Las luces de la biblioteca de Said iluminaban de forma tenue pues ya caía la tarde. Sabrina bebía el café que Kajir le recomendó hecho con granos recién molidos y había tomado un libro que le causó curiosidad mientras el sheik revisaba los planos de la fábrica en Hampshire.
Cuando terminó los guardo cuidadosamente en las fundas que Sabrina trajo. Ya desocupado, se sirvió una copa y contemplo a Sabrina hojeando uno de sus libros. Al ver el color de la cubierta no pudo más que sonreír. Era un libro de poemas completamente en árabe excepto por sus dibujos. Y se trataba de literatura erótica por lo que su invitada cerró el volumen avergonzada cuando al pasar algunas páginas descubrió las reproducciones de escenas de alcoba acompañando las poesias.
—Los libros en inglés están en otra sección y las tapas son rojas.
—Oh, gracias por avisar.
El sheik dejo su copa a un lado y se acercó por detrás. Abrió el libro que aún estaba sobre la mesa frente a Sabrina. Ella apartó la vista al ver el escandaloso grabado.Hacia algunos días las muchachas de su casa chismorreaban acerca de una fiesta a la que el sheik había asistido. Y sobre las dos mujeres que entraron con el esa noche a la mansión marchandose antes del amanecer.
Aquel domingo a la tarde, Fred y Nataly quisieron organizar juegos en el jardín. Augusta se agotó bastante rápido y luego Priscilla se torció el tobillo en una carrera de embolsados por lo que el ama de llaves tuvo que llevarla en brazos y asistirla dentro de la casa.
Sabrina y los niños quedaron en jugar a las escondidas. El par de diablillos no tuvo mejor idea que esconderse en los límites del jardín vecino en sitios donde creían que Sabrina difícilmente iba a aventurarse.
El sheik vio a los pequeños y los saludo como de costumbre, ambos le hicieron bajar la voz y le comentaron que necesitaban un buen lugar para esconderse. Said les ofreció ayudarlos, atraído por la posibilidad de tener algún momento a solas con Sabrina a quien hacia dos semanas no veía.
Más temprano que tarde, ella llegó al límite de la propiedad. Y Said la sorprendió , en mangas de camisa pues estaba trabajando en sus rosas.
—Les ofrecí apoyo a los niños y los envié con Kajir a comer algunos dulces... ya que hace dos semanas no logro coincidir contigo habibe...
Said estaba en lo cierto. Observó el aspecto de la elusiva dama y no pudo más que deleitarse. Tenía el pelo semi recogido y un vestido de algodón color lavanda que aunque simple , dejaba ver sus hombros y escote.
A la luz del sol los ojos del sheik tenían un brillo juguetón y peligroso. Su piel dorada resaltaba más por la camisa blanca que lucia arremangada, ¿Era posible no mirarlo como ella lo hacía?Sabrina se adentro en la propiedad temerosa de ser vista por su personal demasiado entretenida con el extranjero.
El la llevo a recorrer su jardín e insistió en mostrarle el invernadero que restauró ya que los antiguos dueños no le habían dado uso. Sabrina sintió mucha curiosidad por la afición del sheik a la jardinería y a las serpientes.
Caminaron un trecho hasta toparse con la construcción.Said la invitó a entrar al invernadero de hierro sólido y cristal , cerrando la puerta tras ellos para que nada ni nadie les molestará. Está tarde solo sería para ella.
—Mi madre ama las rosas, y yo la amo. Por eso aprendí a cultivar sus favoritas desde muy niño. También les enseñe a mis hijos. Cuando la extraño solo debo ocuparme de las plantas y se que ella estaría muy feliz con eso.
—Me parece un gesto hermoso. Y ella, ¿No podría venir a visitarlo?
Said suspiro mientras quitaba algunas hojas secas de una de sus plantas de rosas amarillas.
—Mi padrastro no se lo permitiria jamás. Los hombres del sultanato son muy celosos de sus mujeres y solo sugerirlo le costaría muy caro a mi madre. Es por eso que solo le escribo.
—¿Padrastro?Eso es posible allá?
—Justamente gracias a él me volví muy amigo de las serpientes. Intento matarme cuando supo que no era su hijo.Yo tan solo era un adolescente.Mi padrastro mandó a arrojarme a una cueva llena de serpientes en el desierto. Esto sucedió un tiempo antes de que mi hermana escapara de las garras de nuestro verdadero padre, El sultán selim.
— ¿Entonces tuviste que aprender a defenderte de esas alimañas para sobrevivir allí? Que horrible, no puedo ni siquiera imaginarme.
Sabrina lo miro conmovida por su relato y Said sonrió con amargura.
—No... no aprendí a defenderme de ellas. Aprendí a encantarlas y que en vez de matarme hicieran mi voluntad.
Al terminar de decir esto pudo ver cómo Sabrina contenía el aliento con los ojos vidriosos. Lo que le contó le impresionó profundamente.
—¿Y cómo terminó todo , saliste de esa cueva y volviste a casa ?
— Cuando salí de la cueva viví un tiempo más en el desierto y comencé a contrabandear mercancía con unos hombres hasta que pude comprar tierras en Magreb y me convertí en sheik.
Said se aproximo hasta donde ella estaba y acomodo un mechón de su cabello detrás de su oreja. Paso sus dedos por dónde latía el pulso y sintió como se aceleraba a su contacto.
Espero a que ella se alejara pero eso no sucedió. Sabrina estaba paralizada por las ansias que su caricia despertaba en su interior.
— Ven aún no has visto todo.
El sheik la guío hasta llegar a un sector del vivero destinado a ser un descanso. Un sillón de jardín negro cubierto de almohadones del estilo que había visto en la casa frente a una fuente de agua y una mesita de te dorada eran el sitio ideal para el plan de aquel atrevido encantador de serpientes.
— Te he contado de mi ... ahora quiero escuchar de ti , Sabrina Sutton.
Le dijo sentándose a su lado con gracia felina.
—No hay mucho que contar ... crecí en el campo ... soy la mayor de 4 hermanos.Mis padres eran buenas personas aunque a veces tomaban malas decisiones.
—En especial tu padre, ¿no ?
—Si, él no tenía resistencia al alcohol y siempre veía una mesa de cartas entre sus amigos...
—Hasta llegar a poner a su hija en la mesa de apuestas por lo que se.
Sabrina suspiró y lo miró con seriedad.
—De todas formas era mi padre y yo lo amaba.
—¿Le dijiste que Kenworth te manoseaba cada vez que tenía la oportunidad?
—¿Thomas te conto eso? Si, ha sido el ... ya verá.
—Responde— ordenó el sheik mientras le quitaba los zapatos.
—El lo sabía.
—Aun así crees que era un buen hombre... me impresionas. ¿Cuántos años tenías? Quince... dieciséis?
Sabrina escondió su rostro y jadeo avergonzada cuando el la obligó a mirarlo.
—Quince.
—Que vergüenza. Si un hombre hace eso con su hija no dudo en mandarle a cortar la cabeza en la plaza del mercado.
Sabrina intento levantarse del sillón pero el sheik la detuvo.
—No quise ser grosero.
—No lo ha sido, pero debo irme— Respondió Sabrina y salió del lugar sin decir nada mas.
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La Elegida del Sheik
Lãng mạnEl Sheik Said decidió tomar distancia de su vida en oriente y expandir sus negocios en Inglaterra. Además,para estar cerca de Beryl la idea de establecerse un tiempo en el condado de su cuñado,Lucien Blackwood le resultó ideal. En su nuevo hogar, su...