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En cuanto llego a su casa lo primero que hizo fue ir al estante que tenía en el baño de su habitación. Abrió desesperado el pequeño estante y saco dos botes de medicamentos. Uno era para los nervios y el otro antidepresivos. Abrió los pequeños botes y saco una cápsula de cada uno, metió el par de medicamentos a su boca y se los trago, sin una gota de agua. Suspiro y cerro el estante. A rastras se acercó al lavabo del baño y con un suspiro se miro al espejo, se encontraba ligeramente pálido junto con pequeñas heridas en sus delgados labios, producto de las mordidas que se dió en estos en el camino a casa. Apretó los costados del lavabo y nego.

—Te-tengo que concentrarme.

Tomo aire y subió la mirada. Se hizo para atrás en sorpresa, sintiéndose mareado de repente.

Hola Hobi, ya regrese. ¿Me extrañaste?.

Un costado de sus labios subió, en un sonrisa socarrona.

[•••]

YoonGi suspiro y miro la hoja que tenía en sus manos. Era una carta de su trabajo, pidiendo que vuelva ya que su presencia era requerida para un caso que había sucedido recientemente. Miro el rolex en la muñeca izquierda de sus brazos y este marcaba las ocho con quince minutos de la mañana. Había despertado a las seis, no pudiendo conciliar el sueño nuevamente así que decidió salir a trotar y jamás pensó que al volver se encontraría con tal noticia. Tomo aire y decidió entrar a su hogar, en el cual se encontraban sus suegros y su esposo; Jimin.

Después de dos años, ambos se había vuelto a reencontrar en la universidad. ¿El destino?, podía ser. Su relación fue en un principio de amistad, ambos se fueron conociendo mejor, y al pasar el tiempo entre ambos fue creciendo un sentimiento llamado amor. A los dos años, YoonGi le pidió ser enamorados y tres años después le pidió matrimonio. Se graduaron y se casaron. Y después de algunos años, sorpresivamente Jimin quedó embarazado. Para ser sinceros, ambos habían quedado sorprendidos, habían ido a varios doctores, lo cuales les habían dado la misma respuesta: Jimin era un doncel. En simples palabras, Jimin tenía la misma capacidad que una mujer para quedar en cinta, pero su embarazo era mucho más riesgoso, por lo cual lo tenían muy bien cuidado.

Cerro la puerta en cuanto entro a su hogar y un olor a chocolate caliente lo recibió. Entro despacio, siguiendo el delicioso aroma que el chocolate emanaba por la entrada de su casa. El aroma lo dirigió a la cocina, una no muy grande, bastante cómoda para cocinar. Cruzó sus brazos en cuanto vio al responsable de aquel delicioso aroma, carraspeó llamando la atención de su esposo.

—¡Ah!.

Soltó el cucharón con el cual servía en su taza, haciendo que está caiga en la olla y le salpique un poco del líquido caliente a su manos. YoonGi rápidamente se acercó y quitó la taza que Jimin traía en una de sus manos. Tomos las pequeñas manos de Jimin y las reviso.

—¿Estás bien, te duele algo, te quemaste?. ¿Ll-llamo al hospital y pido una ambulancia?.

Jimin dejo de soplar la zona de su mano y sonrió enternecido al oír el tono preocupado de YoonGi.

—Tranquilo, estoy bien GiGi.

YoonGi suspiro y cubrió su rostro con las palmas de las manos de su esposo.

—Lo siento, no debí de asustarte así. ¿Que hubiera pasado si–...

—Pero no paso –quito sus manos del rostro de YoonGi y este le miro–. ¿Me ayudas a limpiar?.

En la caja •°HopeV°•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora