❝ en la noche,
yo soy la verdad. ❞
harry potter ; hbp ━ dh
draco malfoy x louis nox
original de sanktham
traducción por lueaxwin
hermosa portada por xElsyLight
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(n.) la intensidad de mirar a alguien a los ojos, que puede sentirse simultáneamente invasivo y vulnerable
ERAN MOMENTOS COMO EL DEL DÍA ANTERIOR LOS QUE HACÍAN QUE EL ADOLESCENTE ÍCARO QUISIERA PRENDERSE FUEGO Y DERRETIR ÉL MISMO SUS ALAS DE CERA. Draco sabía que Louis no era estúpido, así que para él hacer algo que se sabía que tenía un gran peso romántico de forma tan casual como lo había hecho la noche anterior era simplemente cruel.
Sin duda, Louis debía de saber que había un indicio de algo entre los dos... o Draco probablemente estaba exagerando, no lo sabía en ese momento. Todo era tan complicado. Podía sentirlo, fuera lo que fuera, pero no quería ser el primero en admitirlo, por el simple miedo al rechazo que probablemente vendría después si lo decía. Así que mantuvo la boca cerrada y esperó que Louis supiera leer entre líneas.
Por otro lado, el que había sido manchado por aquella oscuridad que se avecinaba, Draco estaba empezando a llegar a algún sitio con la reparación del Gabinete de Desaparición. Dado que estaba matando adecuadamente todo lo que entraba, estaba mostrando signos de que había algún tipo de transporte. Y cuanto más se acercaba Draco a arreglar el Armario, más cerca estaba de causar estragos en la escuela. Le partía el cráneo esa especie de doble vida que llevaba, con la forma en que el sol vigilaba mientras la luna guardaba todos sus secretos.
También estaba en la forma en que se había aferrado a Louis aquella noche en la biblioteca, que hacía que Draco sintiera un tremendo sentimiento de culpa cada vez que volvía a la Sala de Requisitorios, sabiendo que si seguía reparando el Armario, se hundiría más en aquel cataclísmico pozo negro de oscuridad que le llegaba a los tobillos, sin dejarle volver a ver la luz del día. Desde luego, había sido más bien un abrazo fortuito, un tanto despreocupado, con algún que otro apretón, pero reconfortante al fin y al cabo. No sabía cuándo había sido la última vez que se había sentido así. Aún podía sentir el pulgar de Louis rozándole el hombro, un fantasma de sus caricias.
Louis encontró a Draco en el baño el día de la fiesta de Slughorn, sosteniendo lo que parecía ser una de sus chaquetas de traje extra, recién planchada y en ese color negro crujiente de la que había llevado en el tren.
—¡Oh, esto es perfecto! —exclamó Louis, maravillado ante la prenda.
—Ni siquiera te la has probado, todavía, —le recordó Draco antes de querer taparse la boca con la mano por lo que había dicho.
Los ojos de Louis se abrieron de par en par ante eso. —Tienes razón, probablemente debería hacerlo. Buena idea. —Le devolvió la chaqueta a Draco antes de quitarse el chaleco jersey, su camisa subiéndose con él antes de subirse el jersey por encima de la cabeza y volver a bajarse la camisa (Draco hizo lo posible por mirar hacia otro lado)— ¿Quieres ponérmelo? No quisiera arrugarlo antes de la gran noche.
Draco tartamudeó, perdiendo el equilibrio y el hilo de sus pensamientos ante el ofrecimiento antes de recuperarse y sacar la chaqueta de debajo del plástico, ayudando a Louis a encogerse de hombros dentro de ella, viendo cómo el material se ajustaba a él como si fuera una segunda piel.
—Eh, me queda bastante bien, ¿no crees? —Louis sonrió satisfecho, tirando de la chaqueta, dándose la vuelta para que Draco pudiera ver, a pesar de que él podía ver perfectamente a Louis en el espejo.
—Aunque tienes la corbata torcida, —señaló Draco, que ya se movía para arreglarla, sin saber qué podía tener tanta fuerza en él. Entonces recordó que había comparado a Louis con su propia luna personal, teniendo un control sobre todas sus emociones.
—Bueno, crecer sin padre te hace eso, no aprender a hacer el nudo de la corbata y todo eso. Una vez le pedí ayuda al profesor Lupin y me dijo que me la dejara torcida. Dijo que me daba carácter.
—¿Lupin?
—Sí. Era como una figura paterna para mí. Lástima que tuvo que renunciar tan pronto. Probablemente fue lo mejor, siendo él un hombre lobo.
Las manos de Draco se detuvieron un momento, a punto de empujar el nudo hasta el cuello de Louis. —¿Sabías que era un hombre lobo?
Louis se encogió de hombros. —No fue difícil atar cabos. También fue de gran ayuda que aprendiera un poco de latín de antemano. Aunque tendría que decir que tener que escribir un trabajo sobre las distintas formas de matar a un hombre lobo no fue una de las mejores jugadas de Snape.
Draco se quedó callado entonces antes de cambiar la corbata de cobalto en su lugar, sabiendo que había tenido las manos en su lugar allí más tiempo del necesario.
—Hey, —Louis llamó suavemente, palmeando la cara de Draco con una mano suave—, ¿estás bien?
Draco pudo sentirse sutilmente inclinado hacia el toque antes de salir de sus pensamientos y finalmente apartar sus manos y meterlas en sus bolsillos, inclinándose también, —¿Hm? Oh, estoy bien.
—¿Seguro? Parece que casi te pierdo por un segundo. —Louis comenzó a encogerse de hombros para quitarse la chaqueta antes de volver a guardarla cuidadosamente en el plástico, intentando no arrugarla—. Gracias por prestármela, por cierto. Me has salvado la vida. —Apretó un rápido beso en la mejilla de Draco, sorprendiéndolos a ambos. Retirándose, dijo—: Lo siento.
Draco sacudió la cabeza, intentando librarse de la sensación de ardor que le subía por el cuello. —No pasa nada. Realmente no sería diferente del que me diste en la biblioteca la noche anterior.
—Lo siento por eso, también.
—Ya te disculpaste por eso. ¿Por qué lo sientes?
—Salió de la nada y tú no lo pediste, así que no me correspondía besarte.
—Bueno... —Draco se arrastró, sintiendo como su ritmo cardíaco se aceleraba entre aquella desolada caja torácica suya mientras podía sentir como su boca empezaba a formular las siguientes palabras que estaban a punto de salir de sus labios, sus manos agarrándose al lavabo con un agarre tan espantoso, que sus nudillos estaban casi blancos—. ¿Qué... ¿Y si yo quisiera que lo hicieras?
Esa fue la pregunta que provocó el silencio total de ambos, llenando por un momento el vacío sin palabras, una tensión tan densa que podría cortarse con un cuchillo. Ambos se miraron fijamente durante un instante antes de que, con voz más baja y agachando la cabeza, Draco repitió: —¿Y si yo quisiera que lo hicieras? ¿Qué harías entonces?