"Pareciera que por un tiempo la melodía del viento fue la guía de nuestros pasos sin rumbo, llevándonos a un mundo de mármol, terciopelo y canciones.
El dinero sí parece comprar la felicidad, o al menos lo hace hasta que la muerte aparece y decide u...
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“Todo parecía ir de maravilla.
Gradualmente fui aprendiendo a cantar mejor, gracias a la orientación de Lady Carlotta, quien jamás me hizo sentir inferior o como una sombra suya, aún si en realidad yo era eso. Mi padre trabajaba como violinista en la orquesta, así que podíamos pasar tiempo juntos aún estando ocupados, y tenía varias amigas que pertenecían al ballet.
Pero fue cuando cumplí diecinueve años que mi padre enfermó. Aún con el apoyo económico de mis abuelos, decidí trabajar horas extra en el equipo de tramoyistas cargando madera y haciendo mantenimiento al escenario, y de esa forma podía contribuir a pagar los tratamientos costosos que él necesitaba.
A la larga fue empeorando, incluso tomé la decisión de hipotecar la casa con tal de que los mejores doctores lo atendieran, pero a final de cuentas… todo fue en vano.
Falleció, cerca de las fechas navideñas de aquel año. El año en el que fui elegida como la suplente de la Prima Donna, para protagonizar los eventos de invierno.
No pude darme el lujo de estar deprimida y encerrada en mi habitación hasta que dejara de doler tanto, el espectáculo siempre debe continuar, y yo debía seguir para solventar la deuda, porque esa pequeña casita que tuve que hipotecar… es lo único que me queda de papá.
Por esa razón, cuando fui despedida de la ópera, decidí tomar la oportunidad que se me ofreció en bandeja de plata. Una pequeña carta sellada con cera roja, que tenía como destino un lugar muy apartado llamado Oletus Manor.”
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«¿Qué debería hacer? Ha estado tan afligida desde ese día…»
Luca resopló, observando de reojo a (T/N), quien se hallaba tarareando mientras le trenzaba el cabello a Memory.
Era evidente que se sentía bastante preocupada, gracias a la elegante y sutil amenaza proveniente del anfitrión, quien parecía divertido de la situación, evidenciado gracias a las breves notas que enviaba de vez en cuando, sólo para recordarle lo que debía hacer de forma constante. Incluso ya había elegido una canción por ella, siendo “El punto sin retorno” que resonaba en el primer acto de la famosa ópera de “Don Juan Triunfante”.
