Esto Nunca Pasó - Capítulo 18

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Miguel despertó pesadamente luego del fuerte golpe que había recibido en el rostro. Miró alrededor y se dio cuenta que aún se encontraba en el mini departamento de Leo, lo reconoció de inmediato pese a verlo aún borroso. Trató de incorporarse y aún sentía mucho dolor en su cara. Al tocarse, notó que su nariz sangraba y que parte de su labio se había partido, sangrando de igual forma. Pegó un ligero grito de sorpresa al notar el fluido rojo en sus dedos, el cual llamó la atención de su aparente captor.


—Vaya, eso debió traerte malos recuerdos ¿verdad? —le preguntó Leo sarcásticamente.

—¿Por qué? —comenzó a preguntar Miguel casi susurrando— ¿Por qué me hiciste eso maldito?

—La pregunta es ¿Por qué no te he hecho más de lo que debería? Estoy siendo muy compasivo en realidad. Tarde o temprano, las malas acciones y las mentiras se deben pagar.

—A ti no te he hecho nada.

—Exacto.

—¡Ja! Así que se trata de alguien más ¿Cierto? No me arrepiento de nada de lo que haya hecho hasta ahora. La vida de un artista está llena de sacrificios necesarios.  —replicó en todo burlón.

—¿Artista? ¿Tú? Hazme el favor.

—No sabes nada Leo, nada de mí.

—Más de lo que desearía saber en realidad.

—¿Y bien? ¿Quién te envía, malvado cucarachón? —Preguntó incorporándose un poco más- ¿Hombre o mujer?


Leo se quedó en silencio, lo observaba de una manera molesta y burlona a la vez, a la expectativa de cada palabra que Miguel dijera, esperando que dentro de sí supiera de qué iba todo ese asunto.


—Para haberle dedicado tanto tiempo debe ser una mujer —continuó Miguel.

—Adelante, adivínalo sabelón —le retó Leo.

—¿Lucecita?

—¿La novia que le quitaste al líder de Hanabi? Frío —respondió Leo con una sonrisa igual de sarcástica.

—Seguramente Paola.

—¿Tu amante en tus proyectos? Frío de nuevo, vaya historial el tuyo.

—¿Amante? No me digas... que se trata de Roxana.


La expresión de Leo cambió entonces a una más bien molesta. Rápidamente se puso de pie, tomó un pañuelo que había predispuesto con anterioridad, se acercó al joven herido, hizo su cabeza hacia atrás jalándole el cabello y puso con mucha firmeza el pañuelo sobre la herida casi como ahogándolo; pero en realidad solo lo dejó ahí para que él lo tome.

De inmediato, Miguel sintió un gran ardor en todo su rostro que le hizo pegar un gran grito, puesto que dicho pañuelo estaba húmedo con alcohol, el cual comenzó a penetrar en sus heridas aún abiertas.


—Caliente —dijo Leo retomando su posición y su sonrisa, tomando un artículo de una mesa contigua.

—¡Maldito! ¡¿Qué eres tú de ella?! ¡¿Eres uno de sus tantos ex?! —preguntó Miguel soportando el dolor.

—¿Quién soy? Buena pregunta. Sin embargo —dijo cambiando el tono a uno más serio, mostrándole un objeto brillante y aparentemente filudo— a estas alturas no importa que lo sepas.


Miguel al ver dicho objeto tuvo un gran temor, puesto que a primera vista parecía tratarse de una especie de navaja o cuchillo. Tomó un cojín cercano y se lo puso entre sus piernas, encorvándose en posición fetal, temblando de miedo y tapándose los ojos.


—¡Por favor! ¡Por favor! ¡No me hagas nada! —comenzó a gritar temeroso— Te consigo lo que quieras, haré lo que me pidas, por favor.

—¿Crees que haré algo contigo, Kise Tenshi? Relájate —Le dijo Leo sonriendo.

—¡No me hagas nada! —Continuó vociferando.

—Y con respecto a tu pregunta... —comenzó a decir Leo— No, no soy uno de sus tantos ex...


Entre sus lloriqueos, Miguel alcanzó a alzar la mirada un par de veces como buscando una forma de contrarrestar un posible ataque de quien tenía al frente. Sin embargo, en su primera visión notó que Leo se llevaba el aparente cuchillo al rostro, para luego arrojar algo que cayó a su costado y le hizo saltar de susto al sentir el impacto.


En la segunda, lo vio de espaldas llevándose las manos a los ojos, para luego guardar algo en una cajita pequeña. Luego, su larga cabellera castaña clara también cayó de su espalda, y en la cabeza de su captor solo quedó un oscuro cabello negro. Miró al costado aquel objeto que fue lanzado y vio la nariz respingada que caracterizaba al novio de su hermana, rodeada por un poco de piel. Esta última visión le hizo pegar otro pequeño susto y al ver al frente, se sorprendió de la mirada fría de aquella persona, con ojos negros súper intensos y sin vida, de rostro lozano, sin las marcas de cada costado que solía caracterizar su antiguo cuñado.


—...Soy solo su ex, el único con derecho a llamarse así —continuó con una irónica sonrisa.


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Tal Vez (Libro 1): Esto Nunca Pasó - [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora