𝐂𝐀𝐏Í𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐗𝐈𝐈𝐈

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Ser tirano no es ser, sino dejar de ser, y hacer que dejen de ser todos

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Ser tirano no es ser, sino dejar de ser, y hacer que dejen de ser todos.

Francisco de Quevedo

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El discurso iba a comenzar; Uziel mostraba una hipócrita sonrisa mientras se mantenía recto y con esa mirada cínica característica suya. Saludando a los invitados desde la parte de arriba, concretamente desde un pequeño balcón vigilado por varios guardias, mientras que el príncipe Shiva hacia lo mismo, aunque su mirada era distinta como si en el fondo quisiera que todo pasara lo más rápido posible. Shiva era un muchacho que no superaría los veintiún años de edad, su cabello era liso algo largo, pero tampoco mucho y grisáceo, algo más claro en el final de sus aparentemente cuidadas hebras. Sus ojos son de un brillante e intenso dorado característico de la realeza licántropo. Sus facciones eran finas pero masculinas a la vez, tenía una nariz chata y su labio inferior era algo más grueso que el superior.

Pobre muchacho, a los diecinueve perdió a su madre en batalla, ella era una admirable guerrera de la legión Norte, nombre que recibía la legión de guerreros de los licántropos, entrenados desde temprana edad para ser imparables en batalla. Dos años después de la pérdida de su madre con la herida aun reciente pierde a su padre.

Snyder me había hablado alguna vez de Shiva. Siempre ha sido un muchacho sensible y tímido, características que un rey no puede permitirse tener. Su padre incluso había intentado tener más descendencia para que fuese el segundo hijo su sucesor y poder inculcarle unos valores más severos que a su hermano mayor.

Era buen plan, si se puede decir así, pero Meredith madre de Shiva se negó profundamente argumentando que Shiva era totalmente capaz que no debía ser subestimado. Al día siguiente la feroz guerrera licántropo apareció con un moretón que ocupaba la mayor parte de su rostro el cual fue causado al estar "entrenando" con su hijo el cual también lucía unos idénticos moratones.

Snyder me contó que era más que obvio que el rey Bairon no era benevolente con su familia, como toda persona que tiene poder no quiere ser cuestionado o sentirse inferior al ser contestado por "seres inferiores".

Que irónico que la temible guerrera legendaria apodada La loba blanca, acabase en esas circunstancias ante alguien totalmente inferior en fuerza que ella. Pero como siempre no es la fuerza quien lleva el mundo, si no la influencia y poder.

Todos los asistentes prestaban especial atención ¿Pero por qué tanta atención? ¿Será porque los rebeldes licántropos por fin tras cientos de años de guerra ceden sus tierras y su príncipe va a exiliarse desapareciendo del mapa, por lo que tienen curiosidad por lo que les deparará el futuro después de este pacto? Obviamente no, todos atienden por temor a los guardias de Uziel, un paso en falso, un mal comentario, una mueca o una mirada que al monarca no le agrade o resulte sospechosa y adiós. Te llevan al cuarto oscuro del cuartel para mantenerte ahí mientras evalúan tu caso.

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