Al despertar al día siguiente, Jennie seguía dormida, abrazada a la cintura de la rubia, estando de lado, sus mejillas se hacían más gorditas y su boca se abría ligeramente, mostrando un poco de aquellos blancos dientes que tenía, se veía tan tranquila e inocente que Roseanne sonrió, y su mano acarició su largo cabello y sus lindas mejillas.
La castaña soltó un murmuro somnoliento y sus ojitos se abrieron lentamente, parpadeando para enfocar su vista en el rostro de Roseanne, a pocos centímetros del suyo.
Tan cerca que sus mejillas se encendieron pero sus ojos no pudieron apartarse de los de la Diosa, admirando desde su oscuridad en sus pupilas, hasta las pobladas pestañas que los enmarcaban, y un lindo lunar debajo de uno de sus ojos.
—E-ehmm... —Jennie balbuceó en un intento de hablar pero no pudo, sus mejillas se volvieron muy rojas y tosió para despejar su garganta.
—Es más cómodo dormir contigo sin esa gatita en el medio —dijo Roseanne, ignorando los nervios de Jennie y sonriendo, sus ojos estaban aún cargados de sueño, haciendo que un pliegue se notará debajo de estos, su cabello despeinado y su sonrisa, la castaña pensó que era algo lindo de ver para despertar todos los días.
Jennie no supo qué responder, y solo se ruborizó enormemente, con lentitud se separaron, y Roseanne probó dejar de tocarla para buscar a sus Humanos entre sus emociones.
—¿Cómo están? —preguntó Jennie, viendo como Roseanne llevaba una mano a su pecho, sobre su corazón, y daba ligeros mimos sobre este, su ceño estaba fruncido, y notó que algo iba mal por su expresión, Roseanne era como un libro abierto.
—Me siento más... Vacía, como si no hubiera tantos, como si muchos se hubieran ido.
A Jennie le rompió la tristeza de su voz.
—¿Qué pasa cuando los humanos mueren? ¿Los sigues sintiendo?
Roseanne negó.
—Los Humanos son criaturas de la vida, cuando mueren son Almas, y no me pertenecen, ya no soy su Diosa —dijo, sonrió de forma penosa— Por eso el que me hayan exiliado aquí es una condena, porque ya soy una Diosa que no puede hacer nada.
>> Incluso, cuando ellos llegan a este mundo luego de morir y los consuelo... Yo no siento nada de lo que ellos sienten, pero lo hago porque no pude hacerlo cuando debía.
Jennie no supo qué responder, murmuró un suave "Lo siento", a lo que Roseanne respondió que no debía porque no era su culpa.
—Vamos a ver a Jisoo, quizás esté peor que ayer —dijo Roseanne, levantándose finalmente, tomó la mano de Jennie para salir de la casa, y la pelinegra seguía en el mismo lugar que antes, al verla salir Nini corrió hacia ella.
—No quiso dormir, no durmió nada, se siente mal, no sé qué hacer —dijo la gatita, para que solo Jennie pudiera entenderla, los demás escucharon una serie de chillidos adorables.
—Oh, Nini... No pasa nada —Jennie la alzó con su brazo libre— No creo que podamos ayudarla de todas formas —murmuró, solo para su protector.
—Jisoo —la voz de Roseanne sonó calmada al acercarse, se agachó a su altura, la Diosa del Sol ni siquiera pudo mirarla, sus ojeras eran evidentes, sus ojos estaban hinchados de llorar, y se abrazaba a su Sol, que tenía un brillo mucho más sutil que antes— ¿Cómo te encuentras?
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𝑳𝒂 𝑻𝒊𝒆𝒓𝒓𝒂 𝒅𝒆 𝒍𝒐𝒔 𝑫𝒊𝒐𝒔𝒆𝒔 𝑴𝒖𝒆𝒓𝒕𝒐𝒔 - 𝑪𝒉𝒂𝒆𝒏𝒏𝒊𝒆
FanfictionJennie, la Diosa de lo Bello, huye de los dominios del Dios Creador, desatando su furia, en búsqueda de su libertad y felicidad, para vivir una vida sin presiones. Va hacia el Inframundo, la tierra de los dioses muertos, dónde conoce a Roseanne, Dio...