CAPÍTULO 8 (INCONDICIONAL): (PARTE 1)

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Observé a Christopher dormir plácidamente bajo las mantas de mi cama. Sonreí satisfecha. Por primera vez en años me sentía tranquila y feliz porque lo tenía a él.
Aquella mañana no bajé a correr, me di una larga ducha y me preparé para marcharme al trabajo.
Antes de marcharme, le di un beso en los labios.
La lluvia no había vuelto con fuerza, así que volví a llamar a un Uber.

Llegué al trabajo animada, terminándome mi segundo vaso de café y con ganas de trabajar.
   -Kenia. — Ana me paró en cuanto salí del ascensor. — Un señor te busca. Lleva una hora esperándote.
   -¿Qué señor?
   -No ha querido decirnos su nombre.

Cuando entré en mi despacho, esperaba a cualquiera esperándome menos a Daniel, sentado en la silla frente a la mía. Se puso en pie en cuanto me vio.
   -¿Qué haces aquí?
   -Kenia, necesito aclarar las cosas. 
   -¿Aclarar qué? ¿Que le pones los cuernos a mi madre? ¿Sabe ella que te gustan los hombres?
   -No es tan simple.
   -¿La quieres? — Asintió tímidamente. — Entonces dila la verdad.
   -Nunca lo entenderá.
   -Que se lleve bien con Iván no significa que entienda ciertas cosas.
   -Es simple. Entenderá que también te gusten los hombres, pero no que la seas infiel. Habla con ella.
   -No puedo.
   -No puedes ocultarlo siempre, y yo no me puedo quedar callada.
   -Por favor, Kenia. — Se aproximó a mi para agarrar mi brazo. — No la digas nada, la hundirás.
   -No te preocupa que te deje, ¿realmente la quieres? — Obtuve un silencio como respuesta. — Entonces será mejor que la dejes en paz.
   -No lo entiendes, no es tan fácil.
   -¿Por qué?
   -No importa. — Negó con la cabeza. — Solo dame tiempo.
   -¿Para dejarla o para decirla la verdad?
   -Prefiero dejarla que decirla la verdad.
   -Eso sí que la destrozará.
   -Créeme que la otra opción es peor. Solo dame tiempo. — Entonces se dio la vuelta y salió de mi despacho.
Me quedé con una sensación extraña. Por un lado, Daniel me provocaba tener compasión de él, pero por otro, sabía que me debía a la verdad, tanto hacia mi madre como a Iván.


Agradecí que se acabara la jornada de trabajo para poder marcharme a casa. El día había sido agotador.
Percibí el delicioso olor a comida desde el rellano de mi casa, abrí la puerta curiosa, deseosa de verlo. Christopher se movía por mi cocina llevando únicamente un delantal. En cuanto me vio, dejó la sartén que sostenía en la mano sobre el fuego, y se acercó a mi para besar mis labios.
-Hola.
-Hola, amor. — Sus labios se curvaron en una amplia sonrisa.
-Dilo otra vez.
-Amor. — Volvió a besar mis labios.
-Me encanta escuchar eso. — Me reí. Entonces lo besé yo.
-Creí que te habías ido a trabajar, pero ya veo que has estado muy ocupado. — Fui hacia la sartén y observé las croquetas que se estaban friendo y la tortilla de patata que reposaba sobre la encimera.
-Me he tomado el día libre. Ventajas de ser el jefe.
-El jefe... — Me acerqué lentamente y busqué desesperadamente sus labios, su piel, sus ojos... Me invadió una insana necesidad de sentirlo en cada centímetro de mi cuerpo. Acaricié su cintura bajo el albornoz y deslicé la mano hasta el contorno de sus pantalones, sentí su cuerpo tensarse por mi roce. Sonreí satisfecha.
-Eres un peligro. — Sus ojos me observaron feroces, hambrientos.
Posó su dedo pulgar sobre mi labio inferior y lo introdujo en mi boca. Mi cuerpo me pedía a gritos que me deshiciera de su ropa y abandonara la mía.
El timbre nos sobresaltó a ambos.
-Mierda — murmuré frustrada. Él soltó una carcajada. — ¿Quién será?
Él volvió a la cocina y abrí la puerta. Janet me esperaba al otro lado.
-Ken. — Entró nerviosa a la casa, visiblemente afectada.
-¿Qué te pasa? ¿Estás bien?
Desvío la mirada hacia la cocina. Observó a Christopher extrañada.
-Hola — murmuró.
-Hola — contestó él.
-Janet, ¿va todo bien? ¿Ha pasado algo con tu familia o con la niña?
-No, es Iván. Ha roto con Carlos. Me llamó para contármelo, pero no pude cogerlo porque estaba en una reunión, así que me dejó un mensaje en el contestador. Cuando le devolví la llamada ya no cogía el teléfono. Llevo llamándolo desde ayer pero no contesta. Creo que se ha encerrado en su casa.
Le dediqué una mirada a Christopher.
   -Vete, comeremos después. Te espero.
   -Prométemelo. — el dejó escapar una sonrisa perfecta.
   -Te lo prometo.

💜OS LEO!!!

PERDIENDO EL ALIENTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora