emocionado. Detallar completamente cada una de sus facciones y reírme de lo torpe y tierno que puede llegar a ser, hace que me pregunte ¿En verdad le agrada alguien tan simple como yo?
Sé que le gusto, de hecho lo sabe toda la escuela, es que él solamente es muy expresivo para poder mantener sus sentimientos escondidos.
Respiro profundo llenándome de valor antes de pararme frente a él y hacer lo que planee desde hace semanas.
—Tú... —intento hablar.
—¿Yo qué? —pregunta dándole un toquesito a mi mejilla.
Por dentro cierro los ojos intentando buscar la forma de decirle que también me gusta.
Algo precipitado de mi parte, pero ¿realmente seguiré reprimiendo lo que siento?
Creo que saber que me corresponde me da más valor del que debería tener, así que sin previo aviso, tomo su rostro entre mis manos y lo beso. Él un tanto aturdido se separa y me ve de una forma que no logro descifrar.
—¿Estás reforzando nuestra amistad?
—Hoy en día se hace eso, supongo.
—¿O te gusto tanto que no lo pudiste evitar? —codea mi antebrazo y no puedo evitar sonrojarme.
—Algo parecido —respondo desilucionado.
—Si ese es el caso...
Ahora soy yo el que se queda inmóvil cuando me besa de una forma menos desastrosa. ¿Quién lo diría? No pensé que terminaría enamorado de mi acosador estrella.
Entre tantas estrellas, mi teléfono suena e interrumpe el momento.
Es Seungmin, llamó para avisar que nuestros planes cambian...
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Cisne Sin T De Te Quiero
ContoÉl solo quería entrar a clases. Ella solo le llevó su tarjeta de acceso. El otro solo existía. Pero por cuestiones del destino los tres terminaron rogando por sus vidas en el juego de patito feo a cisne... Bueno, la cuestión fue un gato. ¿Sobrevivir...