Hubo un repaso, un pitido constante, y nuevamente, una gran cantidad de pesar, confusión y soledad.
¿Cómo fue que todo acabó así?
Cuando pudo volver a estar consciente de sí mismo, tras una potente descarga eléctrica acompañada de una explosión, Luca Balsa cayó en cuenta de que no podía recordar gran cosa, que su cerebro sufrió un grave daño irreparable y que a partir de ese momento sus manos estarían manchadas de por vida.
El miedo y la desorientación se hicieron presentes, al no poder soportar los continuos gritos que reverberaban en sus oídos mientras caminaba con las manos esposadas, siendo custodiado por oficiales de policía con pintas atemorizantes.
“¡Traidor!”
“¡Asesino!”
“¡Desgraciado!”
“¡Criminal!”
“¡Ladrón!”
En algún momento perdió la cuenta del número de insultos que pudo identificar, pero que no paraban de llegar en lo más mínimo. En el instante en que se detuvieron, fue tan sólo cuando sus ojos dejaron de captar la dorada luz del sol, siendo reemplazada con la tétrica iluminación artificial que apenas envolvía los muros de la prisión.
¿A dónde fue todo el prestigio y la admiración a su sorprendente intelecto?
Lo siguiente que sucedió, fue ser informado de que se había quedado en la ruina sin ningún bien material, debido a que todo fue vendido para compensar a la esposa de su fallecido mentor. Luego fue el trabajo forzado, y le siguió la gota que acabó derramándose del vaso…
El juez encontró su experimento como algo ilegal, y sumado a los otros cargos, había llegado a un veredicto.
«¿Voy a ser… ejecutado en la horca?»
Ese fue el punto que lo hizo acabar por derrumbarse dentro de su celda, aquella tan fría, sucia y mohosa, que ahora resultaba muy acogedora comparada con la idea de una soga alrededor del cuello, el verdugo permaneciendo a un lado esperando la orden de ejecución, y las gélidas manos de la muerte, ansiosa por llevárselo consigo.
Aún no, aún no.
Todavía le quedaba mucho camino por delante en su carrera como inventor, todavía no…
Aún no había concretado lo que sería esa maravillosa invención, que rondaba por su mente hecha añicos como un fantasma, obsesionado con atormentarlo hasta cumplirla.
El gran invento.
Trató de aferrarse a esa idea pese a la realidad y a los constantes recordatorios de sus maliciosos compañeros reclusos y sus carceleros, que a menudo reían, lo golpeaban un poco y luego lo torturaban, recordándole a menudo que pronto su nombre quedaría sucio para la eternidad, y su cadáver, teniendo un poco de suerte, yacería en las profundidades de una fosa común consumido por gusanos.
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Identity V - Trust Me (Luca Balsa x Reader)
Fanfiction"Pareciera que por un tiempo la melodía del viento fue la guía de nuestros pasos sin rumbo, llevándonos a un mundo de mármol, terciopelo y canciones. El dinero sí parece comprar la felicidad, o al menos lo hace hasta que la muerte aparece y decide u...