IN NOX, SUM VERITAS ━━ draco malfoy

five. resfeber

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( n. ) la inquieta carrera del corazón del viajero antes de el viaje, cuando la ansiedad y la anticipación se enredan; una "fiebre de viaje" que puede manifestarse como una enfermedad

SE PUEDE DECIR QUE LOUIS MASON THEODORE NOX TENÍA UN EFECTO EN LA GENTE. Aunque sólo hubiera una persona en la que tuviera ese efecto y sin que él lo supiera más o menos, también contaba.

Especialmente cuando esa persona creía que estaba por encima de todo, con la barbilla levantada de tal manera que hacía que la gente pensara que era digno de ser adorado y mirado como si fuera alguien que sólo aparecía cada mil años, una rareza para que el público en general lo viera y lo adorara porque estaba a punto de desaparecer cuando llegara su hora y pasara a la otra vida.

Tener ese efecto en una persona así sólo podía significar que no era tan divina como creía, que jugaba a la fantasía disfrazada de entidad, o que por fin había encontrado a su pareja, alguien capaz de enfrentarse a ella y no hacer prisioneros. No podía ser lo primero, porque el nombre del dios adolescente estaba forjado en ese acero ardiente, el que era prácticamente impenetrable y estaba colocado demasiado alto para que la persona mundana pudiera alcanzarlo y tocarlo. Sin embargo, tampoco podía ser lo segundo, por la razón de que el chico en el que había puesto sus ojos era sólo un mortal, hecho de la tierra que pisaba, manso y humilde hasta cierto punto.

Draco discutió consigo mismo la noche en que se había topado de nuevo con el chico, que tenía un aspecto tosco y desaliñado, y que decía venir de las pruebas de quidditch de esa tarde. No estaba seguro de por qué sus ojos se habían dirigido por un momento a la parte abierta de la camisa de Louis, antes de volver a su cara, donde deberían haber estado, mientras Louis tanteaba su corbata de color cobalto, con sus dedos intentando hacer un nudo, pero fracasando estrepitosamente.

En todos los años que lleva viviendo, respirando y adornando la Tierra, Draco nunca se había fijado en nadie que durara más de tres segundos, al menos en alguien a quien no se atreviera a mirar dos veces. Pero este chico, este adolescente de pelo de fénix, ojos oceánicos y manchas de tinta, con el que Draco nunca había tenido contacto hasta este año, tuvo la audacia de entrar en la fase más difícil y agotadora de su vida, sólo para hacerla más agitada y mentalmente espantosa. Ni siquiera tenía que preocuparse por él, así que ¿por qué estaba haciendo tanto escándalo por él? ¿Por qué le dedicaba a este mortal la hora del día cuando tenía tareas más importantes de las que preocuparse? Ni siquiera sabía su nombre, por el amor de Merlín. Entonces, ¿qué le daba el derecho de sobrepasar todos y cada uno de los pensamientos pasajeros de Draco como si fuera algo que hacía a diario antes de irse tranquilamente a esa buena noche como si no supiera lo que había hecho?

Draco estuvo despierto esa noche, dando vueltas en la cama, rogando por el sueño con la esperanza de que pronto lo alcanzara y lo hundiera.

Una vez que lo hizo, ese hechizo de sueño que lo arrastró a un abismo azul y negro, se sintió inmediatamente atormentado por esos iris cerúleos y esa sonrisa torcida que vio desde el otro lado del abarrotado comedor, como si su subconsciente estuviera esperando para lanzarlos sobre él en el momento en que cerrara los ojos. Por qué su yo más íntimo pensaba en ellos en primer lugar, no tenía una razón, ninguna estrella del norte que le indicara la dirección correcta mientras estaba perdido en el mar sin nadie más que él mismo para ayudar a dirigir el barco.