Esto Nunca Pasó - Capítulo 11

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Ya en horas de la tarde, ella volvió a su trabajo y tuvo que completar las horas restantes antes de volver a su cuarto

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Ya en horas de la tarde, ella volvió a su trabajo y tuvo que completar las horas restantes antes de volver a su cuarto. Intentó comunicarse con él un par de veces, pero siempre sonaba como si estuviera ocupado. Ella asumió que se debía al sobre tiempo en su trabajo por lo que optó en no molestarlo y seguir en lo suyo hasta verse en la noche.


En esas pocas horas, ella tuvo que completar el trabajo de todo un día y como la profesional que era consiguió hacerlo. Ello dejó muy impresionada a su jefa por lo que ya no tuvo más dudas en validar la salida que tuvo al consultorio. Sin embargo, esto la dejó agotada y deseó aún más llegar a casa con el fin de encontrar un alivio físico y emocional junto a su pareja.


Como era costumbre en ella, al llegar se quitó los tacones que tanto le hacían doler y se masajeó los pies. Con una sonrisa, pensó en lo aliviada que se sentiría al descubrir que está embarazada y ya no tener que usarlos durante los últimos meses. Pensó en el tipo de zapatos cómodos que llevaría y en la ropa holgada que tendría que usar. Sobre todo, pensó en la posibilidad de que evitaría usar el transporte público ya que no son muchos los jóvenes conscientes de lo difícil que es esa etapa, incluso ella misma no había tenido esto en cuenta antes de lo ocurrido. Antes de meter su llave, tocó la puerta y llamó a su pareja para comprobar si estaba ahí. No obtuvo respuesta, por lo que ingresó segura de que no había visitas imprevistas, como muchas veces antes.


Una vez adentro notó una gran diferencia, el piso estaba inusualmente limpio, la cama tendida, no había ni ropas ni toallas que recoger, tampoco platos sucios ni comida echada a perder, tampoco se sentía el clásico perfume que él usaba antes de salir por lo que ella intuyó que aún no había llegado puesto que a la vista todo estaba como ella lo dejó en la mañana.


Fue cuando quiso cambiarse que empezó a notar que faltaban algunas cosas, no estaban las ropas de él, las que usualmente colocaba en el ropero de forma improvisada y desordenada, tampoco estaba la mochila con la que se mudó. Revisando aún más descubrió que faltaban algunos víveres, algunos artículos de aseo que habían comprado al por mayor, ni las notas de los proyectos en los que él se había embarcado.


Con mucho temor, abrió un pequeño baúl donde ambos guardaban sus fotos, algunos suvenires y principalmente algunos ahorros que habían comenzado a tener para más adelante comprarse un departamento propio. Ninguna de estas cosas se encontraban ahí y en su lugar había una pequeña nota con su nombre. Su corazón latía a mil por hora y, con las manos temblorosas, abrió la nota que estaba escrita a puño y letra de su pareja que decía lo siguiente:


"Tú me crees idiota ¿verdad? ¿Qué dijiste, me embarazo y me amarro con él para siempre? No soy ningún huevón mamita, si estás embarazada está más que claro que no es mío y si lo fuera, es completamente tu culpa por no saber cuidarte. Tú no vas a venir a arruinar ninguno de mis proyectos, soy un artista y no permitiré que nada ni nadie me detenga. El error es tuyo, ya verás qué haces. Seguramente esa cosa que tienes viene de un chico de tu trabajo, por algo llegas así de tarde, además dejaste a tu ex para estar conmigo ¿no? ¿no recuerdas que lo hicimos por primera vez cuando aún estabas con él? Más que seguro aún haces ese tipo de cosas, maldita cerda. NO ME VUELVAS A LLAMAR, NO QUIERO SABER NADA DE TI NI DE TU PERRA VIDA DE AHORA EN ADELANTE, NO ME ARRUINARÁS, ME LLEVO TODO LO QUE ES MÍO Y ESTO NUNCA PASÓ ¿ENTIENDES? ADIÓS.

K. T."


Una gran ira e impotencia se apoderó de ella, tomó la carta y la rompió en dos tirándola al suelo, echó a llorar desconsoladamente e hizo una gran rabieta como nunca antes. Golpeó todo aquello que se le cruzaba, rompió algunos platos y producto de un descuido se hizo un corte en la mano que le sangró de inmediato y ayudó a hacerla entrar en razón. Desde el primer piso, la casera le preguntó si estaba todo bien. Ella, disimulando su voz ahogada, le dijo que sí y que solo se le habían caído algunas cosas. Se tiró a la cama y pegándose a la almohada pegó varios gritos mientras continuaba llorando y golpeando, tratando de liberar lo más pronto posible toda esa frustración que de pronto la embargaba.


—¡Maldito! ¡Maldito cobarde desgraciado! ¡Eres tan cobarde, tan basura que me dejas un ridículo pedazo de papel y no eres capaz de firmar con tu maldito nombre real! —se quejaba mientras lloraba.


Trató de llamarlo varias veces, pero en esta ocasión su número figuraba como no existente. Lo trató de ubicar por redes sociales, pero al parecer ya había sido bloqueada o su cuenta había sido eliminada. Ella poco sabía de su familia, pero sabía de antemano que no era del agrado de nadie. Pensó en llamar a su propia familia y pedir perdón por haber huido de forma tan imprudente. Sin embargo, su orgullo para con ellos era muy grande y más que recuperar a su pareja, quería demostrarles que ella era una chica independiente. Esta situación la dejó con una última opción, para lo cual parte de su orgullo debía ser tragado. No fue hasta el quinto intento donde finalmente obtuvo respuesta.


—¿Aló? —dijo ahogada aún entre lágrimas— por favor, por favor, no me cuelgues, necesito que me escuches... ¡No me cuelgues!


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Tal Vez (Libro 1): Esto Nunca Pasó - [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora