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— Dustin, ¿puedes ir más despacio? ¡Dustin! — exclamó Eddie en un vano intento de evitar la separación del grupo que tanto alivio nos proporcionaba. Los demás simplemente corríamos detrás.

La noche había llegado lenta pero contundente. Lo único que nos permitía ver donde nuestros pasos se dirigían era la tenue luz de la linterna que Steve sostenía desde el final de la fila. Dustin, quien seguía en la delantera, todavía no perdía la emoción por su hallazgo.

— Nos estamos acercando — el de gorra, absorto en su inocultable felicidad, caminaba sin mirar el camino.

Para su fortuna, Eddie estaba atento — Ten cuidado, amigo — le dijo mientras lo sostenía de la capucha para evitar su inminente caída al agua.

Una vez nos libramos de los matorrales, el imponente lago, tan negro que parecía simplemente un pedazo de nada, se dejó adivinar y apenas entrever. Nuestro largo recorrido de horas había sido en vano. Los sentimientos de derrota y desesperanza no tardaron en aparecer ¿Así se habrá sentido Sísifo?

— Dios. Tiene que ser una broma — dijo Steve como pudo mientras intentaba recuperar el aire.

— Si. Este bosque me resultaba conocido — La voz de Eddie sonó apesadumbrada.

— El lago de los amantes — dijo Robin.

— Esto es desconcertante — Dustin se levó las manos a la cadera.

— ¿Hay un portal en el lago? — preguntó Max.

— Cuando el Demogorgon atacaba, siempre dejaba una abertura. Quizá Vecna también — Nancy sonaba convencida.

— Solo hay una forma de averiguarlo — dijo Steve mientras se dirigía a un par de botes encajados en la tierra cerca de donde estábamos.

Nos acercamos al primer bote de la fila detrás de Steve. Estaba cubierto por una lona sucia que escondía un balde maloliente y, por suerte, dos remos de madera lacada.
Supongo que un crimen más no hará mucha diferencia.

— Despacio. Dije despacio — Steve le reprochó a Peter. Ambos estaban llevando el bote hasta el agua entre sus usuales discusiones.

— Perdóneme, mi señor — el de lentes respondió irónico (para sorpresa de nadie).

La primera en subirse fue Robin.

— La mano — dijo Steve ofreciendo su ayuda.

— Mejor paso así — contestó la chica esquivando a ambos chicos — Gracias.

— Si, eso también funciona

El segundo fue Peter seguido por Eddie quien automáticamente se giro para ayudarme a subir — Alice — dijo extendiendo su mano.

Me encontré con un conflicto de intereses. Por un lado, de verdad quería tomar su mano y por el otro, tenía la sensación de que si aceptaba su ayuda, estaría automáticamente desubscribiendome del movimiento feminista… por suerte, mi hiperdesarrollada voz interior cortó rapido con mi desvarío: Por dios, Alice. No eres menos capaz por aceptar ayuda de vez en cuando. Debería agradecerle.
Sin pensarlo de más, tomé su mano para subirme al bote. Le mostré una sonrisa de agradecimiento con un toque de nerviosismo que me fue devuelta con una gracia indescriptible. Otra vez, sentí el ligero bombear en mi pecho. 

Nancy subió detrás de mí, también con la ayuda de Eddie. Y por ultimo Dustin lo intentó.

— Oye ¿Quieres hundirnos? — Eddie lo obligó a frenar — No aguantará más de cinco personas — el de gorra no fue capaz de ocultar su molestia.

𝕁𝕦𝕤𝕥 𝕝𝕚𝕜𝕖 𝕄𝕦𝕤𝕚𝕔 | 𝙴𝚍𝚍𝚒𝚎 𝙼𝚞𝚗𝚜𝚘𝚗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora