❛ 15.

372 28 3
                                    

Había sido lastimado múltiples veces, aún así era culpado por muchas personas por cosas que se salían de su alcance. Jamás experimento algo parecido a lo que era felicidad en su dura infancia y cuando estuvo cerca de apenas sentirla, se la arrebataron de la forma más brutal y brusca. La gente no dejaba de menospreciarlo de tantas maneras que llegó al punto de creer que sería un bueno para nada toda su vida. Le cortaron las alas, y las herida cada vez eran más profundas, creo un mar de lagrimas y pudo ver su cara brillante en los ríos del mismisimo infierno.

Esta no era la primera vez que perdía la esperanza, pero si había sido la más dura. Cada vez que caminaba era como bailar en el abismo de su propia muerte, y tal vez salir de ahí vivo o muerto no era sinónimo de un final feliz, y de nuevo, ese maldito teléfono otra vez, no hacía más que darle falsas esperanzas de que de verdad podría salir de allí con vida. Sus ojos estaban llenos de furia y su mente era más rápida que la velocidad de la luz, esta vez se decidió a contestar, pero ya no quería escuchar más planes para poder salir, iba a desquitarse con quien sea que estuviera detrás del teléfono.

—¿Qué?—Contestó de mala gana, reuniendo todo su coraje.—¿Ahora que cosa inútil van a recomendar?

Hubo un pequeño silencio, el joven parecía querer insultar a todo aquel que siquiera lo mirara, sabía que moriría y probablemente de una forma más horrible que todos los demás porque había puesto de los nervios al raptor.

—¿Qué onda, Finn?—Esa voz, esa voz que era imposible confundir, esa voz que había deseado escuchar desde que llegó, pero que a la vez temía escuchar. No quería que lo llamara, no estaba listo aún.—¿Qué pasa?

"No."

"No."

"No."

"Porfavor...porfavor...ahora no."

No en ese momento, Robin no podía llamarlo como los demás niños muertos. Finney sabía que el había fallecido ya, pero ni siquiera le habían dado tiempo de asimilarlo, ni siquiera había tenido la oportunidad de llorarle como se debía, o de pensar en él. Todo este tiempo estuvo tan enfocado en sobrevivir que no estaba listo para escucharlo. Sintió que se ahogaba, como la vida le daba una fuerte bofetada para que asimilara lo que estaba pasando. ¿Por qué la vida obligaba a un niño tan joven a pasar por algo tan difícil? ¿Por qué Dios lo lastimaba tanto?

¿Por qué tenía que aceptar su muerte? ¿Por qué, cuando otros amigos jugaban felizmente en la calle? ¿Por qué, mientras los demás niños se divertian, a ellos los separaba la vida y la muerte?

No era justo.

¿Habían hecho algo malo?

La idea de colgar pasó por su cabeza, ya que un pequeño dolor físico empezó a crecer en su frente, llevándolo a sobarse y ni siquiera había contestado. No estaba listo para escuchar su voz sabiendo lo que le había pasado, no estaba listo para volver a escuchar a su mejor amigo, pero esta vez, con una voz cansada sabiendo que ahora ya no estaba en su mundo. Lo había dejado.

¿Por qué ahora?

"¿Robin, por qué me haces esto ahora?"

—No cuelgues.

—¿Robin?—De de verdad le había costado decir eso sin quebrarse en el intento. Sintió, que mientras reunía todo su coraje, sus ojos se cristalizaban.—¿Eres tú? ¿De verdad?

¿Qué onda, amigo? No llores.

—No lloro.—Limpió sus lágrimas rápidamente, sintiendo la suciedad en su rostro.

The Last Letter. || Finney Blake.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora