Capítulo 8: Héroes anónimos (parte 1)

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Carlos Alberto Alba Garrido

Raúl Almaguer Avila



Ich Báalam

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Capítulo 8

Héroes anónimos (parte 1)

1 EXT. BAALAM. NOCHE

En el Baalam, la luz de la Luna ilumina las calles mientras la mayoría de los habitantes descansan plácidamente en sus hogares; sin embargo, Kukulkán continúa despierto, por lo que decide caminar por la playa para tratar de despejar su mente. Después de unos minutos, se detiene para contemplar las olas y la belleza del océano.

De pronto, escucha los pasos de otra persona que se acerca desde atrás. Al llegar junto a él se da cuenta de que se trata de Hunab-Ku.


Kukulkán:

¿Cómo supiste que estaba aquí?


Hunab-Ku:

Eres mi hijo, siempre sé en dónde estás.


Al escuchar eso, Kukulkán sonríe.


Kukulkán:

Me da gusto que estés aquí.


Hunab.Ku voltea a ver a su hijo, levanta su mano y la coloca en el hombro de Kukulkán.


Hunab-Ku:

Sabes que siempre voy a estar aquí, para apoyarte.


De repente, Kukulkán cae de rodillas sobre la arena al mismo tiempo que se retuerce de un inmenso dolor. Al verlo en ese estado, Hunab-Ku se agacha junto a su hijo para tratar de ayudarlo.


Hunab-Ku:

¿Qué sucede? ¿Qué es lo que tienes?


En ese momento los ojos de Kukulkán se oscurecen y comienza a gritar por el terrible dolor que siente en su interior. Sus alaridos se vuelven cada vez más agresivos, concentra su poder en sus puños, además de que empieza a bufar. De un solo movimiento se levanta y corre directamente al mar.

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