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Era una nueva mañana, llena de luz y pajaritos cantando, dando la bienvenida a un nuevo día. Un joven de veinte años se encontraba vistiendose para ir a la universidad, faltaba unos minutos para que su amigo pasará por él. Se miro por una última vez al espejo y después se hecho un poco de loción.

-¡Buenos días mundo!.

Grito a todo pulmón. Jung Hoseok, un muchacho extrovertido, alegre, enérgico y sobre todo atlético. Vivía con su querida abuela y sus tíos. Lamentablemente sus padres fallecieron en un incendio, en el cual él fue el único sobreviviente. A pesar de lo sucedido, Hoseok salió adelante con una sonrisa, porque sabía que sus padres así lo habrían querido.

Tomo su mochila rápidamente y salió despavorido de su habitación, dejando está un completo desorden. Corrió por los pasillos que daban a la escalera, la cual bajo igual. Llegó corriendo al comedor y se encontró con sus tíos y su primo; YoonGi.

-¡Buenos días!.

Se sentó en la en una silla y bebió un poco de su jugo. YoonGi le dió un golpe en la cabeza, juguetón, y nego.

-¿Buenos días?, ya vas tarde para tús clases, come rápido.

-Esta bien, está bien.

Los esposos Min veían sonriendo a sus dos hijos, porque a pesar de todo, Hoseok era como su segundo hijo.

-Tú también YoonGi, tú autobús pasa en unos minutos.

Ambos terminaron de comer y se despidieron de sus padres.

-Bendiciones, papá.

Hoseok y YoonGi se agacharon para tocar los pies de su padre y este les tocó la cabeza con la mano.

-Bendiciones, hijos.

Hicieron los mismo con su madre. Después de eso, salieron corriendo a la salida, pero en el trayecto se encontraron con su abuela, la cual tenía una bandeja en sus manos. Está contenia una vela, unos dulces y un frasquito de metal con cenizas color rojo.

-¿Ya se van?.

-Si abuela, bendiciones.

Ambos se agacharon para tocar los pies de abuela. En cuanto estuvieron de pie, su abuela tomo un poco de las cenizas con el dedo pulgar y plantó un punto rojo en la frente de sus nietos.

-Que tengan un día lleno de bendiciones, y cuidense.

-Si, abuela.

Ambos salieron de casa. Hoseok suspiro y se quitó aquella marca de cenizas con la manga de su polera.

-Odio que lo haga.

-Es la tradición.

-¡Pues la odio!.

Bajo las escaleras que daban al jardín delantero.

-¡Hoseok, no comiences de nuevo!.

-¿Tú no lo odias?.

-¿Porque debería?, mi madre es del país de India, y me gusta sus costumbres.

-¿Enserio YoonGi?.

-Hoseok...

-¡Me voy!.

Hoseok se fue corriendo, dejando atrás a YoonGi. Este suspiro y tomo las tiras de su mochila, cada mañana era lo mismo. Despacio camino al gran portón que apartaba su casa de la calle.
En cuanto estuvo en la parada de buses, un muchacho se sentó a su lado. Giro su rostro y vio que aquel chico traía el mismo uniforme que él, quizá un nuevo estudiante. Se quitó los audífonos y sonrió.

En la caja •°HopeV°•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora