CAPITULO 4

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La señora Martha Lyons resultó ser una excelente anfitriona social y para la suerte del Sheik consiguió invitaciones a varios eventos sociales dónde ella misma se encargó de presentarle a los personajes más destacados del círculo en el condado.

Uno de ellos fue el cumpleaños de una baronesa , la señora Eliza Durkan dónde fue muy bien recibido por la mayoría de los invitados. Aunque hubo otros que no se mostraron muy a gusto con la exótica presencia de Said y si bien no lo expresaron de forma explícita, el Sheik noto sus miradas y también la distancia con la que muchos se dirigían.

La hija de la baronesa , sin embargo, cautivada por el extranjero, se mostró muy amable y curiosa con él. Se trataba de Amelia Durkan, una belleza de cabellos castaños y ojos azules, de una inteligencia muy ágil y ya lejos de la edad dónde las jóvenes solían casarse. Said también se sintió muy atraído por ella y no dudó en aceptar una invitación a tomar el té al día siguiente de la fiesta.

El Sheik llegó a la casa con una caja de dulces turcos para su anfitriona que lo espero espléndidamente vestida de rosa claro. Fue recibido en el salón de té de la grandiosa mansión y para su asombro , la joven despacho a todas sus doncellas y se encargó ella misma del servicio. La ceremonia del té era obviamente una de sus especialidades ya que se mostraba muy diestra y relajada mientras lo hacía.

—Debe ser tan duro para usted estar tan lejos de todo lo que conoce ¿o no Said?

—A decir verdad aunque estoy intentando adaptarme y cerrar negocios aquí en Inglaterra no me es desagradable ni me siento nostálgico del imperio—reconoció Said.

Amelia bebió un sorbo de té y le dirigió una mirada suave como la seda aunque lo que ella iba a decir fue todo menos suave.

—¿Acaso no extraña a su harem?

Said sonrió y evito mirarla a la cara, el tenía sus reservas con respecto a lo que hacía en su alcoba aunque el atrevimiento de la joven lo divertía.

— Mis esposas o "harem" como usted las llama , fueron avisadas de mi decisión y las que no compartían hijos conmigo son libres de hacer su vida como quieran. Mientras que las madres de los herederos viven aún en mi palacio con los niños pero pueden volver a casarse si lo desean. Esto no es usual pero es una decisión mía.

Esta declaración dejó a Amelia boquiabierta aunque por otra parte, le dió incentivo de poder avanzar hacia una relación más cercana con el Sheik en un futuro. Era innegable que el hombre era de una belleza inigualable y de una masculinidad que la subyugaba con tan solo estar en la misma habitación.

—Me gustaría mostrarle lugares donde divertirse y ya que parece que se quedará un tiempo entre nosotros , debe conocer los clubes y casas de juego donde procurarse algo más de placeres.

La propuesta de Amelia fue bien recibida por Said. Le gustaba contar con mujeres como ella, cuyas libertades eran evidentes y con muy pocos o nulos prejuicios. Era también consciente de la influencia que ejercía sobre ellas y lo que disfrutaría en su compañía.

La Elegida del SheikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora