SI ELLAS QUISIERAN (II)

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Capitulo 25. Estoy orgullosa de mí.


3 años después.

Zephir.

En mi cumpleaños número 21, mi madre me regaló un viaje.

Nunca me interesó ser reina hasta ese día, donde en una de mis clases básicamente aprendí que la máxima autoridad puede establecer las reglas. Si yo pudiera hacer eso podría ser libre.

Es un número grande, siendo sincera, hubo momentos de mi adolescencia donde no creía llegar. Normalmente cuando pasas cosas malas de joven al crecer te das cuenta de lo fuerte que fuiste por sobrevivir a ello.

Ahí estaba, con una sonrisa de oreja a oreja mientras un Sherman con bigote mal cortado sostenía el pastel. Sigo sin creerme que se despertó a las cinco de la mañana solo para aparecer en el castillo a las seis, esperé a que él terminara de cantar feliz cumpleaños para abrazarlo.

—Veintiún años y nueve meses de que la reina tuviera sexo. Qué miedo.

Sherman como siempre siendo un pendejo.

—Gracias por venir —lo abracé—. sé que es difícil en medio de tu gira, lo aprecio mucho.

—La gira es pequeña, a la banda le va muy bien pero todavía puedo salir a la calle ¿Sabes? —se despegó—. comamos, muero de hambre.

—Cuéntame todo de tu música, por favor —dije emocionada—. en el comedor hay espacio —él me abrió la puerta—, están teniendo buenos números, quizás pronto una gran productora se fije en ustedes.

—Lo sé, aunque no quiero ilusionarme, además que la princesa de la que todo el mundo habla nos haya agregado a su playlist ayuda mucho —Sherman me guiñó un ojo, aprovechó que me distraje para meterle un dedo al pastel—. ¡Ja! Alcánzame, tonta.

Él corrió al comedor, lo seguí lo más rápido que pude con el pastel de fresas en las manos o al menos lo intenté hasta que de pronto apareció mi madre en el pasillo como un fantasma. Paré en seco, por poco no logro frenar.

Los años no le afectan, su piel está más bronceada y trae su cabello oscuro estirado en una larga coleta. Elegante, impecable y serena me da una sonrisa de labios sellados cuando bajo la cabeza.

Más de una década de falta de amor no se arreglaron en un par de años, he de reconocer que lo ha intentado, llevamos tres años de cenar juntas incluso si no nos hablamos, tres años donde mantuvo el psicólogo en el castillo y el respeto por si salud mental, tres años donde somos las únicas en este enorme castillo que no se sintió vacío en ningún momento.

El cuerpo no olvida, al verla sin previo aviso, me sigo asustando. Sigo tensa esperando no lo peor, más bien sin esperar nada bueno.

—Feliz día —saludó la reina—. necesitamos tomarnos una foto para la prensa sobre tu vigésimo primero cumpleaños, han pasado seis meses desde que el pueblo te ha visto —ordenó, seguido de un carraspeo—. si quieres.

—Es lo que hay que hacer —asentí rápido para ir con Sherman—. dame una hora.

El comedor decorado de rojo hizo a mi corazón latir más rápido, como sé que mi mejor amigo no tiene potestad aquí o que los trabajadores tienen prohibido mover objetos de lugar, sé que mi madre lo pidió. Ella me da una última mirada a través de la puerta ya que por organizar la prensa para las fotos no tiene tiempo, enciendo por mi cuenta las velas.

Sherman sacó su guitarra de una de las sillas, negué con la cabeza sonriendo, rodé los ojos.

Agradecí que al menos cantara bien, no como los molestos chicos que fingen hacer música para impresionar a las chicas, enternecida, di pequeños aplausos en todo su "show" privado junto con el resto de personas que trabajan en la cocina a las que insté en quedarse a comer el pastel.

Si ellas quisieranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora