Extra.

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Esta canción es viejita, pero me gusta mucho la letra, y creo que representa lo que siente Jungkook y Jimin en esta historia. ♡


Muchos años después ...





La noche finalmente había caído, y los niños con sus disfraces ya andaban recorriendo las calles; tocando timbres y pidiendo dulces.

Al ser Halloween, el matrimonio Kim no encontró mejor idea para celebrar que organizaron una extravagante fiestas de disfraces en su propia mansión, invitando con anticipación a sus amigos más cercanos e íntimos.

Y por supuesto, la familia Jeon estaba invitada.

—¿Así? —preguntó Jimin, quien terminaba de acomodar los moños negros al final de las largas trenzas de su pequeña hija.

—Sí, papá —ella sonrió— Está bien, gracias.

Hye, quien nació siendo la melliza mayor y antes del primer aniversario de la boda de sus padres, era otra mini copia de Jungkook; con sus cabellos castaños y ojos marrones.

—Bien. ¿Dónde está tu hermano?

—¿Cuál de los dos, papá? —Hye preguntó con diversión, sabiendo que se refería a su mellizo.

Jimin simplemente ensanchó su sonrisa.

—Yul.

—Uhm... —tarareó pensativa, deduciendo donde podría estar su revoltoso hermano— Creo... creo que se estaba terminando de vestir. Iré por él.

Se alejó de Jimin, corriendo hasta las escaleras para subirlas sin mucho cuidado.

—¡Sin correr! —Jimin gritó mientras veía cómo su pequeña subía cada peldaño, con el miedo latente ante algún posible accidente.

Suspirando, tomó los coloridos moños que quedaron esparcidos en la mesa de comedor, para volver a meterlos en la delicada caja que Hye había decidido guardarlos.

—Papi... —una suave voz proveniente desde atrás le hizo girarse. Era Minjung.

Jimin le sonrió con dulzura, dejando todo lo que pretendía hacer de lado, para acercarse a su hijo y acomodar el traje que él había escogido.

—Te vez precioso, pollito —halagó con sinceridad.

Esa noche, Minjung había decidido que quería un disfraz de princesa. Pero no de cualquier princesa, sino que de la mismísima Anna de Arendelle.

Frozen era su película favorita.

—¿De verdad? —preguntó con evidente timidez.

—Por supuesto que sí, cariño —Jimin tomó el cepillo que había en la mesa y peinó los cabellos castaños de su hijo.

—¿Crees que... Taeho me encuentre bonito? —las mejillas de Minjung se encendieron, sin poder ocultar su vergüenza.

Jimin reprimió una mueca, consciente de que Taeho ya era bastante grande y muy diferente a los gustos de su todavía inocente hijo. El primogénito de los Jung estaba en plena adolescencia, donde las alocadas hormonas y la falta de filtro sobre lo que pensaba o decía, terminaban haciendo lo suyo.

—No lo sé, cariño —Jimin dejó el cepillo de lado, para tomar las pequeñas y rellenitas manos de su hijo— Pero no debes ponerte bonito para él. Para nadie, en realidad. Si quieres verte bonito, hazlo porque tú lo deseas. Hazlo para ti, pollito. ¿Te sientes bonito ahora mismo?

Minjung asintió con su cabeza, antes de responder.

—Sí.

—Entonces bien. Luces precioso, pollito.

Good at love ❤ KM.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora