"Pareciera que por un tiempo la melodía del viento fue la guía de nuestros pasos sin rumbo, llevándonos a un mundo de mármol, terciopelo y canciones.
El dinero sí parece comprar la felicidad, o al menos lo hace hasta que la muerte aparece y decide u...
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Con un vistazo pudieron asegurarse de que Memory estaba bien, todavía jugando con Robbie y Yima en los alrededores del salón bajo la supervisión de Annie, por lo que se valieron de la distracción de los demás para subir al segundo piso.
Luca y (T/N) caminaron lentamente hacia la habitación sin decir nada, dejando un rastro de agua sobre la madera del suelo, abrieron la puerta y la aseguraron desde el interior, teniendo como única iluminación la lámpara que el inventor usaba para trabajar durante las noches.
La chica lucía entristecida, y aquello aumentó al ver el vestido arruinado en el espejo. Luca se pasó una mano por el rostro, para aminorar el color verde de la pintura corrida en sus pómulos y resopló.
Eso no era en lo más mínimo lo que consideraban como una velada perfecta.
—Deberías ir a bañarte, el agua de ese sitio y la lluvia harán que te enfermes.
Ella asintió, tomó algo de ropa limpia y caminó al sanitario, en el que pronto dejó fluir el agua limpia en la regadera.
El decodificador se sentó en el taburete, con cansancio enorme de por medio, mientras se preguntaba cuándo sería el día en el que el fantasma pudiera continuar con su vida, sin el deseo de tenerla.
«Realmente ha jugado el todo por el todo… por ella…»
De alguna manera aquello lo afligía.
Sólo salió de su burbuja cuando la chica le rozó el hombro, diciéndole sin necesidad de palabras que ya podía ir a bañarse. La historia se repitió mientras se lavaba el cabello, y miraba cómo el agua sucia se desprendía para irse por el resumidero, se sentía perdido.
Cuando terminó y se vistió de nuevo la halló en el ventanal, sentada sobre un almohadón mientras observaba la lluvia descender, sin algún indicio de que fuera a parar durante la noche.
Tenía ya las manos vendadas, y también una ligera mueca en los labios.
Le dió una mirada rápida al reloj, ya eran más de las dos de la madrugada. Se acercó con gran lentitud, tomó otro de los almohadones y se sentó al lado de la sobreviviente, dedicándose también a mirar la lluvia en compañía de los relámpagos.
—¿Por qué… no lo puede entender?— murmuró ella con amargura.
—Eres la clase de chica que sólo aparece una vez en la vida de alguien. Me molesta que llegue a tales extremos, pero puedo entenderlo.
—Soy una chica criada en una granja que se fue a la bancarrota, ¿cómo podría…?
—Si nuestra conversación se resumirá en restarte valor a ti misma, entonces mejor quédate en silencio.
—Pero…
—Ya dije, guarda silencio, preciosa.
Sin advertirlo de antemano, Luca se abalanzó para recargarla contra la pared y la abrazó, de la manera más firme posible.
