CAPÍTULO 1 (EMOCIONAL): "𝐿𝑜 𝑒𝑚𝑜𝑐𝑖𝑜𝑛𝑎𝑙"

31 3 1
                                    

El sonido de mis tacones resonó por todo el suelo, mientras salía de la oficina del señor Dantés. Saqué mi teléfono móvil de mi bolso y marqué, como mis últimas llamadas a su número; pasaba directamente al buzón de voz.
   -Hola. Acabo de salir de una entrevista de trabajo, la cuarta que hago esta semana, y sólo estamos a miércoles, para ser la encargada del comercio y marketing de una empresa. En fin, espero que me llamen. Seguro que te estás preguntando por qué te lo cuento, ya que ni siquiera te interesa, pero tenía la esperanza de que cogieras el teléfono y poder escuchar tu voz, pero aunque no lo has hecho, eres la primera persona a la que me apetece contar esto, la única con la que quiero compartir esta emoción. Sólo quiero... Te quiero a ti. — Me rendí. Tal vez Christopher jamás lo escucharía. Desde que Vanesa nos había encontrado en el sofá el día de su cumpleaños, no había sabido nada de él y estaba realmente desesperada. Colgué y entre en el ascensor que me llevó a la plata baja del edificio.
Salí a la calle, paré un taxi y me marché.

Entré en el bar donde estaba citada con Janet e Iván, con los ojos bien abiertos para encontrarlos, ya que el lugar estaba repleto de gente. Me acerqué a ellos cuando los vi sentados en la barra. Cogí un taburete y me senté junto a ellos.
   -¿No podíais haber elegido un lugar más tranquilo? – me quejé.
   -Este bar está lleno porque es el mejor – protestó Ivan, tan serio como siempre.
   -¿Cómo ha ido la entrevista? – preguntó Janet.
   -Me ha parecido que bien, pero no puedo saberlo. Sólo queda esperar.
   -Seguro que lo consigues. — Janet me animó, con una caricia en la espalda.
En cuanto Janet agachó la cabeza en dirección a su vaso de cerveza, yo supe que estaba a punto de tocar un punto algo difícil para mí.
   -¿Has sabido algo de Christopher?
   -Ojalá — suspiré. — Sigue sin contestar a mis llamadas.
   -Bebe. — Iván me acercó su vaso de Whisky. — Te vendrá bien.
   -No  quiero beber, quiero entender. Por primera vez parecíamos sentir lo mismo — me lamenté. — Pero hemos vuelto a lo de siempre: a que me evite.
   -Realmente necesitas beber — afirmó Janet.
   -¿Podemos beber mientras cenamos algo?
   -Algo es algo — dijeron al unísono. Se miraron un segundo y Janet sonrió, Iván solo la observó.
   -¡Vamos al McDonald's! – Realmente tenía mucha hambre, y sabía que allí solo me servirían una ensalada y pollo hervido, y lo que yo quería era comer de verdad; llenarme y estar hinchada. La cara de Iván era un cuadro, mientras Janet intentaba ocultar la risa.
   -¿Te he traído al mejor bar restaurante de la zona y me hablas de comida rápida?
Sabía que la disputa sería dura, pero ganaría.
   -Yo me voy a por una hamburguesa. — Me puse en pie. — ¿Os venís?
Janet fingió estar pensativa un momento.
   -Bueno, está bien. — Ella bajó del taburete y me siguió.
   -Yo me quedo aquí — Iván nos observó de reojo, pero no se movió.
   -¿Vas a quedarte aquí solo? — Lo observé  esperando una respuesta. — Vamos, una hamburguesa bien rica. Venga, sé que te apetece.


Cualquiera que nos hubiera visto entrando el en Burger King, nos habría mirado extrañados. Tres trajeados buscando engullir hamburguesas, cuando en realidad parecíamos estar listos para ir a una junta directiva.
   -¿Cenamos aquí o vamos a casa? Aunque creo que Janet tiene otras opciones. — Iván ladeó la cabeza a su lado izquierdo, para que nos fijásemos en un hombre que se comía con la mirada a mi amiga. Estaba segura de conocerlo, pero no tenía ni idea de qué.
   -¿Y bien, Jackson? — pregunté con una sonrisa. —. ¿Qué te parece? — Ella sabía jugar sus cartas y sabía que no tendría que hacer mucho para lograr su objetivo.
   -Prefiero mi hamburguesa, pero él tampoco está mal — bromeó.
Lo observé, había algo en él que me resultaba familiar; lo había visto antes, de eso estaba segura. Su cabello que estaba segura de que era rubio y rizado se escondía bajo una gorra gris, sus ojos que me recordaban al chocolate, estaban tras unas gafas negras, de cristal transparente y unos labios carnosos algo rosados. Llevaba puestos unos vaqueros pitillos, no muy ajustados y una camiseta azul.
   -Vamos a beber a mi casa — propuso Janet. — Pero si se acerca, me lo llevo a casa.
   -Me encanta que me ames tanto, la verdad — dije irónica. — Pero te tomamos la palabra ¿No, Iván?
   -Lo siento, tengo planes después.
   -No me dejéis sola. — Hice un puchero.
   -¿Con quién has quedado tú? — preguntó Janet, mirando a Iván.
   -Con Leo y otros amigos. Hoy toca noche de Karaoke — comentó. Me era imposible imaginar a Iván en una karaoke. — Si quieres puedes venir.
   -Verte a ti, cantando con unas copas de más. Eso no me lo puedo perder. ¡Tengo que grabarlo! — me reí.
   -¡No vas a grabarlo! — Él echó un vistazo a mi lado. — Espera, ¿Dónde está Janet? — Miré a mi alrededor. Janet estaba hablando muy sonriente con el desconocido, que la miraba embobado.
   -Chicos. — Janet hizo una señal con la mano para que nos acercáramos. — Venid, que os presente. Kenia, Iván, este es Rubén.
Hicimos lo de siempre; Iván le tendió la mano y yo le di dos besos. Rubén me observó un momento, pero no dijo nada, estaba segura que él también me conocía a mí.
   -¿Nos vamos? — Se dirigió a Janet.
   -Enseguida voy, espérame fuera. — Ella le dedicó una sonrisa, mientras él se alejaba y salía por la puerta.
   -¿Nos abandonas? — reproché.
   -Bueno, se me ha adelantado y me ha sugerido que fuéramos a su casa.
   -Ay, Jackson. — Suspiré. — Pásalo bien.
   -Lo haré. — Guiño un ojo. Me abrazó a mí, después a Iván y salió corriendo de allí.
   -¿Te vienes al Karaoke entonces?
   -Claro — afirmé. Pasó la mirada de mis pies a mi cabeza y puso un gesto de desaprobación.
  -Vamos a casa a cambiarnos primero.

PERDIENDO EL ALIENTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora