Extra

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Tener a un bebé, nunca había sido tan..., divertido. Ver a Colmillitos ponerse nervioso era divertido. Pero no tanto cuando tenía antojos, Keisuke tenía el sueño pesado, y despertarlo me daba pena, se merecía descansar después de un ajetreado día, asique yo era la que me escapaba a robar la comida del frigorífico.

Hasta que un día me descubrió.

— ¿Azumi? – miré al frente, había venido al sofá para ver televisión mientras comía – es tarde, ¿uh? ¿ese es mi yakisoba?

— Era – lo miré mal por ello.

— Comparte – lo miré mal, a la final se contenía.

— ¿Qué haces despierto?

— Hacía algo de frío, me caí de la cama, luego miré que no estabas.

— Oh, ya veo..., no has cambiado en nada, cuando dormimos juntos también te caíste de la cama – hablé recordando aquella vez que me quedé a dormir en su casa.

— Y terminaste durmiendo conmigo en el piso – sonreí por ello, me gustó hacerlo – te amo.

— También te amo, colmillitos.

Se puso detrás de mi con una manta para taparnos del frío, mientras seguía comiendo, al poco rato de quedó dormido, y yo dejé mi comida de lado, para acurrucarme en su pecho y dormir.

Adoraba esta parte de él, me cuidaba mucho, y se preocupaba de igual manera, cosas como estas, me ponían sentimental, amaba mucho a Keisuke.

Estos meses habían sido algo tranquilos, pero a veces se me complicaba caminar, y aunque no iba al trabajo, debía seguir haciéndolo desde casa, lo cuál es muy bueno, puedo hacerlo desde mi cama.

— ¡Ya llegó el mejor tío!

— Sigue soñando enano – reí por ello, nadie le había dicho enano a Chifuyu.

— ¿Qué? Muy alto estas Kazutora.

— Lo sé, al menos yo si crecí.

— Eso fue cruel.

— Hola – saludé para que dejen de pelear - ¿qué hacen aquí? ¿dónde está Keisuke?

— ¿No ha venido? Salió antes que nosotros.

— No, no ha dicho nada – revisé mi celular un momento, pero no había nada - ¿debo preocuparme?

— No lo creo – eso no me dejaba tranquila.

Aun así, pasamos el rato hablando, ambos quisieron hacerme un cambio, querían verme a como era de adolescente, mi cabello había crecido mucho, asiqué supuse que no me vendría mal algo distinto.

— Pero, ¡¿qué diablos?! ¡Azumi no es un perro para que practiquen! – miré a colmillitos entrar con algunas bolsas.

— ¡Keisuke! ¿me veo bonita? – su ojos me escanearon, y sonrió suavemente.

— Te vez como de adolescente, te vez bonita.

— Ti viz binita – reí por la imitación de tigre – y nos insultas.

— Como sea, te traje esto – miré las bolsas, muchas cosas de bebe, más mi comida favorita.

— Eres el mejor esposo del mundo, Keisuke.

Adoraba que me consienta, ese lado dulce era tan bonito que me hacía quererlo más.

Aun así, papá y mamá pasaban conmigo, se alegraban de ver mi vientre cada vez más grande, estaba aliviada de que mamá haya llegado con sus consejos, a estas alturas no sabría qué hacer.

Colmillos - Keisuke BajiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora