Mercy después de la pelea había logrado que Sebastian continuara con el baile. Bueno, logró un poco, tal vez no lo que esperaba, ya que Sebastian negó rotundamente querer ir al baile, así que, al día después, decidió presentarse con Jane.
Estaba de acuerdo en intentar con ella, de todos modos seguía siendo su amiga, una gran amiga. Algo bueno que salió de un desastre.Jane tenía algo de razón en lo que dijo acerca de Eloy, si Sebastian iba, recordaría todo con una enorme presencia de detalles. Lo vería, y ahora entendía que lo haría.
Mejor que el mundo siga avanzando tan rápido como lo es siempre, la soledad de Sebastian no iba a estar mejor si se encerraba en un cuarto lleno de personas, necesitaba saber qué tan acompañado estaba.
Y Rachel se lo hacía sentir.
Pero había nuevas personas que también ingresaban a su corazón poco a poco: Max ya permanecía ahí, sin embargo, ahora parecía crecer su amistad, más aún después de que le dijera que lo apoyaría, que no lo dejaría solo como si lo hizo antes.Y ahora, estaba Mercy. Para Sebastian, Mercy era el tipo de chica que imaginaba como una persona líder.
En los pocos días que llevaba de conocerla, había demostrado siempre saber lo que hacer, y para él, eso era un regalo.Mercy se levantó a las nueve en punto, preparada para juntar todas las piezas que hasta ahora había logrado recaudar.
Las juntaría y al menos así, se aseguraría de que tres personas pudieran volver a ser felices.Mercy baja las escaleras y se sirve una taza de café. Su madre ha dejado la cafetera aún con un poco del líquido, o más bien, un elixir que la traerá a la vida en pocos segundos.
Añade unas cucharadas de leche y lo revuelve en movimientos lentos, da la vuelta para ir a sentarse al sofá y recibe un susto.Se da cuenta de la persona que está recargada sobre la puerta de la entrada. Gert Adler.
El chico sonríe maliciosamente, y también no cabe en su gozo. «Debe pasar algo.» Asume Mercy recuperándose lentamente del susto.
—Buenos días, Marceline —le dice el chico acercándose lentamente a ella con los brazos detrás de la espalda. Ocultando algo. Sí, Gert jamás ha sido bueno ni será ocultando cosas.
—¿Tendré que fingir sorpresa cuando me enseñes lo que escondes detrás de ti? —pregunta Mercy cruzando los brazos, además se aguanta unas cuantas risitas.Gert arruga la nariz y pone los ojos en blanco, para después pasar el papel hacia enfrente y ocultarlo poniéndolo contra su pecho.
—Desde luego no tendrás que fingir ninguna sorpresa, esto es... ¡inesperado! —exclama el chico intentando agregar intriga, solo hace que Mercy ría un poco más.—Bien, ya basta, ¿puedes decírmelo ahora? Estoy perdiendo el interés, Gert Adler —advierte Mercy intentando quitarle el papel, Gert da una vuelta de trescientos sesenta grados y esquiva las garras de Mercy.
—¡Bien te explicaré! —decide al fin después de esquivar un par de veces las manos de Mercy—. ¿Recuerdas que entré a trabajar al periódico de la ciudad? —Mercy asiente con la cabeza y el chico continúa—. Bueno, les hacía falta un escritor con propiedades y sin miedo a lo que las demás personas opinaran... así que, me eligieron para escribir en el periódico...La reacción de Mercy tarda en llegar, pero lo hace. La chica abre los ojos como platos y maldice un poco. Para después sonreír, sintiéndose orgullosa del parrandero y desordenado Gert Adler.
—¡Mierda! ¿Estás bromeando? —pregunta Mercy tomándolo del hombro con júbilo.
Gert sonríe y sacude la cabeza, también emocionado.
—Pero eso no es todo, Woodbury: recibí mi primer trabajo, y mi primer artículo que escribir —anuncia el chico volteando la hoja de papel, dejando al descubierto la portada arrancada de un periódico del Daily Valley. Una noticia, una noticia escrita por el mismo Gert.
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Las notas perdidas: Sangre en el lagrimal
Mystery / ThrillerGloomy Valley jamás estuvo tan mal. La oscuridad que acechó cada rincón y calle del pueblo avivaron problemas permanentes para sus habitantes. Y cuando la gente pensó que no podía ponerse peor, tendrían que prepararse para una nueva crisis que espe...