—¿Sabes? Son las flores más lindas que he visto. Qué suerte tenerlas en el patio, ¿no?
Yeosang asintió mientras caminaban.
—No sé si ya te dijo, pero ayer mi mamá llevó unas cuantas a la tienda y se ven muy bien —comentó Mingi a su lado y Handong le dio la razón.
—Son tan alegres que hasta Jongho sonrió cuando las puse sobre el mostrador —bromeó la mujer e hizo reír a los dos adolescentes.
Yeosang fue acompañado hasta la puerta por ambos y se despidió luego de agradecer la ayuda.
Handong asintió, sin quitar la triste pero disimulada sonrisa de sus labios en ningún momento.
—No es nada. Vuelve cuando quieras, solo avísame unas horas antes para hacer galletas o una tarta de frutas. —Le guiñó un ojo—. Y no te preocupes, no le diré nada de esto a tu mamá.
Lo último era un gran alivio para él. No quería que su mamá se pusiera mal de nuevo por sacar a la luz algo relacionado a su hijo muerto.
Le dio las gracias de nuevo y la mujer no avanzó ni un paso más, pero Mingi sí.
—Cuando quieras te acompañaré, Yeo —le recordó antes de volver a su casa.
Yeosang solo comenzó a caminar cabizbajo con la bolsa completamente oscura en su mano, pensando si Seonghwa se alegraría ese día de ver los pétalos flotando sobre su cabeza.
Apreciaba mucho a su tía y a Mingi, sin embargo, no le agradaba esa mirada de lástima que le daban cada vez que se hablaba sobre Yunho.
Antes él y su primo eran muy unidos, mas con el tiempo fueron tomando distancia y ya no creía poder contarle lo de las flores y el chico pelinegro que las veía casi a diario. Le habría gustado abrirse en ese sentido con el alto, pero ya no era posible, y un extraño sentimiento de culpa y nostalgia lo invadió por algunos segundos.
Solo hasta que levantó la cabeza y vio el camino de frente, notando a lo lejos a alguien.
—¿No es…? —susurró sin pensarlo y sus pies se detuvieron por algunos segundos.
El chico delgado se encontraba en una esquina del parque y pronto se percató de sus pasos sin equilibrio, débiles y que lo alejaron de su vista gracias a los árboles que tapaban todo.
Yeosang volvió a caminar, esta vez mucho más rápido. Tironeaba nervioso mechones del mullet sin saber qué hacer si lo encontraba tirado en el suelo, ni qué decirle si nada le había pasado.
Pronto su andar se volvió un trote hasta llegar al final de la gran hilera de árboles. De nuevo avanzaba despacio para disimular y enseguida volteó al parque.
El pelinegro estaba sentado en una banca. No le fue posible ver su rostro, pues se cubría con sus manos, pero supo que era Seonghwa. Su pequeña y delicada figura no se olvidaba con facilidad, ni aunque se cubriera a veces con ropa holgada.
De repente el chico tomó algo de su bolsillo, lo abrió y llevó a su boca con tanta lentitud, que Yeosang llegó a pensar que en realidad no estaba comiendo nada; ni siquiera al percibir movimientos en su mandíbula.
Se acercó con más cautela en vano, pues estaba tan pendiente del chico que no notó un envoltorio tirado en el suelo y lo pisó.
De un segundo a otro, Seonghwa le estaba poniendo atención.
Luchaba por mantenerse en calma, y fue consciente de la bolsa que llevaba en su mano, que gracias a su color no dejaba a la vista las flores. En alguna parte del césped la tiró, rogando que la suave brisa no se volviera intensa, y siguió caminando.
—¿Estás bien? —preguntó sin dejar de acercarse con disimulo—. Por un momento creí que ibas a desmayarte.
Esperaba una respuesta mientras se preocupaba por la forma desesperada en que llevaba el aire a sus pulmones.
—Sí, sí. Lo estoy. Gracias.
Reconoció el envoltorio casi lleno como un chocolate cuando Seonghwa lo dejó a un lado.
No, no. No lo estaba. Y no podía insistir, pero se notaba realmente cansado y hasta algo triste o frustrado.
Quería ayudarlo. No llegaba a comprender qué le sucedía, y deseaba tanto hacerlo.
Se llevó una pequeña sorpresa cuando Seonghwa se paró e informó que debía irse. Sus pasos lo alejaban de él y solo necesitaba una excusa para verlo nuevamente. El chocolate fue su única opción y de inmediato lo agarró.
—¡Espera! Olvidaste algo —comentó mientras se acercaba despacio.
El más alto se volvió y quedaron frente a frente. Yeosang sintió algo extraño al encontrarse con sus ojos, y pudo notar que algo quiso decir, pero no lo hizo, y solo recibió el chocolate. Al hacerlo, sus dedos fríos lo tocaron y un escalofrío recorrió su cuerpo.
Sus ojos tenían un brillo peculiar, y el color de sus secos labios era pálido, casi tanto como su piel.
—Te ves algo decaído —comentó aun sabiendo que no tenía ningún derecho a hacerlo—. Deberías descansar.
Seonghwa solo asintió y se dio la vuelta, utilizando otra vez esos débiles pasos para distanciarse.
El rubio suspiró e hizo lo mismo. Abrió con sorpresa sus ojos al recordar la bolsa y fue corriendo hasta ella. Por suerte, seguía donde la había dejado y ninguna flor se había escapado. Si hubiese sido así, se pudo haber notado desde lejos gracias a su llamativo color.
Ya no irá al valle, pensó.
Frustrado por no atreverse a decirle la verdad y por no poder ayudarlo, arrojó la bolsa en un basurero ubicado cerca de la banca y volvió a caminar a casa de su tía y primo. No quería volver a la suya y llenarse de ese pesado y triste ambiente, pero tampoco quedarse solo y darle vueltas al mismo asunto, por lo que le pareció una buena opción.
Seguro podría hacer un intento por pasar un momento agradable con Mingi después de tanto tiempo y dejar de lado sus pensamientos centrados en Seonghwa.
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petals ─ seongsang
Fanfictionseonghwa descubrió el lugar perfecto para reflexionar; yeosang encontró a la persona perfecta para arrojar sus pétalos. ↣ capítulos cortos ↣ inspirado en el video jumpsuit - tøp ↣ portada hecha por @hwainbow ♡ ⠀⠀⠀⠀✧️ inicio: 12.09.22