ː͡➘₊̣̇ 13 | ☪

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  Al regresar a su boda, Minho se enteró que Amelia tenía bajas defensas y por eso se desmayó. Su prima, semanas antes de la boda, realizó una estricta dieta con tal de mantener su peso correcto para la fecha.

  La ceremonia acabó para cuando Minho llegó a la mansión. Su padre lo llevó a su oficina y, a juzgar por su tono brusco, no estaba de buen humor. En todo caso, Minho tampoco lo estaba. ¿Por qué a Amelia tuvo que desmayarse justo cuando él no estaba presente? No iba a engordar por alimentarse durante la fiesta. Si Minho tenía que ser aún más egoísta, ni siquiera pudo disfrutar su estadía en el pueblo.

  Para calmar su malestar, recordó lo que vivió hoy y solo estaba la imagen de Jiseon, su sonrisa, sus ojos esmeraldas, su piel bien cuidada y su cabello sedoso. Se sintió culpable al pensar en otra mujer que no fuera su esposa y eso lo trajo de nuevo a la realidad.

  —Te dije que conversaras con los hombres de la ceremonia y tú lo primero que haces es escaparte —dijo su padre mientras caminaba de un lado a otro detrás de su escritorio. Minho estaba sentado frente a él con la mirada en el suelo—. La pobre Amelia te necesitaba y tú ya te muestras distante el día de la boda —se le notaba angustiado. Minho sabía que hizo mal, no tenía excusa que lo justificara—. ¿Qué pasó? ¿Qué te tiene así? ¿Vas a escaparte el día que la Reina Victoria te entregue tu título también?

  —¡Por supuesto que no! —cortó al instante.

  —Entonces, Minho —ya de tanto dar vueltas, se quedó quieto frente a su hijo. Su expresión, de repente, se suavizó—. ¿Qué pasa? ¿Algo te molesta de todo esto? Puedo ayudarte, quiero que estés bien

  Minho tenía en la punta de su lengua las palabras de desahogo para explicar el comportamiento evitativo que adquirió desde su cumpleaños número veintidós. Sabía que su padre mostraba una preocupación real por él aún si era duro en sus decisiones. Pensaba primero en el bienestar de Minho antes de regañarlo más por su desubicación de hoy.

  El problema venía que, por mucho que su padre lo comprendiera, nada solucionaría el vacío de Minho. Ya era muy tarde para resignarse y, a este punto, Minho ya debió adaptarse a su nueva vida aristócrata.

  —Yo... —Minho trató de ordenar sus palabras. Los ojos de su padre también eran de un brillante color verde, pero no estaba ni cerca de asemejarse al color de ojos de Jiseon que aún aguardaban en su memoria como señal de paz—. Padre, yo..., no estoy preparado.

  —¿En qué no te sientes preparado?

  —En..., formar una familia; un matrimonio —no quería decir directamente que el problema era su esposa en concreto, mucho menos en su nulo amor e interés hacia una relación en general—. Apenas puedo con la presión de que heredaré tu título y me cuesta saber que..., ahora..., estoy amarrado a alguien.

  —Hijo —Marcus suspiró y acarició el cabello castaño de Minho aún adornado por esa corona de flores. No pensó mucho en dónde su hijo la había conseguido por ganarle el enojo anterior—. La unión entre Amelia y tú, por ahora, solo es legal. No es necesario que ya tengas hijos con ella o cosas así. Sabes que, en los primeros años, los matrimonios pueden dormir en camas separadas hasta que se sientan preparados.

  —Lo sé, pero... —no podía explicarlo. No debía dar explicaciones a este punto—. No quita el hecho que la muestra importa. No estoy preparado para mostrarme con Amelia frente a los demás. No como un matrimonio.

  —¿Hay algo que te molesta de ella?

  —No..., Amelia siempre ha sido un Sol desde que la conozco —relamió sus labios y ya no quiso ver el rostro del hombre—. Le tengo un gran cariño como..., prima.

🌾 ⁚ My Fallen Angel 𖧹 Minsung ⭑⤶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora