Mientras todo esto ocurría, Tom iba en el antiguo taxi que solía conducir Alfredo, pero esta vez guiado por Fred. Habían pasado unos minutos desde su última conversación con Diana y ahora era el propio conductor quien le informaba por mensaje de la decisión tomada por su ahora ex novia tras leer la carta. Tom agradeció el favor recibido y pudo finalmente respirar tranquilo. Le contó a su amigo que conducía lo que había pasado cuando recibió una llamada.
—¿Aló? —respondió Tom.
—Aló, Tom, hijo —respondió una voz femenina.
—Señora Lucero, ¿Cómo ha estado?
—Bien, Tom, aunque algo preocupada, ya sé lo que hiciste con ese chico Miguel y su hermana. Me sorprende de ti.
—Lo siento señora, pero algo tenía que hacer. Se la tenía jurada desde hace tanto por lo que le hizo a Roxana.
—Eso lo entiendo.
—Si de algo sirve —interrumpió Tom— conozco a Diana, la hermana, es fuerte y estoy seguro que lo superará con el tiempo. Ahora me enfoqué cien por ciento en Miguel y a él me enfrenté al final. Le hice ver las consecuencias de sus actos y estoy seguro que se la pensará muchas veces antes de estar nuevamente con alguien.
—Entiendo hijo, no te preocupes, no me decepcionas, ha sido típico de ti el defender el honor de mi hija y te agradezco por ello. Solo desearía que ella estuviera aquí conmigo ahora y más aún en ese entonces. Estoy segura que te hubiese podido evitar todas las molestias que te has tomado.
—Tiempos difíciles a veces nos obligan a tomar decisiones apresuradas. Quizás no fue la mejor opción señora, pero me alegra haberle podido plantar cara a ese tipo.
—De igual forma gracias Tom. Espero puedas un día de estos pasarte por mi casa, te invito un desayuno o un almuerzo cuando gustes.
—Gracias señora, estaremos en contacto.
—Hasta luego.
Una vez colgó, Tom respiró hondo y se dejó caer en el asiento en el que se encontraba. Por primera vez después de dos largos años podía hablar y actuar como él mismo fuera de su trabajo. Muchas partes de la piel de su rostro se veían ligeramente desiguales en tonalidad, las cuales cubrió torpemente con base para que pase desapercibido. Pese a ello, ya no llevaba una máscara de látex y podía ver el mundo nuevamente con sus propios ojos y hablar con su propia voz. Pese a esa tranquilidad, un pensamiento no lo dejaba tranquilo puesto que no había realizado en él hasta que la propia Diana se lo dijo en su última conversación y no parecía haber una nueva oportunidad para aclararlo.
—Así que aún te llevas con la ex suegris ¿eh? —dijo Fred riéndose.
—Pues sí y créeme que no me hace mucha gracia.
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Tal Vez (Libro 1): Esto Nunca Pasó - [COMPLETA]
Romance¿Qué pueden tener en común una historia de desamor y una de amor? ¿Qué misterio los une? Estas son las preguntas a responder con estas dos historias donde lo obvio se deja de lado. Un amor que termina de la peor manera y otro que empieza de la mejor...