ː͡➘₊̣̇ 12 | ☪

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  —¡Ya tómame atención, Honnie! —insistía Jeongin a punto de llorar. Menos mal a Minho se le ocurrió una idea para que el pequeño se calmara.

  —Tu corona de flores está preciosa, Innie —dijo Minho y se agachó a la altura del menor—. Pero, ¿sabes? Le falta algo que solo una persona te puede dar.

  —¿En serio? —el niño se mostró ilusionado.

  —Samantha me dijo que tiene algo para darte, deberías ir a preguntarle —cuando vio el sonrojo de Jeongin, no pudo evitar enternecerse—. Está preocupada por ti.

  —Pensé que me odiaba. ¿De verdad tiene un regalo para mi corona?

  —Te lo aseguro —le sonrió y se levantó—. No le digas que te dije, se supone que es sorpresa —e hizo un ademán de silencio. Eso emocionó más a Jeongin.

  —¡Iré a buscarla! —no perdió más tiempo y regresó al pueblo sujetando la corona en su cabeza para que no se cayera.

  Al estar solo con la joven, Minho volvió a mirarla y una sensación de familiaridad lo consumió al toparse con esos ojos verdes que se asemejaban al color de las aguas cristalinas. Como si no hubiera sido lo suficientemente obvio, la joven soltó una carcajada y movió su mano de un lado a otro para despertar a Minho.

  —¿Tengo algo en el rostro? —preguntó Jiseon con un tono burlón. Minho sacudió su cabeza y tocó sus mejillas al sentirlas ardientes.

  —Lo siento —se avergonzó—. Solo pensé que..., no sé, que te había visto antes.

  —¿Qué quieres decir? —Su forma de hablar tan dulce hacía delirar a Minho. Era suave, melodioso, prolijo en una textura hecha para deslizarse y caer rendido.

  —No eres de aquí, ¿cierto? —Minho guardó las manos en los bolsillos y fingió indiferencia al caminar por el sendero—. Vengo a menudo al pueblo y es la primera vez que te veo.

  «Y a la vez, siento que te conozco de toda la vida»

  —Quizá —no le siguió el camino a Minho y se sentó en el césped para tomar una pequeña flor de pétalos celestes—. Y usted..., tampoco parece alguien que viva dentro del entorno pueblerino —Minho se petrificó—. Su vestimenta me hace creer que acaba de venir de una ceremonia en la que no se sentía a gusto.

  Por inercia, Minho se echó un ojo y notó que su camisa negra ya estaba media salida de su pantalón y no recordaba cuándo se desabrochó el segundo botón. El abrigo tampoco estaba abrochado y su color negro se había estropeado por el color marrón de la tierra. Algunas puntas de su cabello caían por su frente. Los corrió y de seguro su rostro brillaba por la transpiración.

  —Necesitaba un relajo —se excusó. Observaba a Jiseon tomar, ahora, una flor de pétalos blancos.

  —Lo entiendo —juntó esa flor con las celestes que dejó acomodadas en el suelo—. El entorno en el que te obligan a vivir a veces no es en el que uno quiere estar. Es mi razón por la que vine a Gran Bretaña.

  —¿Te escapaste?

  —Se podría decir —sonrió picarona.

  Minho tomó el atrevimiento de sentarse al lado de Jiseon y la muchacha se alertó. Fingió naturalidad al aún ver las flores blancas que quería recoger.

  —Mi familia me restringía en muchas cosas —admitió Jiseon ignorando los ojos de Minho sobre ella—. Así que vine aquí para hacer mi propia vida con lo que yo quiero.

  —¿Y lo que quieres es jugar con las flores?

  Jiseon giró la cabeza para darle una mirada indignada. Sin embargo, no esperó encontrarse el rostro de Minho tan cerca, que ambos miraran por inercia sus labios y se desviaran al encontrar desubicada la interacción.

🌾 ⁚ My Fallen Angel 𖧹 Minsung ⭑⤶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora