Dame esta noche

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Natasha Romanoff suspiró algo cansada mientras se peinaba el cabello. A pesar de que ya habían pasado meses desde su cambio de look, no estaba del todo acostumbrada. Se había tenido que cortar el cabello hasta la altura del mentón debido a un mal cálculo de tiempo al momento de hacerse la decoloración. Sus puntas se habían quemado debido al tiempo que había dejado actuar el producto químico. 

Puso su peine sobre el lavabo y sonrió frente al espejo. A veces pensaba en dejar todo y huir lejos, pero sabía que tarde o temprano querría regresar a terminar el trabajo. 

Retocó el labial granate antes de abandonar el baño. Su chaqueta larga y oscura la aguardaba apoyada sobre el sofá de su sala de estar. Se la puso antes de salir del edificio de departamentos. La brisa de la fría noche golpeó directo sobre sus piernas descubiertas debido al vestido ceñido y corto que había elegido.

En el estacionamiento, una camioneta negra la estaba esperando. Un hombre con aspecto de criminal bajó del asiento del copiloto para abrirle la puerta trasera. La rubia subió al vehículo, percatándose de que su objetivo no estaba allí. 

-¿Dónde está Marek? -indagó cuando el coche se puso en movimiento. 

-Se verán en el bar. Cambio de planes -se limitó a decir el conductor. 

Natasha rodó los ojos y se dispuso a observar el camino. En el bolsillo interno de su abrigo tenía algunas herramientas que podrían serle útiles en caso de que todo se complicara, así que no estaba preocupada. Aún así, debía permanecer alerta. 

La dejaron frente a la entrada lateral de un viejo bar, el más concurrido de aquella pequeña ciudad. Otro hombre armado, está vez con una escopeta, le dio paso hacia el interior. 

-El jefe te espera en su oficina -informó de mala gana. 

Ella se limitó a asentir. Sabía muy bien que no era del agrado de los hombres de Marek Weber. A nadie le había agradado lo rápido que él le había tomado confianza, casi poniéndola por encima de aquellos que conocía desde mucho antes. 

Atravesó el pasillo iluminado ligeramente por lámparas antiguas. Golpeó la puerta de madera tallada con sus nudillos antes de girar el picaporte y abrir la puerta. 

El olor a humo de habano cubano fue lo primero que percibió. Sonrió coqueta al ver que Marek se ponía de pie detrás de su escritorio. Había un hombre sentado frente a él, a quien no alcanzó a ver el rostro. El alemán le tendió la mano para que se acercara a él y ella respondió de inmediato. La tomó de la mano y la agarró de la cintura para darle un beso algo subido de tono. 

-Mi hermosa Hanna -habló al separarse, procediendo a sacar un pañuelo de su bolsillo para limpiarse el labial de los labios- te presento al señor Kaspar Nowak, es nuevo en esta ciudad y quiere deleitarse con alguna de nuestras dulzuras. Señor Nowak, ella es Hanna, mi prometida. 

Natasha no se apartó de Marek, simplemente puso su mano sobre el pecho de él y dirigió su vista al invitado. Por un momento, olvidó cómo respirar. Verlo allí, al hombre que admiraba y el que la hacía sentir cosas a las que todavía no le había dado nombre, la hizo querer despegarse del papel que interpretaba. 

-Buenas noches, señor Nowak. Espero que nuestra ciudad esté siendo de su agrado -se felicitó internamente por no titubear. 

Kaspar Nowak resultó ser Steve Rogers, quien lucía un cambio de look bastante impactante. Su cabello ahora era castaño oscuro y la barba le había crecido bastante. 

No supo cómo lo hizo, pero el americano se repuso rápidamente de la impresión de ver a su antigua compañera de equipo en ese lugar.

-Es un placer conocerla, señorita Hanna. Hasta el momento, está ciudad está resultando muy interesante. 

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⏰ Última actualización: Sep 23, 2022 ⏰

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