Trece: Hold Me Tight

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—Jennie... ¡Jennie, detente!

La mano de Roseanne rodeó su brazo y la hizo voltear, la joven Diosa usó todos sus esfuerzos para esconder sus lágrimas, aunque no funcionó.

—Jendukie... ¿Qué pasa? —los brazos de Roseanne rodearon su cintura, atrayendo su cuerpo hacia el de ella, la castaña tenía la cabeza baja, las manos de la otra Diosa acunaron su rostro con suavidad, para llevarlo a su pecho y abrazarlo, dejando que la suave mejilla de la castaña reposará sobre los latidos de su corazón— ¿Qué ha dicho Jimin?

Jennie dudó en responder, seguía dolida por todo.

—Que no puede hacer nada... Que debo arreglarlo yo.

Roseanne permaneció en silencio, Jennie temblaba ligeramente del esfuerzo que hacía para no llorar.

—¿A dónde ibas? —preguntó Roseanne finalmente, pero la Diosa de Todo lo Bello no habló, solo abrazó a Nini más cerca de si para mantener el control— Jennie ¿A dónde estabas yendo? —volvió a preguntar, su voz se hizo grave, suave y tranquila que la castaña quiso abrigarse en ella por siempre.

—A-al Mundo de Arriba... Dónde debería estar —respondió, su labio dolía de haberlo mordido tanto.

—No, escúchame, no debes ir allí —Roseanne alzó su rostro para mirarla, aquellos ojitos tan alegres y cargados de brillos que había conocido ahora estaban muy lejos de aquel par llenos de lágrimas y tristes que veía, parecía que aquella alegría había desaparecido, y un amargo sentimiento apareció en su pecho, junto con un apretón sobre su corazón— No volverás a ese lugar ¿Sí? Podemos resolverlo de otra forma, podemos pensar en algo más.

—Pero... Tus humanos, Jisoo y L-Lisa y-y tú... Y Jimin también... —habló entre llanto y balbuceos— Y y-yo... Desde que llegué aquí solo fueron desgracias, solo han pasado cosas malas ... En todos lados, y yo no puedo ser feliz sabiendo que otros están sufriendo... ¿No ves? —ladeó su cabeza, su largo cabello medio rizado se pegaba a sus mejillas, a sus lágrimas, y a Roseanne le rompía por dentro verla llorar— Y cada vez que estamos juntos tú no sientes dolor de los humanos pero eso no significa que no estén sufriendo también... ¿No crees que está mal? Sólo... Esconderte conmigo siendo que yo soy la causa de todo esto, m-me hace sentir c-culpable —añadió, se tomó un momento para respirar mejor— Al final sería igual que Taehyung... Hago que otros sufran para que yo no lo haga, y eso es egoísta y malo... Y-Yo no quiero ser así —negó suavemente.

—No eres así, Jen, no eres mala ni egoísta —murmuró Roseanne— No eres como Taehyung, por todo los Dioses, no-

—¿Entonces por qué todo lo que hago parece ser así? —cuestionó— ¿Por qué todo me hace sentir que lo soy?

La otra Diosa no tenía qué responder, limpió con sus pulgares esos ríos de lágrimas que recorrían las rosadas mejillas de la castaña, quien no paraba de llorar, por más que se esforzara, su labio inferior lucía maltratado y muy rojo debido a morderlo tanto de los nervios, Roseanne no pudo evitar mirarla, ni tampoco contenerse cuando acortó la distancia entre aquellos dulces labios y los propios, besando suavemente en movimientos pequeños y delicados, sin querer lastimarla más, cerrando sus ojos para sumirse en las cosquillas de su estómago y embriagarse en el vértigo que le provocaba aquel contacto con tan hermosa Diosa.

Jennie estaba sorprendida por el beso pero no podría apartarlo, nunca, se dejó caer en las sensaciones igual que su compañera, hasta sus lágrimas pararon debido a esa cálida sensación en su estómago, y aquella electricidad que recorría su cuerpo, adormeciendo todo solo para sentir los labios de Roseanne sobre los suyos.

Al separarse del beso suspiró de forma enamorada y sus ojitos, de nuevo brillantes y dignos de admirar vieron a aquellos oscuros orbes de la rubia, los brazos de Roseanne la abrazaban con firmeza y rogaba que no la soltara nunca.

𝑳𝒂 𝑻𝒊𝒆𝒓𝒓𝒂 𝒅𝒆 𝒍𝒐𝒔 𝑫𝒊𝒐𝒔𝒆𝒔 𝑴𝒖𝒆𝒓𝒕𝒐𝒔 - 𝑪𝒉𝒂𝒆𝒏𝒏𝒊𝒆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora