No quiero afrontarlo

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Sano Manjiro:

Las rejas negras de aquella casa esperan mi entrada, miro al cielo el cual esta despejado, un día bello al parecer, las flores del jardín parecen rebosar vitalidad y luz mientras que las mariposas se deleitan revoloteando por todo el lugar. La casa de los abuelos siempre me trae un poco de paz, pero evito venir porque siempre tenemos la misma conversación la cual odio, tampoco es culpa de ellos, no saben lo que sucede con mi padre ni lo que sucede conmigo mismo, pronto cumpliré dieciocho años, según ellos ya es tiempo de que decida lo que hare en el futuro con los cines familiares y la verdad, no quiero tener que ver con ello más allá de vender las entradas.

La cita improvisada que tuve con Hanagaki me ha hecho estar de buen ánimo, quien diría que pasar un ratito con el de ojos azules en la denominada cita podría hacerme sentir de maravilla. No soy fan de las etiquetas, ponerle nombre a las situaciones que vivimos con una persona es de cierta forma hacer que sientan un compromiso, yo no quería llamar a nuestra salida cita pero Draken insistió en que debía hacerlo así ¿y quién soy yo para no hacer caso?

-Te quiero más de lo que imaginas- dijo el de ojos azules mientras miraba el reflejo de la luna en el agua, tenía una sonrisa en el rostro extremadamente encantadora.

-Imagino que me quieres mucho, si no, me pondría triste ¿sabes?

-Entonces yo no seré motivo de tristezas- respondió este mirándome con esos ojos que amaba, y los amaba sobre todo porque podía verme reflejado en ellos, sus ojos son lo más mágico que he visto en mi vida.

El sonido del agua y los grillos era gratificante, lejos del ruido de los autos y de las personas, simplemente era algo sublime, más que todo porque solo estábamos los dos, escuchando nuestras respiraciones, nuestros corazones y sintiendo como nuestras almas se correspondían la una a la otra en una sinfonía de felicidad, felicidad que sentíamos solo al estar solos, felicidad que me brindaba su simple presencia, presencia que cautivaba todos mis sentidos y me invitaba a pedir más de ella, un poco más, sin afán y sin dolor, solo tener un poco más. Aunque en el fondo sintiese que podía doler en algún momento.

¿Es posible amar hasta que duela?

Si, lo creo posible.

-La luna esta hermosa, Takemichi.

-Si, ciertamente lo está- sonrió con inocencia y tome su mano aun sin recibir la respuesta que esperaba.

-Permiso- digo al entrar, la puerta estaba abierta así que la cierro y me adentro a la sala donde está mi abuela, mamá, Emma e Izana tomando el té.

- ¡Mikey!- exclama con alegría Emma al verme llegar, camina hasta mi y me conduce al sillón.

-Que gusto verte mi amor ¿Cómo has estado? - pregunta mi madre con un tono de alegría, sonrío y tomo un mechón de su cabello negro entre mis dedos.

- Todo bien madre.

-Mikey estas muy flaco, sé que tu padre es mal cocinero, pero no para que te deje morir de hambre- la abuela frunce el ceño mientras hago que mi suéter y mi chaqueta se vean más holgados, antes de salir me maquille e intente taparme lo mejor que pude, pero la vista de mi abuela es infalible.

- Y tienes un golpe en el pómulo ¿otra vez te metiste en una pelea? -Izana me mira molesto, sabía que se darían cuenta, pero no pensé que sería tan pronto, por esta razón odio esto, tengo que inventar y mentir cada que estamos juntos, es la única manera.

Para peor Izana es duro conmigo, siempre espera lo mejor de mí, casi nunca viene de visita y cuando lo hace me pide cuenta de todo, no me grita, tampoco intenta agredirme, solo busca que sea la mejor versión de mí, solo que yo nunca poder acercarme a tales expectativas.

Somos tu y yo ~ MaiTake Donde viven las historias. Descúbrelo ahora