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Había pasado tiempo desde aquello, y un día, colmillitos sólo me acompaño a mi casa, aunque me negué, cuando llegamos, escuchamos algunos gritos, miré a Baji ponerse serio y mirarme.

— Evitan pelear frente a mí, o despertarme con sus peleas, ambos me quieren, lose, me lo demuestran.

— ¿Chifuyu lo sabe?

— No, el sólo viene a recogerme, y cuando quiere venir a casa, le mandó un mensaje a mamá diciendo que lo llevaré, con eso, nunca lo supo, lamento que no te lo dijera antes, pero es algo que no querían que supieran, soy muy alegre, y sería raro que esté alegre con esos problemas.

— No es tu culpa, Azumi, lo entiendo, ¿quieres venir conmigo en una salida este fin de semana?

— Suena genial, ¿a dónde?

— Podremos ir a divertirnos un poco, ¿te parece?

— Me gusta la idea.

Pero, estábamos a inicios de semana, asique tuve que esperar, pronto comenzaríamos nuestro segundo año, ya llevaba un año conociendo a Baji, ha pasado tantas cosas que no me lo creo.

Y el fin de semana llego, claro que un día antes vino Baji conmigo.

— Papá, colmillitos quiere hablar contigo – el sólo miro en mi dirección, su mirada lo era todo.

— ¿Qué sucede? – miré a colmillitos que estaba tranquilo, pero el tic nervioso en su dedo significa que está nervioso.

— Quería pedirle permiso para llevar a Azumi al parque de diversiones este fin de semana, ósea, mañana, la traeré el domingo en la mañana, mamá no la querrá dejar ir.

— Oh, cielos, chicos, por un momento me asusté – miré a papá que se sostenía el pecho y suspiraba aliviado – creí que por un momento ustedes, olvídenlo, claro que puedes llevártela, no hay problema.

— Muchas gracias señor Kato.

— Llámame Aki, no tengo problema en ello.

Todo había salido bien, en la mañana siguiente me preparé con algo liviano, pero llevé una muda de ropa en una mochila, y un suéter más, decía que iríamos a algún lado en la noche, asiqué bajé, papá estaba por irse, mamá se había ido de igual manera, me dio algo de dinero y un abrazo de oso, papá de verdad es mi héroe.

— Vayan con cuidado, no sé diviertan mucho – alcé mi mano despidiéndome de él, mientras sujetaba el brazo de colmillitos.

— ¿A dónde iremos?

— Al parque, haremos una vuelta por ahí, luego iremos a cenar, y finalmente te llevaré a ese lugar, te presentaré a mis amigos, por último, iremos a mi casa, dormiremos, y al día siguiente desayunaremos, te llevaré a desayunar y en la tarde vendré a dejarte.

— Suena a que lo has planificado.

— Más o menos – reí un poco y llegamos a su casa, o departamento – dame tus cosas, la dejaré en mi cuarto, no tardo.

— De acuerdo – y no tardo, bajamos de nuevo, y me guio a una motocicleta – no sabía que tenías una motocicleta.

— Soy un pandillero, además de un capitán, es natural que la tenga, ¿has subido antes a una?

— No, ¿y si me caigo?

— No lo harás, ven, pisa ahí, pasas la pierna, y el otro pie lo pones ahí, te sujetas de mí, simple.

— Bien... - hice lo que me pidió, era algo difícil, pero lo hice – colmillitos, ¿seguro que conduces bien?

— Algo brusco, pero nunca he chocado.

— Eso no ayuda...

El camino fue agradable, lo veía querer golpear a algunos chicos, pero nada que no pueda detener, cuando llegamos, baje de la misma manera, ya en el piso, mis piernas temblaron un poco, reí por ello, había sido una adrenalina pura, me gustaba.

Pasamos por varios puestos, quería comer algo que vi, pero me lo impidió, hasta que nos detuvimos al frente de un juego.

— Hace mucho que no venía, vamos, subamos – tomé su mano jalándolo, nos dieron paso y lo senté conmigo mientras nos aseguraban – esperé mucho por venir de nuevo.

— ¿He? ¿ya habías subido aquí?

— Varias veces, es uno de mis favoritos – su rostro empalideció un poco.

El juego en sí, nos subía y bajaba, y daba una vuelta, yo veía borroso a este extremo, pero era divertido, eso lo hacía especial, escuchaba los gritos de las personas a nuestros lados, miré a colmillitos que parecía que se le saldría el alma, reí por ello y tapé sus ojos, la sensación no cambia, pero no se mareara mucho, cuando terminó, apenas podía caminar, asique me sujeté de él mientras nos sentábamos en un lugar.

— Eso fue genial.

— ¿He? Diablos Azumi, sentía que me saldría la comida.

— Si eso hubiera sucedido, hubiera querido verlo, pero hubiera sido desagradable ser parte de los afectados, ahora, vamos por allá.

Tomé su brazo jalándolo, subimos a otro, y a otro, hasta que me dio hambre, y fuimos a comer, yo sólo lo veía comer con tranquilidad, algo muy chocante con su personalidad, pero para mí era el mejor, claro que me quito mi comida. Y yo la suya.

Terminamos nuestro recorrido por algunos juego al azar, pero, era mejor comprar unas baratijas a perder dinero, vimos un par de pulseras, asiqué las compramos, pero las colocamos en nuestro tobillo, era más original, era algo jipi, pero era nuestra manera de ser.

Volvimos a su casa, y no supe él porqué, pero me pidió que me ponga el suéter extra que traje, no tenía frio, asique lo llevaba en el brazo mientras lo esperaba, hasta que tocaron la puerta y fui abrir.

— ¿Azumi? ¿qué haces aquí?

— Eso debería preguntar yo, por cierto...

— Por cierto, nada – lo miré ofendida haciéndolo pasar - ¿y Baji-san?

— En su habitación, por cierto, hola Azumi, ¿cómo has estado? espero que bien, yo he estado bien, te extrañe mejor amiga, ahora pasar con Baji-san, me dueles amiga – fingí su voz haciendo poses dramáticas mientras me miraba seriamente para luego reírse.

— Te sale mal, así no es mi voz – reí por ello, hasta que me fije en su ropa.

— ¿Por qué vistes eso? – lo vi más de cerca tomando esa ropa – acaso, ¿entraste a una pandilla?

— Yo lo recomendé, te presentó oficialmente, desde hace unos meses, al vicecapitán de la de primera división de la Tokio Manji Gang.

— ¿Entraste a la Toman y no me lo dijiste? ¿por qué? Soy tu mejor amiga, yo debí saberlo primero – sujeté sus hombros sacudiéndolo de un lado a otro – Chifuyu, se supone que soy la segunda mujer en tu vida, debo saberlo primero.

— Te lo iba a decir, pero pasabas mucho con Baji-san.

— ¿Estas celoso por eso? ¡es eso! ¿verdad?

— No, no es eso, olvídalo, llegamos tarde. 

Colmillos - Keisuke BajiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora