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Observaba con suma atención lo que estaba a su alrededor. No parecía demasiado interesante aquel pueblo ni sus calles ceñidas al vacío, pero prometió hacer un esfuerzo por hallar diversión. 

Nada en las vitrinas hacía que se detenga a observar con detalle, solo recorría para memorizar y no perderse luego. Su estómago comenzaba a arder y sus manos exigían revisar los bolsillos. Unas cuantas monedas fueron suficientes para ingresar en una pequeña tienda, no muy llamativa. Un gran ventanal mostraba e iluminaba su interior.

Saludó a la única persona tras el mostrador y, al ver que ahí se encontraba lo que quería, se acercó. 

─Dos chicles, por favor.

Apuntó el sabor de su agrado y retrocedió hasta tener una mejor vista de los pasillos ubicados a su derecha. Solo una persona se encontraba en ese sector: un chico de cabello rubio y algo largo. Este caminaba en su dirección, sin embargo, no se percató de la mirada que estaba sobre él. Solo observaba el suelo. 

Al escuchar cuánto debía pagar, Seonghwa sacó las monedas de su bolsillo. Sus dedos hicieron que una resbale y comience a rodar.

No tuvo tiempo de alcanzarla, alguien la recogió primero. Alzó la vista para encontrarse al chico rubio, quien extendía su brazo para ofrecerle la moneda, sin expresión en el rostro. 

─Gracias. ─Hizo un gesto similar a una sonrisa y no dedicó más segundos a ver al joven desconocido. Solo quería salir de ahí, conocer lo que era su nuevo hogar. 

Se retiró de la tienda y miró a su alrededor. Pese a ser un lugar realmente pequeño, era agradable a la vista. Los árboles y montañas se veían por doquier, no había grandes edificios ni un tercio de la contaminación acústica de su ciudad. Perfecto para dar serenidad a su mente y cuerpo. 

Seguían sus pasos por el lado desconocido de la calle y llamó su atención ver que acababa en cuestión de metros. No tardó en llegar. 

Mientras masticaba el chicle al ritmo de una vieja canción pegadiza, volteó para ver si alguien pasaba cerca, mas no pudo divisar a nadie. 

Pueblo fantasma, pensó con cierta gracia.

En la misma dirección, al terminar el suelo firme, pudo ver la naturaleza en su máxima expresión. Solo encontraba césped, árboles, un sendero, rocas y más soledad. Soledad que no sabía que necesitaba.

Siguió el sendero algo empinado que apenas se distinguía. En todo momento se dedicó a subir. Miraba atrás cada ciertos segundos, hasta que el camino se volvió recto y perdió por completo de vista el espacio habitado. En su piel impactaba la suave brisa, haciendo también que suenen las hojas de los árboles. 

Seonghwa no era la persona más atlética del mundo; caminar en subida unos minutos lo había agotado, pero no se detuvo. 

Y encontró algo hermoso. 

El color del césped era más vibrante e interminable, y solo algunas rocas quitaban su total protagonismo. Lo que más agradó a Seonghwa de ese lugar: era imperceptible hasta acercarse lo suficiente. Todo lo que había subido, debía ser bajado para llegar. Era un espacio oculto, no obstante, el sol parecía apuntar su alegría con mayor intensidad que al resto del mundo. 

Ocupó un minuto para buscar alrededor una forma de bajar sin caer a una altura considerable, sin embargo, no hizo nada para ponerla en práctica, aunque se notaba fácil hacerlo.

No hizo nada más que masticar su chicle y ver desde la altura, de pie, disfrutando lo que transmitía ese valle.

Por un momento creyó perder la noción del tiempo.
    
Había decidido que era hora de irse a su nueva casa. Se prometió a sí mismo volver pronto, justo antes de regresar por el mismo sendero que lo aproximaba a la última calle que caminó. Volvió a pasar por esta, con intenciones de no olvidar el recorrido que tomó antes, y repetirlo para retornar al lugar que le brindó hermosa y auténtica tranquilidad. 

Todo eso significaba pasar nuevamente frente a la pequeña tienda, sin notar que, segundos más tarde, alguien posaba sus pensativos ojos en él.

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¡Hola! Tuve esta historia en borradores un buen tiempo, estuve meses pensando si publicarla o no. Espero que les guste <3

petals ─ seongsangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora