Capítulo 28.

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Casi quince horas en avión, pero no fue tan terrible cuando pasaron más de la mitad del vuelo durmiendo, el resto simplemente consistió en comer y mantener entretenido al pequeño Minjung, quien para sorpresa de sus padres, se portó increíblemente bien. Cuando aterrizaron en Ugo Niutta, el aeropuerto del distrito de Capodichino Nápoles, eran apenas las nueve de la mañana, porque sí, tenían una diferencia de siete horas.

—¿Debemos buscar un hotel? —preguntó Jimin, con su hijo entre sus brazos y caminando hacia la salida, en dirección de los taxis.

—No, amor —Jungkook caminaba a su lado, cargando las maletas— Lo tengo todo cubierto.

Jimin lo miró sorprendido, alzando sus cejas y haciendo que Jungkook sonriera divertido.

—¿Desde cuándo tenías todo planeado?

—Hm... No te diré —escuchó a Jimin refunfuñar, pero no insistió en el tema.

El trayecto en el taxi fue tranquilo, Minjung miró con sus ojos bien abiertos y muy curioso por la ventana, mientras Jungkook sostenía cariñosamente las manos de Jimin. Cuando bajaron del auto, el frió los recibió golpeando sus cuerpos y Jimin instintivamente cubrió a su hijo, luego miró hacia el gran y precioso edificio frente a ellos.

—¿Qué es esto? —preguntó, aun cuando era bastante obvio.

Estaban fuera de un hotel. Un maravilloso hotel con arquitectura clásica de la zona.

—Aquí reserve una habitación, vamos.

Las puertas de cristal llevaban el nombre grabado del lugar "Amadomus Luxury suites", y estas fueron abiertas por un hombre mayor que les dio una cálida bienvenida.

La recepción estaba decorada de una forma elegante, moderna y con toques retro.

—Buon giorno.[Buenos días] —saludó una hermosa mujer detrás del mostrador, en donde se recibía a los turistas.

—Good morning.[Buenos días] —contestó Jungkook.

Ella sonrió avergonzada, con sus mejillas tiñéndose en un suave color rojo.

—Oh God. Very sorry.[Oh, Dios. Lo siento mucho] —se disculpó y Jungkook solo le sonrió amable.

Jimin rodó los ojos al notar como la recepcionista hablaba coquetamente con su esposo. Ella podía mirar lo que quisiera, porque claramente solo podía mirar. Jungkook era suyo y sabía que eso no cambiaría por una simple risita coqueta de cualquier otra persona.

Avanzó junto a Minjung tomado de la mano y a pasos de tortugas por todo el lugar, ya que el pequeño solo quería explorar y caminar.

Jungkook no tardó en llegar a su lado y le mostró la llave de su habitación.

—¿Subimos?

—Claro, a no ser que quieras seguir aquí para que ella de coma con los ojos —bufó fingiendo estar irritado y Jungkook no pudo evitar soltar una risita divertida.

—Cuando estás celoso, te ves sexy —susurró bajito, para que solo Jimin pudiera escucharlo.

—Cállate, idiota —refubfuñó, mientras caminaban lento hacia los elevadores, sin toltar la pequeña manito de Minjung.

La habitación era increíble. Los colores blanco, gris y mostaza adornaban toda la amplia habitación. Había una cama matrimonial gigante y una más pequeña, el baño tenía una ducha y un jacuzzi, un pequeño comedor y una sala de estar.

—Woah... Esto es muy bonito —comentó Jimin, mientras sentaba al pequeño en la afelpada alfombra en la sala de estar.

—Por supuesto que lo es —afirmó orgulloso. Jungkook había estado buscando arduamente un bonito lugar para pasar su luna de miel y disfrutar en familia.

Good at love ❤ KM.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora