2. ¿Por qué?

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Rengoku Senjuro:

Duró a penas un instante.

Cuando me acerqué a la ventanilla de aquel coche, sentí un repentino golpe en la parte posterior de la cabeza, el cual solo me dolió un instante, lo que tarde en perder la consciencia.

No sé cuánto tiempo permanecí en la negrura, solo sé que cuando volví a despertar todo estaba envuelto en el caos. Llovían trozos de cristal por todos lados mientras el metal del coche en el que iba con la cabeza apoyada en el regazo de un chico algo mayor que yo, crujía y se retorcía entre horribles chirridos. De pronto, algo negro, delgado y afilado estuvo a punto de atravesarle el cráneo a través de una de sus cuencas oculares, pero tiré con todas mis fuerzas de él.

No podía morir, me negaba a permitir que muriese cuando podía evitarlo.

Más negrura.

La sensación de estar cayendo desde una sima a unas profundidades infinitas.

Y luego, nada.

Me despertó un pitido intermitente y una presencia a mi lado. Cuando abrí los ojos, notaba el cuerpo pesado y dolorido, como si me hubiera pasado un elefante por encima. Me encontraba en una habitación que no era la mía, las paredes desnudas a excepción de un cuadro de un bosque de bambú. A mi derecha había un ventanal que ocupaba la mitad superior de la pared y en cada extremo del alféizar había dos bonsáis. A través de este penetraba la luz de las farolas de la calle. A mi izquierda había otra cama que en esos momentos estaba ocupada por alguien vestido con un pijama grisáceo de dos piezas. A su derecha había un gotero de metal que sostenía una bolsa de suero conectada a su brazo y sus ojos estaban envueltos con un vendaje que le rodeaba la cabeza,
Supongo que el cambio en mi respiración o algún tímido movimiento debió delatar que había despertado, porque fue entonces cuando empezó a hablar. Primero sus palabras no fueron más fuertes que un susurro que a penas se escuchaba por encima del silencio de la noche.
—Si hubieras muerto, todo sería mucho más fácil… —murmuró y el miedo comenzó a reptarme por la espalda como una serpiente de hielo. Lentamente giré la cabeza en busca del timbre que haría que las enfermeras vinieran corriendo a la habitación. Lo encontré cerca de mi mano derecha y lo agarré como si me fuera la vida en ello.— Si hubieras muerto, ahora no estaría dándole tantas vueltas a la cabeza y solo tendría que pedirle a Dōma disculpas por un tonto descuido. Estoy seguro de que me perdonaría.

¿Dōma? Ahora que lo mencionaba, Kyojuro me había preguntado acerca de él, si lo conocía. En ese caso, ¿cómo era que él sí que me conocía a mí y peor aún, qué problema tenía conmigo?
De soslayo vi que el chico dirigía su mano con torpeza a la almohada que tenía y la agarraba clavando sus dedos llenos de rasguños y cortes en ella.
—Si hubieras muerto, ahora no me estaría preguntando tantos por qués; ¿por qué me salvaste? ¿por qué tomaste la decisión de ayudarme cuando sabes que me intención es la de hacerte daño? ¡Maldita sea! ¡¿Por qué?! —Mientras hablaba, gruesos lagrimones se le escapaban por debajo del vendaje. — ¡Ahora tengo una puta deuda contigo!

Mi dedo índice, tembloroso se detuvo en ese momento, acariciando el botón.
—Eres débil, patético, todo lo contrario de mí y mira cómo estoy, mostrándome vulnerable ante un donnadie como tú.
—No hables de esa manera… —logré decir, tenía la garganta seca— tú no te estás mostrando frágil ante mí, lo que ocurre es que hasta las últimas consecuencias vas a intentar convertirme en tu enemigo.
Un sollozo de rabia escapó de su garganta y se levantó repentinamente de la cama agarrando la almohada con ambas manos.
—¡Maldito niñato de mierda, no vengas a darme lecciones! —chilló dando pasos tambaleantes hacia mí. Abriendo los ojos como platos rodé por la cama alejándome de él mientras pulsaba el timbre desesperado.

Por suerte una enfermera vino corriendo justo cuando las manos del chico, transformadas en garras trataban a ciegas de dar con mi garganta. Esta tiró de él con todas sus fuerzas y se puso a llamar a voces a alguien que la ayudase, pues el otro no dejaba de retorcerse mientras maldecía enloquecido.

Al final fueron necesarios tres celadores altos y fornidos y que le inyectaran algo  para reducirlo y llevárselo a otra habitación.

Cuando el peligro pasó, la enfermera y yo nos quedamos unos minutos en silencio jadeando para recuperar el aliento. Luego me prometió que lo mantendrían vigilado. Pese a todo, me iba a ser del todo imposible volver a conciliar el sueño. La conversación que hacía unos días había tenido con mi hermano ahora reverberaba en mi cabeza. ¿Y si el día del festival Akaza-san había venido al colegio a advertirme acerca de él? De ser así, debía hablar con él lo antes posible.

Dosgatosescritores:

¡Ha sido una absoluta locura este capítulo! ¡No os imagináis lo que me ha costado abordarlo!

Ha habido un par de veces en las que me he dicho: compa, ¿no crees que te estás pasando? Pero lo bueno es que se vienen unos cuantos capítulos más tranquilos.

Sé que estos os han tenido con el corazón en un puño, pero poco a poco voy a bajar un poco el nivel, porque ahora necesito centrarme en otros puntos importantes de la trama.

Por el momento me despido de vosotros hasta dentro de nada.

Sed De Venganza. (Tinta y Fuego parte IV).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora