EL teléfono sonó cuando Anahí salía del apartamento. Estuvo a punto de no contestar, ya que estaba segura de que la llamada no sería para ella y había hecho planes para ir a Viareggio aquella mañana. Durante los dos últimos días, se había familiarizado bastante con los autobuses que iban de Portofalco a otros lugares de la costa, por lo que había decidido no alquilar un coche.
Sin embargo, el pensar que podría ser una de sus hermanas llamando por algo referente a su madre, la obligó a tomar el auricular.
—Hola —dijo ella, sin poder acostumbrarse a la manera italiana de ciao. Al oír la voz de Alfonso di Herrera, se cayó en el sillón.
‐Señorita Puente... Anahí... Esperaba poder hablar contigo antes de que salieras.
‐¿De verdad?
Anahí sabía que no estaba siendo particularmente amable, pero desde que sabía lo del bebé de Dulce le resultaba aún más difícil pensar en Alfonso di Herrera sin un sentimiento de desprecio. No entendía cómo podía permitir que su abuela tratara a Dulce con tanta indiferencia. Sin embargo, él no sabía que dentro de unos pocos meses ella iba a darle un hijo.
—Sí —replicó él, sin ninguna reserva— . Voy a ir a Portofalco esta mañana y me preguntaba si me permitirías que te invitara a comer.
—Me temo que tengo otros planes, signore —replicó Anahí fríamente, encendida por la actitud descarada de aquel hombre, lo que reforzaba la opinión que tenía del otro sexo—. Ahora, si me disculpa, tengo que tomar un autobús.
— ¡Un autobús! — exclamó él, en tono burlón, cuando ella estaba a punto de colgar el teléfono.
— Sí, un autobús —repitió ella secamente—. Es un vehículo grande, a motor, con cuatro ruedas que lleva pasajeros a diferentes puntos de la costa.
—Sí, sé lo que es un autobús —afirmó él, conteniendo el aliento— . En ese caso, por favor, no me permitas que te entretenga.
—No lo haré — musitó Anahí, muy resentida, pero cuando hubo pensado una respuesta adecuada, se quedó sin linea.
Anahí se dio cuenta por fin de que él le había colgado el teléfono y colgó ella a su vez con rabia. Sin embargo, aunque se quedó allí unos minutos, justificándose por lo que había dicho, no pudo negar que sentía cierto remordimiento por su comportamiento. Después de todo, los asuntos de Dulce no tenían que ver nada con ella y dudaba que su amiga la hubiera defendido con tanto entusiasmo si hubiera estado en su lugar.
Sin embargo, ya era demasiado tarde para arrepentimientos y sólo podía esperar que él no se lo contara a Dulce. Le sería muy difícil explicarle a su amiga por qué se había sentido de aquella manera.
Respirando profundamente, se puso sus gafas de sol, recogió el bolso y el sombrero que se había comprado en Livorno y se marchó del apartamento. Estaba decidida a no permitir que nada le estropeara aquel día y sonrió de manera especial al portero para demostrarse que ella podía ser tan sociable como cualquier otra persona.
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UN HOMBRE PARA DOS MUJERES
Fanfic[ACLARACIÓN: ESTA HISTORIA ES UNA ADAPTACIÓN TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS A SU AUTORA ORIGINAL ] Anahí Puente sólo había esperado encontrar sol y tranquilidad en las vacaciones que iba a pasar con su amiga en Italia, pero se vio envuelta en un torb...