Rengoku Shinjuro:
El día en que vimos por primera vez a Akaza Hakuji tenía el rostro contraído en una expresión de angustia que iba mucho más allá de la inquietud común y corriente de cualquier persona que se encuentre a otra inconsciente en la calle. Era la expresión de desesperación de alguien que está reviviendo una pesadilla y en cierto modo fue como verme a mí mismo reflejado en un espejo.
La muerte… no nos damos cuenta de lo cerca que la tenemos pese a que desde el mismo día en que nacemos vamos muriendo lentamente. La muerte camina a nuestro lado, no aguardando como un animal traicionero a que nos descuidemos para arrebatarnos el aliento, sino más bien recordándonos el valor incalculable de cada segundo, de cada soplo de aire que tomamos para que cuando llegue el día en el que nuestra llama se apague no haya nada de lo que nos tengamos que arrepentir, o por lo menos que nos tengamos que arrepentir de muy poco.
En el fondo aunque muchos no nos lo planteemos por lo macabro de la cuestión, vamos buscando con desesperación la felicidad, la dicha y el gozo para no pensar en la ineludible cuenta atrás.
Algunos, sobretodo los más jóvenes, se emborrachan de la falsa sensación de invulnerabilidad que esta nos proporciona. Pero a medida que se nos restan instantes, segundos, minutos… nos vamos dando cuenta de que nada es perpetuo.
En mi devoción por Ruka y mis hijos creí estar protegido por una burbuja irrompible, pensaba que nada ni nadie podría ni tendría el derecho de interferir en nuestras vidas, que sin llegar a ser perfectas eran más de lo que jamás hubiera osado desear. Pero cuando la enfermedad, como una aguja invisible la hizo estallar, mi mente no pudo asimilarlo. Por eso busqué escudarme tras otro muro, el alcohol.
Urokodaki Sakonji, un viejo amigo me hizo ver la realidad y el suplicio al que estaba sometiendo a las únicas personas que me quedaban, a los únicos vínculos que me seguían conectando con mi difunta esposa y aunque fue un proceso espantoso de asimilación, pude por fin armarme del valor necesario para enfrentar la realidad. Y valorarla. No tenía a Ruka, cierto, al menos en lo físico, pero tenía su dulzura, su perseverancia, su intelecto, su valentía y su dignidad encarnada en Kyojuro y Senjuro.
Y vi que todavía no era demasiado tarde, de que podía, si tenía las agallas necesarias, retomar mi vida y mostrarles la mejor versión de mí mismo.
Pero en los ojos de ese chico, un poco más que un niño, pero menos que un hombre —al menos en apariencia— anidaba un dolor mucho más lacerante, el dolor invisible para los que aún no han sido visitados por la Parca, un sufrimiento que tan solo uno cuantos elegidos podemos reconocer en la mirada del otro.
¿Qué es eso tan valioso que te han arrebatado? ¿Acaso has encontrado en Senjuro una pequeña chispa que te recuerda a esa luz extinta?
Al aclararme la garganta, el chico se puso en pie y se hizo a un lado para saludarme con una educada inclinación a la que respondí cortésmente. Me fijé en que en sus ojos aún quedaban rescoldos de lo que vi en aquel entonces, como ascuas que aún resplandecían sobre un lecho de cenizas. Kyojuro y yo entramos en la habitación y vi la expresión en el rostro del menor de mis hijos, sus mejillas sonrosadas y el brillo en sus ojos cuando me mostró los regalos que Akaza le había traído.
Todos nos sentamos, Kyojuro ocupando el lugar que Akaza-kun había dejado libre, y este, al igual que yo en uno de los dos sillones junto a la cama.
—Muchas gracias por todo —dije y él negó con la cabeza esbozando una tímida sonrisa.
—No se merecen, de verdad —repuso mirándome a los ojos.
—Te has comportado como un auténtico héroe, no solo salvando a mi hijo y al otro muchacho aún a riesgo de tu propia vida —señalé y su mirada se ensombreció un poco.
—Me halaga demasiado, pero permítame que le diga que tal vez sea muchas cosas menos un héroe —contestó con la voz un poco enronquecida al tiempo que se llevaba sus manos adornadas con tinta al cuello de la camisa para colocárselo bien en un vano intento de ocultar sus tatuajes de pandillero.
Incliné la cabeza hacia un lado.
—No creas que no me he fijado en ellos, muchacho, pero ahora mismo, para mí tienen mucho más peso tus acciones que otra cosa y yo no soy quien para juzgar lo que hayas hecho o dejado de hacer —afirmé y el chico de cabellos borgoña alzó la cabeza para mirarme con incredulidad.
—¿Sabe lo que está diciendo? —preguntó y su voz se agudizó unas cuantas octavas antes de carraspear.
—Perfectamente —sentencié y para luego continuar— tan solo te pido una cosa.
De soslayo vi que Kyojuro y Senjuro me miraban expectantes.
—¿De qué se trata? —preguntó Akaza.
—Del mismo modo que no hace falta que te recuerde que el bienestar de mis hijos está por encima de cualquier otra cosa, quiero que incluyas el tuyo propio en esta misma categoría, Akaza-kun, te has granjeado mi respeto y aprecio.
La mandíbula del chico se descolgó de la sorpresa por lo que se me quedo mirando con los labios entreabiertos y los ojos vidriosos unos instantes antes de recuperar la compostura.
—Usted es una grandísima persona y siento que no me alcanzará esta vida ni la siguiente para agradecer lo que está haciendo por mí —dijo poniéndose en pie y haciendo una pronunciada inclinación.
—No es para tanto… —dije un poco abrumado agitando las manos mientras se enderezaba y una vez aclarado todo, pasamos el resto de la tarde hasta el fin del horario de visitas hablando de todo un poco, Kyojuro nos contó algunas anécdotas de clase con las que nos reímos hasta que nos dolió la cara y cuando llegó la enfermera para avisarnos, Akaza se ofreció para quedarse esa noche con Senjuro, si no le encontrábamos inconveniente. En un principio no estaba muy seguro, pero los pucheros que me hizo el más pequeño terminaron por hacerme ceder.Dosgatosescritores:
¡Ya estoy de vuelta!
Perdonad que haya tardado tanto en actualizar este capítulo, pero he tenido mucho en lo que pensar, no solo en lo tocante a las historias que estoy publicando y en las que se avecinan, si no también en asuntos de índole más personal. Digamos que no estoy pasando por una buena época, pero no por eso voy a permitir que lo que escribo se resienta y tengáis que leer algo que no merezca la pena.
Ahora, en lo referente al capítulo:
¿Qué os ha parecido? Yo pienso que aunque Shinjuro sepa que Akaza no se mueve en terrenos muy legales, es cierto que pese a todo se ha portado mejor que bien con su hijo. También quizá tenga la esperanza de que en el futuro cambie el entorno en el que se mueve por otro mucho menos oscuro, quién sabe
Por el momento no puedo deciros mucho más a parte de que se viene algo no apto para cardiacos.
Un abrazo enorme y muchas, MUCHÍSIMAS GRACIAS por vuestra paciencia y cariño.
ESTÁS LEYENDO
Sed De Venganza. (Tinta y Fuego parte IV).
FanfictionCuarta parte de la saga Tinta y Fuego. Senjuro ha sido secuestrado por los subordinados de Dōma, con tan mala suerte de que en el mismo se ha visto envuelto en un violento accidente... Esto despertará la ira de Akaza quién sin saberlo está a las pu...