A León se le ocurrió la brillante idea de irnos de fin de semana a la playa. Él alquiló una casa donde nos vamos a hospedar y se encargó de hacer las compras. Todo hasta ahí está perfecto, pero el lío se ha dado porque invitó a Emil.
Yo le había dicho a Leah para ir junto a Bob, ya que ella ha estado muy estresada y triste en estos días. Así que estamos de camino con ellos dos en la parte trasera, en cada extremo para no tocarse, mientras Leah abraza a mi bebé y mantiene la vista hacia el cristal.
La tensión de esos dos es casi palpable, no sé por qué están de esta manera y no me atrevo a preguntar. Por lo menos por ahora. Poso los ojos en León, quien sonríe como si ha cometido la más grande de las travesuras.
Le doy una mirada de muerte al entender que lo ha hecho a propósito. Algo debe saber él para que se haya propuesto a hacer de Cupido.
—Eres un tonto —le digo con molestia.
Me enoja que él sepa cosas que yo no, y que haya planeado todo esto dejándome al margen.
—No te pongas así, Sirenita —alega casi en un susurro—. Te explico cuando lleguemos.
—Quiero bajarme —dice Leah, rompiendo el incómodo silencio que reinaba entre ellos—. Ya no me apetece ir.
—Si es por mí, puedo quedarme —habla Emil a la defensiva.
—¿Por ti? ¡Ja!, no te creas la gran cosa.
León y yo nos miramos por unos segundos mientras ellos siguen discutiendo como dos crías. Bob le ladra a Emil y hace el intento de morderlo, pero Leah lo agarra para que no avance.
—¡Ya! —grita mi novio, quien ha dejado de conducir—. Vamos a ir a esa maldita casa en la playa y ustedes hablarán lo que sea que tengan que hablar para que arreglen sus problemas.
—Yo no tengo nada qué hablar con él —aclara Leah con voz cortante.
León rueda los ojos y se dispone a seguir conduciendo.
Ninguno de los dos dicen nada de nuevo. Leah se mantiene mirando hacia el cristal de la ventanilla mientras que Emil no deja de observarla con ojos de borrego herido. Se nota a leguas que está muy enamorado. Pobrecito, me da lástima porque sé que mi amiga es una mujer muy difícil.
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León y yo caminamos a orillas de la playa, agarrados de manos y hablando de todo un poco. Hoy es la última noche que estaremos aquí y queríamos disfrutarlo al máximo.
Por tal razón, nos perdimos en lo más recóndito del lugar e hicimos el amor en la arena. Fue algo muy especial, además de la adrenalina de estar desnudos a la intemperie. León no paró de decirme cuánto me ama mientras me hacía sentir cosas que solo él ha logrado.
La arena bajo mis pies me encanta, es relajante sentir la humedad y cómo me hundo un poco con cada paso. Me fijo en él, dice algo que no entiendo al mismo tiempo que mueve la mano que tiene libre.
Amo cómo su pelo vuela en todas direcciones por el viento, la manera en que aprieta la mandíbula y los movimientos de sus brazos mientras avanzamos. Nos pusimos de acuerdo en la vestimenta; él lleva una camiseta blanca con un pantalón suelto a juego con mi top y falda larga del mismo color.
—No me estás escuchando —se queja.
Disfruto mucho la manera en que me mira, sus orbes me repasan entera con una intensidad que me hacen temblar.
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Y fuiste tú © [Saga Tú: libro 2] (Completa)
Romance¿Dónde hubo fuego, cenizas quedan? Han pasado siete años desde que León y Gala tomaron caminos diferentes lejos de todo el drama en el que se vieron involucrados. Sus vidas se vuelven a cruzar solo para enfrentarse a nuevos retos, secretos y todos...