ː͡➘₊̣̇ 04 | ☪

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  Los días tomaron un rumbo distinto a los anteriores desde que, cada mañana que Minho se levantaba, veía la silueta de Jisung sentado en el sillón al lado de su ventana. El ángel le susurraba con tanta ternura el «buenos días».

  Gracias a eso, Jisung agarró una pequeña costumbre que era no salir del cuarto de Minho por temor a perderse, por lo que, mientras el futuro conde de la familia iba a hacer sus quehaceres habituales, el ángel se quedaba a cuidar su dormitorio y su mansión en general. Minho confiaba en él y Jisung quedaba atontado con la confianza entregada.

  La mañana de un domingo se sintió extraña cuando Minho despertó sin su cálido saludo de buenos días. Al incorporarse sentado en su cama, la silueta que vio de Jisung fue simplemente única.

  Jisung se había quedado dormido. Su cabecita apoyada en la pared y sus brazos apretaban sus piernas en su abdomen.

  La placidez que tenía al dormir hizo que Minho no lo despertara. Se levantó con cuidado y fue a su armario para buscar la ropa que usaría hoy. Desde que le dijo a su sirvienta personal que no vinieran a despertarlo o a vestirlo sentía mayor autonomía en su rutina mañanera. Si bien se quedaba dormido los primeros días, de a poco su cuerpo se acostumbró al horario habitual, y más ahora que un ángel era el que lo despertaba.

  A excepción de hoy, claro.

  Con la camisa y los pantalones ya puestos, tuvo que hacer el mayor esfuerzo de no producir ruido para buscar sus zapatos porque estaban justo debajo del sillón donde Jisung dormía. Contuvo la respiración para que ni eso causara ruido. Se agachó y tomó el par que necesitaba. Al alejarse, suspiró aliviado y se los puso para ir ahora a buscar un abrigo correspondiente.

  Debía admitir que se le hacía extraño tener una «segunda presencia» en su habitación mientras se vestía, así que miraba a cada rato a Jisung para que no se despertara y lo viera con las prendas a medio poner. En los días anteriores, avergonzado, Minho le decía que se tapara los ojos, a lo que Jisung no entendía su vergüenza y miraba el jardín desde la ventana para cumplir su capricho.

  Ahora, temeroso de que aquellos ojitos se abrieran, Minho se percató de un detalle curioso en el rostro de Jisung. Dejó el abrigo encima de la cama y se acercó al ángel sin importarle si hacía mucho ruido. Aquello que decoraba su mejilla se veía tan hermoso como doloroso por las razones y el contexto que podría tener.

  Una lágrima caía por el rostro de Jisung. Sus ojos, aún cerrados, no aguantaron las ganas de botar aquel líquido salado y brillante.

  Minho ni siquiera lo pensó. Acercó su mano a la mejilla regordeta del ángel y quitó la lágrima con una cautela desbordante. Al hacerlo, no tomó en cuenta que aquello despertaría a Jisung. Sus ojos se entreabrieron y el ángel no procesó la cercanía que tenía con el joven humano. Se sometió a su leve caricia y hasta podría dormir con ella de nuevo.

  —Lo siento... —musitó Minho sin quitar la mano de la zona conocida—. No quería despertarte.

  A duras penas, Jisung recobró la consciencia y sus mejillas tomaron un color carmesí que contagió a Minho. Si lo hubiera procesado mejor, de seguro no le molestaría seguir con esa poca distancia, pero Jisung carraspeó y restregó sus ojos con sus manos causando que Minho se alejara por su propia cuenta.

  —Está bien, así es mejor —tranquilizó Jisung y bajó sus manos con la mirada apenada.

  —Tú... —Minho también tenía los ojos en el suelo. Sus manos jugaban entre ellas y la camisa le causó malestar de repente. ¿Por qué últimamente la ropa se le hacía tan apretada?—. ¿Los ángeles pueden dormir?

  —No es algo necesario. Es mero descanso ocular —contestó. Su voz era más grave producto de la siesta—. No lo hacemos mucho porque es donde más pensamos; los sueños, como le dicen ustedes. Se supone que solo debemos enfocarnos en nuestro trabajo.

🌾 ⁚ My Fallen Angel 𖧹 Minsung ⭑⤶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora