Este relato comienza en un domingo de invierno, allá por el año 2013. Era poco más de las 4:30pm, hacía un frío inusual pese a la estación y la calle de aquel vecindario se encontraba vacía, salvo por unos perros y gatos callejeros que buscaban cobijo en los autos aledaños.
En una esquina de aquella calle se encontraba un hombre delgado, vestía una casaca de cuero importado evidentemente gastado, pantalones desteñidos y zapatillas empolvadas. Se encontraba apoyado en una pared, fumando un cigarrillo como único escape a la helada que se acentuaba con el paso de los minutos. Miraba a ambos lados cada cierto rato y, de ser necesario, planeaba gastar la cajetilla completa con el fin de lograr el objetivo que se planteó. Estaba sonriendo, llevaba el cabello aún húmedo, peinado improvisadamente hacia atrás como evidencia del apuro que sintió para llegar a ese punto.
A los quince minutos se escucharon unos pasos que poco a poco se iban sintiendo más cerca. Junto a este sonido, se marcaba otro de ruedas de plástico y una respiración agitada. La silueta femenina corría a toda velocidad, emanando con mucho desespero el humo de su boca con cada respiro que se daba para llegar más rápido. "Es ahora o nunca" se decía constantemente. Llevaba un abrigo que hace mucho no usaba, unas leggins negras con interior de polar, unas botas de gamuza y un gorro de lana a punto de caérsele.
Al igual que el sujeto aquel, su cabello estaba igual de húmedo por el ambiente, llevaba ella una pesada mochila a ruedas y en su brazo un divertido peluche de gato que le habían regalado un año antes. En su casa tardaron en descubrir que estaba huyendo. Nadie podía determinar en ese momento la decisión que ahí se tomaría.
Él iba por el tercer cigarro cuando ella llegó, tomó aire y esperaba una palabra de su parte. Él solo atinó a sonreír y a respirar aliviado luego de la corta espera que se le hizo eterna.
—Llegas tarde — le dijo mirándola.
—Lo sé, lo siento —respondió ella tomando aire con mucha dificultad.
—Yo ya me adelanté y dejé mis cosas allá, solo faltas tú.
—Si... amor...
La expresión del sujeto se tornó pálida de pronto ya que otros pasos comenzaron a resonar en aquella calle y de una esquina cercana apareció otro hombre a quien reconoció de inmediato. El otro joven tenía en su rostro una clara expresión de desesperación. Al ver a la pareja, gritó a viva voz el nombre de la chica logrando llamar así su atención. Ella al verlo quedó completamente perpleja.
—¿Qué hace aquí? —le dijo a su pareja.
—Ese idiota... —respondió él igual de absorto.
El silencio llenó el ambiente de pronto y la humedad comenzó a acrecentarse. Una leve garúa comenzaba a sentirse y con el pasar de los segundos, ella parecía salir del asombro y recuperar la cordura.
—Vete —dijo ella entonces— ya lo decidí.
—¿Estás segura? —respondió él.
—Ya la oíste oe baboso, ¡lárgate! —intervino su pareja.
—¡Tú no te metas! —le replicó.
—Muy segura —interrumpió ella— y esta vez no es un error.
Tomó su maleta a ruedas y corrió hacia el paradero más cercano. Su pareja se sorprendió de este hecho y emprendió la marcha de igual forma levantando el dedo medio hacia el otro joven que había llegado. Esto lo dejó devastado por dentro, por lo que sólo optó por dar la media vuelta dejando ver un semblante decaído y unas lágrimas que no pudo contener.
La pareja, por su parte, al llegar al paradero, tomaron el primer bus que se acercó. El chico subió primero con mucha prisa para ocupar unos asientos que había visto, la chica tuvo que ser ayudada por el chofer para subir la pesada maleta a ruedas. Tras esto, el bus emprendió su marcha y no esperó a nadie más.
ESTÁS LEYENDO
Tal Vez (Libro 1): Esto Nunca Pasó - [COMPLETA]
Romance¿Qué pueden tener en común una historia de desamor y una de amor? ¿Qué misterio los une? Estas son las preguntas a responder con estas dos historias donde lo obvio se deja de lado. Un amor que termina de la peor manera y otro que empieza de la mejor...