~Gala~
Siempre he escuchado que la vida está llena de altibajos, de momentos en que crees que nada de lo que haces es suficiente, de situaciones muy difíciles de afrontar. Esto lo he experimentado en carne propia a lo largo de los años.
Hubo un tiempo en el que creí firmemente que no valía la pena. Había llegado a mi límite y la muerte era la única escapatoria. La depresión me estaba consumiendo, no comía bien, tenía insomnio, los ataques eran muy frecuentes. ¿Quién se iba a fijar para algo serio en alguien como yo?
Entonces, con el apoyo de papá y Leah, pude sostenerme a un rayito de esperanza y ahí fue que empecé a visitar a un doctor. No obstante, las terapias no ayudaban mucho. Al tiempo entendí que yo no estaba poniendo de mi parte como debía. Seguía culpándome por cosas que se me salían de las manos, estaba encerrada en ese pozo oscuro de rencor y odio hacia mí misma.
Necesitaba perdonarme, soltar y seguir adelante.
Creo que las personas deben salir a flote por sí solos, pero una mano desinteresada ayuda mucho. León no se imagina todo lo que ha hecho y hace por mí con estar a mi lado en esos momentos de tristeza, cuando bromea para verme sonreír o simplemente me abraza mientras lloro.
Ha sido tan paciente y considerado que a veces me cuestiono si es real. Él me ama, lo sé porque me lo demuestra con sus acciones todos los días.
La vida es difícil, aun así, podemos disfrutar de ella y tener momentos inolvidables que hacen valga la pena.
Sonrío ante mis pensamientos. Estos últimos días he analizado cada cosa que hago y los pasos que doy. Atesoro las charlas nocturnas con León, los paseos con Leah, las interacciones que he tenido con mamá. Miro al cielo y me fijo en cada detalle del porqué es tan perfecto, de la lluvia que cae, del viento.
Cosas simples que antes no tomaba en cuenta ni tenía importancia para mí, pero ahora las atesoro en lo más profundo de mi corazón.
Puedo percibir lo bello y maravilloso que se esconde en la simpleza. En cada respirar, en un parpadeo; el poder de una sonrisa, de las lágrimas...
Su mano en mi hombro me saca de mis cavilaciones. Lo observo, se encuentra a mi lado con la vista al frente. Puedo notar lo rígido que está su cuerpo, cómo los nervios y el temor lo tienen temblando.
—¿Estás listo? —pregunto y él posa sus ojos sobre mí ahora.
Hay tantas cosas que logra decirme con su mirada. Sus orbes cristalinos por las lágrimas reprimidas me dan a entender lo difícil que es estar en este lugar.
León y yo decidimos venir al cementerio, donde yacen los restos de su abuela. Llevamos dos días en casa de su padre y hoy fue que se atrevió a venir. Estamos sentados en un banco lleno de hojas y ramitas secas, un poco alejado de las tumbas, en silencio, perdidos en nuestros pensamientos y agarrados de manos.
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Y fuiste tú © [Saga Tú: libro 2] (Completa)
Roman d'amour¿Dónde hubo fuego, cenizas quedan? Han pasado siete años desde que León y Gala tomaron caminos diferentes lejos de todo el drama en el que se vieron involucrados. Sus vidas se vuelven a cruzar solo para enfrentarse a nuevos retos, secretos y todos...